Tomás y Fabregat, Ignacio deCervera (Lérida), 1745 - Granada, 1812


Hermano de Domingo, nació en Cervera (Lérida) en 1745 y murió en Granada el 10 de septiembre de 1812. A los 11 años de edad su padre le puso a aprender la práctica de la albañilería, cantería y la montea cuyo arte profesaba, en varias obras de iglesias y en la catedral de Lérida. En 1767 se trasladó a Madrid para cursar la carrera de arquitectura en la Academia de San Fernando, siendo discípulo de Ventura Rodríguez, arquiecto por quien obtuvo muchas obras, entre las que figurabaan las el Palacio de Arenas de San Pedro (Ávila), la iglesia de Brea (Madrid) un puente en Galicia y algunas obras hidráulicas.

  Como alumno de la corporación académica se presentó en 1769 al concurso de Premios Generales por la 3ª clase de Arquitectura, convocatoria que también firmaron José Téllez Nogués y Juan de Barcenilla. Al igual que ellos, Ignacio Tomás tuvo que elaborar como obra de pensado el Altar mayor del Oratorio de los Padres Misioneros del Salvador de Madrid (del A- 5080 al A- 5080 2bis) y como ejercicio de repente  «el capitel jonico, compuesto con su plano, y el ornamento de la cornisa del mismo orden» (A- 5672). Dichos programas habían sido elegidos respectivamente el 4 de diciembre de 1768 y 28 de junio de 1769. Nueve fueron los vocales que examinaron las pruebas y los que concedieron el 1º premio de 3ª clase a Juan de Barcenilla y el 2º premio a Ignacio Tomás. Los galardones fueron distribuidos en la Junta Pública celebrada el 12 de julio de 1769, siendo presidida por el protector marqués de Grimaldi en uno de los salones de su casa.

Obtuvo la ayuda de costa del mes de junio por la 1ª de Arquitectura en la Junta Ordinaria del 8 de julio de 1770, previa elaboración de Un tabernáculo (A-5081). Al año siguiente ganó la beca mensual del mes de diciembre por la misma clase en la Junta Ordinaria del 1 de enero de 1772, con el diseño de Un mausoleo magnífico (A- 3563), mientras que en 1773 se presentó en el mes de diciembre sin obtenerla, ganándola en su lugar Juan de Milla por tres votos frente a uno.

En este mismo año de 1772 volvió a optar al concurso de Premios Generales, pero en esta ocasión por la 1ª clase de Arquitectura. Fueron sus contrincantes Juan de Barcenilla, Antonio López de Losada y Manuel Martín Díez, quienes al igual que él tuvieron que elaborar como obra de pensado un «Templo grandioso del Honor y la inmortalidad, de orden corintio, con inscripcion proporcionada que advierta, ha de subir á él el Infante, pisando los monstruos de la envidia y la discordia, abriendo nuevos caminos à su Posterioridad. Planta, fachada y corte, todo geométrico, en pliegos de papel de Olanda de marca mayor» y como ejercicio de repente una «Fuente adornada de Arquitectura y Escultura en un Arco de Triunfo, que haga frente á la principal calle de gran Jardín». Los programas fueron escogidos respectivamente el 15 de diciembre de 1771 y  21 de junio de 1772. De los 10 vocales que concurrieron uno de ellos, el director Ventura Rodríguez, tuvo que retirarse al concursar su sobrino Manuel Martín Díez. De lo nueve vocales hábiles que quedaron concedieron el 1º premio a Antonio López Losada y el 2º a  Manuel Martín Díez, galardones que fueron distribuidos el 5 de julio de 1772.

A principios de 1774 presentó el proyecto de un Edificio para una real academia de tres nobles artes y matemáticas (del A- 257 al A- 259) como ejercicio demostrativo para que la Academia le concediese la graduación que estimase oportuna. Por 41 votos a favor frente a 27 en contra le fue concedido el grado de académico supernumerario en la Junta Ordinaria General del 6 de febrero de 1774; no obstante, presentaría un mes más tarde para acceder a un nombramiento superior los diseños de Un panteón  (del A- 4817 al A- 4819), con los que le sería concedido el grado de académico de mérito en la Junta Ordinaria del 6 de marzo de 1774.

El 20 de diciembre de 1784 fue comisionado por la Academia para llevar a cabo el reconocimiento de los puentes sobre los ríos Bodión, Arga y Ardila en la Valencia del Ventoso (Badajoz), en vista de que se habían observado ciertos defectos en los planos ejecutados por García Pérez. El 7 de noviembre de 1785 lo sería también para hacer el reconocimiento, los planos y el calculo del puente sobre el río Negro en la villa del mismo nombre, que desde 1777 se encontraba arruinado e intransitable. El primer reconocimiento fue elaborado por el maestro arquitecto Bartolomé Insaurrandiaga, quien levantó el plan, realizó las condiciones y el avance del coste de la obra calculándolas en 98.200 reales. Reconocido el plano de orden del corregidor por el arquitecto Francisco Castillote, la villa de Río Negro acudió al Consejo pidiendo licencia para ejecutar la obra y el 17 de enero de 1778 el Consejo mandó que fuese remitido este expediente a censura de Marcos de Vierna. El arquitecto concluyó su informe el 10 de marzo dejando constancia de algunas advertencias relativas a la seguridad de la construcción que debían tenerse presentes: «que se ponga tal numero de tizones, disposicion de zampeados, en caso de que se necesiten etc; [...]», sin poder determinar la aprobación de la regulación hecha por el autor al ignorar las distancias en la que se encontraban los materiales, canteras, etc. Estas causas le llevaron a proponer que pasase a reconocer dichas obras Juan de Sagarvinaga y que el informe que hiciese se devolviese al Consejo para resolverlo acertadamente. 

Sagarvinaga elaboró un nuevo plan, las condiciones facultativas y la regulación de su coste calculándolas en 255.000 reales, presentándolo todo el 7 de agosto de 1779. El Consejo estudió todo el trabajo y remitió el expediente a Juan de Villanueva a fin de que informase lo mas conveniente. Villanueva no aprobó «la costosa obra proyectada por Sagarvinaga, y si le pàrece excedio en su comision, que solo se reducia á reconocer, indagar, y justificar el calculo propuesto por Ynsaurrandiaga. Concluye que siguiendo el primer proyecto con las adiciones que insinua, será menos su costo, que el que regula dicho Ynsaurrandiaga». Pero como hemos dicho anteriormente, en noviembre de 1785 la Academia acordaría finalmente que Ignacio Tomás pasase al lugar para hacer los reconocimientos debidos y formase los planos de la citada obra.

Al año siguiente Ignacio Tomás solicitó una de las plazas de tenientes de Arquitectura que habían quedado vacantes por ascenso a directores las que antes las poseían. También las solicitaron Francisco Sánchez, José Moreno y Manuel Martín Rodríguez. Este último lo hizo el 4 de marzo de 1786 alegando ser el discípulo mas antiguo de la Academia, haber estado empleado en obras de magnitud como la de los Reales Hospitales siendo subalterno de Francisco Sabatini y facultativo de ella; haber sido discípulo de la Academia hacía 43 años, opositor desde hacía 40 y académico de mérito desde hacía 19. Por su lado, Ignacio Tomás  expuso ser académico de mérito desde 1774, haber aparejado el segundo cuerpo de la fachada de la Iglesia de San Francisco El Grande, la escalera de la  casa palacio del duque de Liria, la reedificación y adorno de la iglesia parroquial de la villa de Brea (Madrid), los planos y la construcción hasta el piso alto del palacio del Infante Don Luis en la villa de Arenas de San Pedro (Ávila) y haber impartido la enseñanza en la Sala de Geometría por algunos meses por la ausencia de Juan de Villanueva a la misma.

El 8 de marzo de 1786 Antonio Ponz escribió al conde de Floridablanca comunicándole que en la Junta celebrada el 5 anterior se había realizado la votación secreta para la plaza vacante de teniente por ascenso de Juan de Villanueva, siendo propuestos los candidatos en el siguiente orden: José Moreno, Manuel Martín Rodríguez y Francisco Sánchez. Que los vocales habían sido 21, de los cuales 13 lo hicieron a favor de Moreno y 8 por Rodríguez, saliendo en primer lugar José Moreno y en un segundo Rodríguez. Este resultado no fue consultado a S.M. como era la costumbre debido a que José Moreno no pudo servir a la plaza de teniente para la que fue propuesto por la Academia en primer lugar al haber sido destinado por S.M. en calidad de vicesecretario de la Comisión de Arquitectura que acababa de establecerse. Este fue el motivo por el que S.M., nombró el 11 de noviembre a Manuel Martín Rodríguez para la plaza de teniente, quien daría las gracias por el nombramiento el 5 de enero de 1787.

Mientras tanto, en enero de 1786, Ignacio Tomás había sido propuesto por la Academia para realizar el reconocimiento del puente sobre el río Carrión en la villa de Saldaña (Palencia). Las obras del puente se remontaban a 1774 cuando su fábrica había sido dañada por unas grandes avenidas y la villa solicitó del Consejo el nombramiento de un arquitecto que llevase a cabo tanto su reconocimiento y reparación como la formación del plan, las condiciones facultativas y la regulación de las obras. El arquitecto José Antonio Otero efectuó dicho reconocimiento, regulando su coste en 573.647 reales, coste que se vio ajustado y llevó a Marcos Vierna a facultar el 21 de febrero de 1777 a cuatro maestros para realizar las obras pertinenetes. Dichas obras quedaron paralizadas desde 1779 hasta el 5 de julio de 1785, momento en que se solicitó su reanudación y el Consejo mandó que el intendente nombrase a un maestro que reconociese el puente y tasase sus reparos. Para dicho reconocimiento fue nombrado Juan Monge, quien levantó el plano, formó las condiciones y reguló su coste en 661.673 reales, advirtiéndo que si no se intervenía pronto el puente quedaría arruinado por completo y su reedificación subiría a tres millones de reales. Ante tales circunstancias, la Academia examinó los dibujos de Monge, los cuales vio arreglados, pero creyendo necesario un examen ocular nombró a Ignacio Tomás para que pasase a Saldaña y reconociera el puente. Este académico elaboró el informe, cuyos autos se compusieron de trece piezas  y tres planos. Los remitió a informe de la corporación el 9 de diciembre de 1789, pero dichos asunto serían remitidos nuevamente a la institución académica en octubre de 1793.

Sabemos que a mediados de 1786 fue comisionado por la Academia para llevar a cabo el estudio del terreno donde debía construirse un nuevo puente de piedra sobre el río Henares en Bujalaro, jurisdicción de Jadraque (Guadalajara), dado que el existente se encontraba arruinado y era habitual que los vecinos de ese pueblo lo recompusiesen provisionalmente todos los años con ramas y árboles para pasar al cultivo de sus tierras al otro lado del río. Además, era paso de los ganados lanares trasumantes y de los tragineros, es decir, los individuos que acarreaban mercaderías desde Madrid a parte de la Alcarria y de la Mancha hacia Navarra, Vizcaya y parte de Castilla La Vieja. Para este objeto, los facultativos Juan de la Riva y Feliciano de la Isequilla habían formulado una serie de dibujos. Aunque la Academia reprobó el pensamiento de Isequilla, creyendo más arreglado el de la Riva, advirtió que en el paraje donde había proyectado el puente se encontraban varios bancos en el río fuera de los cuales estaría mejor situado el puente, de ahí que se acordase nombrar a Ignacio Tomás para que reconociera las circunstancias locales ya que de la elección del sitio dependía la utilidad y la mayor solidez de la obra.

Con motivo de la remisión de los planos de un puente sobre el río Alagón en la ciudad de Coria (Cáceres) que el profesor Félix de Santo y Zubira había realizado, la Junta Particular del 12 de julio de este año acordó la conveniencia de que Ignacio Tomás pasase a dicha ciudad para que viera sobre el terreno si había posibilidad de hacer un proyecto menos costoso, o en su defecto eran de fiar los presentados por Santo. En el supuesto de que Tomás no pudiera hacerlo se propondría a Ochoa como sustituto, pero según consta en la Junta de la Comisión de Arquitectura del 27 de marzo de 1788 el proyecto sería realizado finalmente por Sagarvinaga. Algo parecido sucedería con el proyecto de una sala de ayuntamiento y cárcel para Castrillo de la Guareña (Zamora) realizado por José González Ortiz, ya que en la Junta de la Comisión de Arquitectura celebrada el 17 de marzo de 1787 se decidiría que Tomás realizase los nuevos planos e informes de la obra a fin de que los costes fuesen menores, pero una vez aprobado su proyecto los costes fueron superiores y además exigió el pago de diez doblones.

Su nombre volvió a reseñarse en las juntas académicas posteriores con motivo del expediente relativo a las condiciones y la regulación hecha por los arquitectos Diego de Ochoa y Francisco Alejo de Aranguren para la reparación del puente principal de la ciudad de Logroño, así como otros tantos sobre los ríos Iregua y Ebro. Desde 1745 a 1774 se habían invertido en este puente más de 20.000 ducados en reparaciones, concretamente 191.0000 reales en 1774. Al año siguiente se encontró de nuevo en peligro de ruina eminente, de ahí que durante 1778 y a fin de acabar con su destrucción y hacerlo transitable se gastasen otros 40.000 reales para reedificar uno de sus arcos. Aún con todo, el puente siguió en muy mal estado y la ciudad obligada a seguir sufragando una obra que si desde un principio se hubiese reedificado por completo y hubiese sido dirigida por arquitectos competentes no hubiera sido tan costosa. En 1785 se tomó la decisión de que Ochoa y Aranguren se encargasen de hacer los planos pertinentes, profesores que estimaron las obras en 606.298 reales de vellón. Su trabajo fue aprobado en 1786, sin embargo, la Academia dio la opción al Consejo de nombrar a Ignacio de Tomás, residente en Madrid, en caso de que no estuviera conforme con la obra de los anteriores arquitectos.

Antes de acabar el año de 1786 y tras ser reprobados anteriormente los dibujos de la iglesia de San Bartolomé del Grau (Barcelona) por sus adornos supérfluos y mal gusto, la Academia propuso al Consejo a Ignacio Tomás el 24 de octubre para formar los nuevos planos y las condiciones del templo, en vista de que al ser natural de Cataluña poseía el conocimiento de las prácticas y el coste de los materiales de la zona en la que se intentaba construir la iglesia.

Asimismo, fue comisionado el 9 de noviembre de 1786 para reconocer las obras de reparación del puente de Villasequilla de Yepes camino de Toledo, sus calzadas contiguas y hacer el plano, la tasación de la obra y el pliego de condiciones, en el que debía explicar el modo de ejecutarlas para ser censuradas posteriormente por  la Academia. Del mismo modo, su nombre apareció relacionado con el expediente de reparación de dos puentes sobre el río Alagón: uno en la villa de Granadilla y otro en el lugar del Guijo de Santa Bárbara, ambos en Cáceres. El primer reconocimiento de la obra había sido efectuado por el maestro Juan Vicente sin acompañarlo de dibujo alguno que demostrase la ruina y su reedificación, motivo por el que Nicolás de Morales, profesor de arquitectura en la ciudad de Badajoz, tuvo que elaborar nuevos diseños por encargo de su intendente en 1775. La Junta de la Comisión de Arquitectura estuvo de acuerdo con Morales en que era inútil construir de nuevo la presa o «pesquerón» contiguo al puente de Granadilla porque habiéndose reparado en muchas ocasiones debido a las grandes crecidas del río y por los malos cimientos sobre los que se asentaba, era necesario buscar otro medio más eficaz y sólido para desahogar las aguas. Para este objeto, creyó necesario aumentar en otros cinco el número de ojos del puente por el lugar donde el río solía hacer las irrupciones, pero los arquitectos que censuraron sus trabajos fueron de la opinión que con este número de ojos no bastaría. Esto, junto con el presupuesto que había dado Morales hizo pensar a la Academia en la necesidad de nombrar a un arquitecto hábil que llevase a cabo el nuevo reconocimiento del puente con objeto de conseguir los medios eficaces para afianzarlo y darle la solidez necesaria. Por otro lado, para llevar a cabo el reconocimiento del puente de Guijo de Santa Bárbara se propuso el 22 de diciembre de 1786 a Ignacio de Tomás, residente en Madrid, ya que no se conocía otro mejor en Extremadura, cuyo informe y plano en planta elaborados para la ocasión serían remitido a censura de la Academia el 23 de mayo de 1788.

Entretanto, sería nombrado por la Junta de la Comisión de Arquitectura el 3 de mayo de 1787 para enmendar o añadir su informe a las obras de reparación que debían efectuarse en las quiebras de las entradas, calzadas, puentes, etc., en la ciudad de Medina de Rioseco (Valladolid). Este expediente venía de antiguo, ya que desde 1775 la ciudad había acudido al Consejo para solucionar el problema, llegando la primera tasación de mano del maestro Tomas Riesgo, quien la había calculado en 243.000 reales. El 19 de septiembre de este mismo año se dio la comisión a Pedro Alonso Ojeda, corregidor de Becerril (Madrid) para que informase sobre la necesidad y utilidad de estas obras y para que se valiese de un maestro a fin de levantar los planos, realizar las condiciones facultativas y la evaluación del coste que tendrían las obras. Para esta comisión fue nombrado Manuel del Campo, maestro arquitecto de cantería que el 21 de mayo de 1776 presentó los planes y tasó la obra en 491.991 reales. Estos planes fueron remitidos el 22 de junio a la censura de Marcos Vierna, quien los vio adecuados al objeto que se pretendía y los tasó en 500.000 reales. El Consejo dio facultad a Vierna para que con esa tasación nombrase a los maestros que se iban a encargar de las obras, siendo elegidos por él mismo Vierna: Antonio Caredano, Juan Antonio de la Puente, Antonio Palencia y Francisco Blasco, a quienes les fueron adjudicadas las obras el 28 de mayo de 1777.

Tras hacer el reconocimiento pertinente, los maestros encontraron muchos reparos sin los que no era segura la obra al coste a la que se había ajustado, hecho que obligó al Consejo a dirigirse a Vierna para pedirle explicaciones al respecto. Vierna contestó que sería conveniente que otro maestro hiciese un nuevo reconocimiento y levantase nuevos planos, insinuando que podría hacerse cargo de ello Santiago de la Incera. Este individuo presentó el 21 de diciembre de 1778 los planos y las condiciones facultativas, regulando las obras de los puentes, pontones, calzadas, etc., en 1.049.380 reales. En vistas de esta disparidad de tasaciones, el 12 de octubre de 1782 el Consejo mandó al intendente de Valladolid sacar a pública subasta las obras, medio que trajo consigo la aparición de diversas posturas y mejoras por parte de los maestros que concurrieron a ella lo que obligó al Consejo a solicitar de Ventura Rodríguez su parecer sobre cual de estos maestros era el mas apto para llevar a cabo la empresa.

Rodríguez estudió la diversidad de posturas y vio que el proyecto de Incera era poco exacto, por lo que aconsejó que fuera Pedro de la Puente Ortiz quien se encargase de este cometido al conocer la pericia e inteligencia del arquitecto. El 26 de abril de 1784 el Consejo mandó al intendente de Valladolid que sacase a remate las obras y que admitiese las rebajas que se hicieran en dinero y no en aumento de la obra, saliendo como mejor postor Pedro de la Puente Ortiz al haberla tasado en 800.000 reales. No obstante, el 22 de enero de 1786 la Academia dio cuenta del envío, de orden del Consejo, en 10 de octubre de 1785 de varios dibujos que no pudo aprobar al observar poca exactitud en los planos y no haberse corregido en ellos las advertencias que Rodríguez había señalado. Este hecho hizo que el Consejo solicitase el 23 de marzo de 1787 de la corporación académica el nombramiento de otro maestro que enmendase o añadiese su informe a fin de presentarlo a la Academia. Por este motivo entraría en escena Ignacio de Tomás al ser nombrado por la Junta de la Comisión de Arquitectura el 3 de mayo de 1787 para este cometido entregándosele el 15 de mayo cuatro piezas de autos y 11 planos.

Por otro lado, remitió a finales de 1787 los proyectos revisados que la Junta del 25 de octubre había previamente censurado para la reedificación de un puente y la construcción de siete caminos (Junta de la Comisión del 16 de noviembre). Los planos estaban suscritos por Santiago de Incenga y el lugar era Medina de Rioseco (Valladolid). Tomás propuso una serie de mejoras en los mismos, las cuales fueron aceptadas al tiempo que se acordó que el propio Tomás revisara una vez al año las obras y realizase todos los trabajos.

Al tiempo que llevaba a cabo las obras anteriores  fue comisionado el 26 de octubre de 1787 para ejecutar el reconocimiento del puente de piedra que debía construirse sobre el río Alberche en el termino de la villa de Escalona (Toledo), a cuyo objeto se le entregaron dos piezas con tres planos que había formado el alarife de Toledo Francisco Ruano Calvo. 

Por entonces, y como consecuencia de no encontrar acertados los planos del profesor de Sevilla José de Echamorro acerca de unas casas particulares y una cárcel para la villa del Castillo de las Guardas (Sevilla), Ignacio Tomás tuvo que realizar por encargo de la Academia unos nuevos. En la Junta de la Comisión de Arquitectura del 24 de enero de 1788 se vio una queja de Echamorro a la corporación por haberle enviado los planos de Tomás en vez de los suyos, rencillas profesionales que concluyeron al acordar la Academia cotejar ambos proyectos para poder dictaminar más correctamente la obra. El 18 de marzo se pasó a censura el expediente de la casa consistorial del Castillo de las Guardas junto con una carta de Juan de Menviela, la declaración y dibujos de José Echamorro y la declaración y dibujos de Ignacio de Tomás, mientras que al mes siguiente lo fueron los de  «un puente y otras obras en la villa y termino de Granadilla. Dos piezas de autos, un dibuxo de Dn Ygnacio Tomas, y carta de Dn Pedro Escolano».

En la Junta de la Comisión de Arquitectura celebrada el 29 de mayo de 1788 se vieron los expedientes de reparación del puente de Granadilla,  Santa Bárbara y Abadía, todos ellos en Cáceres y ejecutados por Nicolás de Morales, los cuales habían sido revisados por Ignacio Tomás. A la Comisión de Arquitectura le parecieron más acertados los de Tomás, por lo que acordó que fuesen estos los que se realizasen bajo la dirección de Manuel Lizardi, constructor de las obras y profesor de Medina del Campo (Valladolid). En esta misma junta se resolvió también el conflicto  entre las casas consistoriales y la cárcel de la villa del Castillo de las Guardas (Sevilla), en cuyo proyecto se introducían algunas de las quejas formuladas por Echamorro, por entonces maestro mayor de las obras de Sevilla. Pero asimismo, antes de finalizar el año se examinaría el expediente del «Puente del Obispo en termino de Baeza, consta de una pieza de autos, un dibuxo de Dn Ygnacio Tomas, otro dibuxo aparte, y un avance, con carta de Dn Pedro Escolano».

A mediados de 1789 llegó a la Academia el proyecto remitido a informe por Lucas de Villanueva, vecino de San Clemente (Cuenca), a fin de que Ignacio Tomás practicase la revisión de una fábrica de hojas de lata cerca de Alcaraz (Albacete) al no encontrarse un académico que residiera más cerca del lugar (Junta del 22 de mayo). No obstante, en la Junta de la Comisión de Arquitectura reunida el 8 de julio de 1789 se notificó que los comisionados por el Rey habían hallado a Lorenzo Alonso, académico residente en Murcia, como el individuo más idóneo para llevar a cabo este trabajo. La misma junta estudió igualmente la reedificación del puente de Castrelo sobre el río Miño en el lugar de Barral (Orense), cuyos diseños e informes habían sido trabajados por Ignacio Tomás y presentados a la comisión. «En vista de que el puente se apoyaba en las rocas, por lo que los arcos eran desiguales y repugnaban a la vista» se le pidió al académico la realización de otros nuevos diseños, pero aprovechando los cimientos antiguos y haciéndolos más regulares. Al ser natural de Lérida, se le pidió también el informe del molino de aceite de Vinaixa para poder sacarlo fuera de la ciudad. Pero antes de acabar el año llegaría a informe «[...] un expediente de trece piezas de autos con varios dibuxos en un canuto de oja de lata entre ellos uno de Dn Ygnacio Tomas sobre un Puente para la Villa Saldaña, asimismo un pliego del contr de propios y arbitrios con un avance y dibuxo de Dn Franco Antº Quintillan pª conducir aguas al lugar del Fondon cerca de Granada», los cuales serían censurado respectivamente en las Juntas celebradas el 15 de enero de 1790 y 18 de diciembre de 1789 respectivamente.

La Junta de la Comisión de Arquitectura reunida el 15 de enero de 1790 acordó que Ignacio Tomás siguiese un año más junto con Manuel Turrillo como miembro  de la junta de la Comisión de Arquitectura. En este año le veremos residiendo en Córdoba, lo mismo que el maestro de obras Vicente López Cardera, por lo que en la Junta de la Comisión de Arquitectura del 12 de junio propuso que uno u otro llevase a cabo la revisión de las obras de un puentecillo en el arroyo de la Hormiguilla en la villa de Villafranca (Córdoba). Tanto a Ignacio como a su hemano Domingo Tomás, residente en Granada, se les propuso para que el que estuviese más cerca de los dos se encargara de la revisión de las obras de la iglesia parroquial de Castaño del Robledo (Huelva).

A finales de 1790 se vieron los dibujos y el informe correspondiente que Ignacio Tomás había remitido desde Córdoba para la reedificación de la iglesia parroquial de Santa Bárbara en Écija (Sevilla), los cuales fueron aprobados con varias modificaciones en la Junta del 1 de diciembre de 1790, misma junta en la que se vieron sus diseños y el informe de un puente en el despoblado de Boadilla de San Pedro, término de Illaescas (Toledo), que lo serían igualmente con una mínima recomendación en la Junta de la Comisión de Arquitectura el 17 de diciembre.

De los siete expedientes que fueron despachados por la Junta de la Comisión de Arquitectura el 6 de marzo de 1792, el nº 3º respondió a un «Oficio de Dn Christoval de Luna y los documtos necesarios sobre abono de dietas al Arqto Dn Ygnacio de Tomas pr su dirección y reconocimto de la obra de los Molinos de Martos».

Por estas mismas fechas, los diputados de la iglesia parroquial de San Juan Bautista y la iglesia parroquial de Santa Cruz de Écija (Sevilla) solicitaron de la Academia el nombramiento de Ignacio Tomás para que llevase a cabo la revisión y conclusión de las fábricas de ambos templos porque era  residente y director de la Escuela de Arquitectura en Córdoba, solicitud que la Comisión de Arquitectura aprobó el 8 de abril de 1791. Para esta obra se le pidieron algunas demostraciones en diseños y las partes difíciles de la construcción de los templos que fueron vistas en la Junta de la Comisión de Arquitectura celebrada el 19 de agosto.

Volvió a presentarlos el 29 de febrero de 1793, sin embargo,  José María de Arroyo, cura párroco de la Iglesia de Santa María y mayordomo de la fábrica de la parroquial de Santa Bárbara remitió el 16 de marzo dos planos para la reedificación del templo formados por Antonio Figueroa, por entonces maestro mayor de fábricas nombrado por el Arzobispo de Sevilla.  La Junta de la Comisión de Arquitectura del 21 de abril de 1793 aprobó a Ignacio de Tomás cuatro diseños que había ejecutado para la iglesia,  pero el 25 de agosto el propio arquitectó  no esperó para quejarse y solicitar de la Academia su protección ante los agravios que llevaba padeciendo con los canónigos de Sevilla y sus maestros albañiles en las obras acontecidas en Écija.

Con respecto a otras obras realizadas por Ignacio de Tomás en el mismo lugar, tenemos constancia que el 14 de febrero de 1794 el marqués de Alcántara del Cuervo, vecino de dicha ciudad, patrono del Sagrario de la iglesia parroquial de San Juan Bautista y Hermano Mayor de la Capilla de Jesús situada en la misma iglesia, dirigio una instancia a la Academia manifestando los perjuicios que se estaban ocasionando y que se ocasionarían si se continuaban las obras del templo según los planos del arquitecto Tomás, a quien habían hecho ver los inconvenientes que acarreaban y no había cedido en su intento. Esta representación fue vista por la corporación en la junta celebrada en el mes de marzo, momento en que se acordó terminar con las desaveniencias de forma prudente y sin violencia, y comunicar a Tomás que se atuviera a las consideraciones señaladas por el Marqués a fin de modificar los planos según creía este último necesarias, ya que las obras no podían suspenderse en vista de que habían sido previamente aprobadas por la Academia.

Las modificaciones de las que hablaba el marqués de Alcánta del Cuervo eran entre otras «el mucho coste qe calcula tendran las colunas y lo inservible qe quedarían varias cosas de la Yglesia como organo, y retablos [...]». El acuerdo tomado por la Academia fue acatado por el Marqués,  sin embargo, el 20 de marzo contestó a la Academia que dicho «medio es el mas facil y prudente, pero temo qe la genialidad de Dn Ygnacio de Thomas nó lo adapte». 

En respuesta al acuerdo tomado por la Academia, el 30 de marzo de 1794  Ignacio de Tomás contestó a la corporación que no tenía ningún arbitrio para poder atender a la demanda del Marqués porque habiendo hecho los cimientos y levantado las paredes exteriores con su distribución de pilastras exteriores e interiores había puesto dos medias columnas pareadas y en lugar de los machos aislados que debían dividir las naves, columnas pareadas y aisladas correspondientes a las medias. Que después de concluidos los diseños y aprobados por la Academia, el Marqués había solicitado por haberse caido uno de los machos de las medias columnas al frente de su capilla y no poderle dar una entrada regular por este lado fuese suprimido dicho macho por un arco a fin de que su entrada cayese en medio de ella. En vista de esta solicitud, Ignacio de Tomas le contestó que no estaba en su mano porque lo que pretendía era totalmente opuesto a las reglas del arte y además, porque el diseño ya había sido aprobado oficialmente, contestación que motivó el que los diputados del Cabildo de Sevilla y su Provincia diesen a partir de entonces la dirección de la obra a un maestro cantero u albañil de la ciudad de Sevilla, contraviniendo todas las reales órdenes.

Dejado de lado las obras de Écija y retomando otras tantas ejecutadas por Tomás  en el transcurso de estos años, sabemos que estuvo ocupado en el reconocimiento de los planos diseñados por los hermanos Cardera y en la dirección, durante cinco meses, de las obras de la presa del molino de Martos (Jaén), última obra por la que la Junta de la Comisión de Arquitectura del 6 de marzo acordaría pagarle 30 reales de vellón, además de 20 doblones por el reconocimiento e informe elaborados. A finales de este mes trabajó el proyecto y el informe facultativo para una iglesia que se estaba construyendo en la villa de Cabra del Campo (Tarragona), encargo que le había sido encomendado por encontrarse en esos momentos en Barcelona, cuyos planos ya habían sido remitidos a censura en octubre de 1791. Asimismo, la Junta de la Comisión de Arquitectura reunida el 13 de mayo de 1792 acordó que él o su hermano Domingo Tomás se hicieran cargo de los proyectos para la cárcel que se pretendía construir en Alcalá la Real (Jaén), dado que el proyecto remitido por Manuel Francisco de la Incera no era apropiado para ese fin.

En agosto de 1792 el Consejo remitió a la Academia el expediente relativo a la villa de Tordómar (Burgos) para que la corporación propusiese a otro maestro en lugar de Ignacio Tomás en las obras del puente sobre el río Arlanza. Respecto a esta obra cabe mencionar el hecho de que el 28 de junio de 1731 se había aprobado por provisión del Consejo el remate de las obras del puente por Marcos de Vierna Pellón por la cantidad de 134.030 reales, pero debido a la ruina del mismo por la crecida del río el intendente de Burgos había ordenado en 1775 al maestro arquitecto Francisco Pérez del Hoyo su reconocimiento como el de las calzadas y manzanas, obras que tasó en 176.600 relaes. Tras diversos reconocimientos y disparidad de tasaciones se adjudicaron finalmente las obras por Cedula del Consejo en enero de 1777 en 192.600 relaes, pero Mariátegui y Marrón recurrieron en mayo de ese mismo año no admitiendo las obras sin la adjudicación de un zampeado que creían necesario y cuyo coste calculaban en 70.000 reales más. En un tercer informe Vierna aprobó en julio esta adición pidiendo la adjudicación a los mismos en los 262.600 reales y en octubre, a través de una cédula,  se le nombró como el profesor que debía elegir a un nuevo maestro para hacer un nuevo reconocimiento. En enero de 1778  González de Lara propuso otro método para reparar los daños evaluándolos en 228.500 reales, método que sería aprobado por Vierna, quien nombró a José de Cuevo, Simón de Cotero y Juan Francisco de la Portilla, todos del obispado de Santander, para que llevasen a cabo las obras necesarias. A través de la Cédula de 12 de febrero de 1778 les fue adjudicadas las obras, cuyo proyecto, planos y condiciones pasaron la censura de la Academia en junio de 1787, 26 de marzo de 1788 y mediados de 1792. Es en este momento cuando apareció relacionado con la obra Ignacio de Tomás y el Consejo solicitó el nombramiento de otro maestro que se encargase de las obras, en vista de que Tomás residía por entonces en Córdoba.

Siete años más tarde fue nombrado junto con Pascual de Rezusta vocal de la Comisión de Arquitectura para el bienio 1799 y 1800, uno en sustitución de Silvestre Pérez y el otro de Evaristo del Castillo (Junta Particular del 6 de enero de 1799). Ambos académicos ocuparon el cargo hasta el 4 de enero de 1801, momento en que fueron sustituidos por los también académicos Ignacio de Haan y José Miguel de Toraya. 

Su nombre ha quedado reseñado junto con los de Juan Antonio Cuervo y Blas Cesáreo Martín en la Junta Ordinaria del 8 de febrero de 1801 al ser propuestos tres académicos arquitectos para la plaza de teniente director de arquitectura, vacante por fallecimiento de Francisco Sánchez. Una vez leídos los méritos de los tres pretendientes se procedió a la votación secreta. De los 23 vocales 9 votaron a favor de Cuervo, 8 de Martín y 6 de Tomás, resultado por el que salió propuesto Cuervo en primer lugar, no obstante, en la segunda votación los resultados fueron 14 para Martín y 9 para Tomás, por lo que este último saldría propuesto en tercer lugar. Al año siguiente presentó los diseños de una capilla que se pensaba reedificar en el Seminario de Nobles de Madrid, los cuales serían aprobados en la Junta de la Comisión de Arquitectura el 30 de diciembre de 1802. 

Por la Real Resolución de S.M. emitida con motivo de la consulta hecha por el Consejo el 29 de noviembe de 1803, se acordó su cumplimiento el 5 de enero de 1804 para poder construir las obras de caminos, puentes, pontones, calzadas y demás, propuestas por la ciudad de Medina de Rioseco (Valladolid) con arreglo al informe y los dibujos presentados por Ignacio Tomás, los cuales habían sido previamente aprobados por la Academia. En estos momentos se acordó  «[...] hechar al tiempo de la construccion dos pies entre quijo y arena en el mayor lomo del camino en lugar al pie y medio que previno dho Arquitecto: que todas estas obras se sacasen à publica subasta con las condiciones de no poderse pedir con pretexto alguno, mejoras ni aumentos; de anticipar el Maestro, o Maestros en quienes se remataren por via de fianza en obra y materiales, una quarta parte de su importe; conservarlas de su cuenta y riesgo por el tiempo de dos años despues de la entrega; asistirlas y dirigirlas por si mismos, sin fiarlas ó sub-arrendarlas à otros en manera alguna; admitiendo las posturas y mejoras qe se hicieran en dinero efectivo, y no en aumento de obra, con tal que no excediesen de los 986.600 rs en que incluias las adiciones del Arquitecto Mayor de Madrid Dn. Ventura Rodriguez las havia estimado el referido Dn Ygnacio Tomás y con el aumento de 11.866 pies de camino sobre los que proyectó Dn Santiago de la Ynera, y que dhas postura fueran de Maestros practicos e inteligentes qe huviesen executado otras semejantes obras de orden y con aprovazon de S.M.. o del Consejo, en calidad de principales encargados [...]». Pasaron trece largos años desde que en 1803 se sacaron a pública subasta las obras, por lo que la Academia nombró al maestro Santiago Sipos para que bajo su responsabilidad mirase su ejecución, calidad de materiales y verificase de nuevo las obras. Pero fallecidos tanto Sipos  como el autor del proyecto, Ignacio de Tomás, este último en 1812, fue necesario en 1819 el nombramiento de otro profesor aprobado y principal director de las obras para que pudiera responder de la seguridad de las mismas. Este puesto recayó en el director de la Real Academia de la Purísima Concepción de Valladolid Pedro García González, quien nombrado por la Junta Ordinaria celebrada el 20 de febrero debido a sus acreditados conocimientos desempeñó el encargo a satisfacción del Consejo de la ciudad.

En 1804, al tiempo que Manuel Joaquín Medina, Ángel Monasterio, Dámaso Santos Martínez y Francisco Pérez Rabadán, Tomás y Fabregat se presentó a la cátedra de Perspectiva, sin llegar a obtener la oposición ninguno de ellos. El Gabinete conserva de esta convocatoria, todos los trabajos presentados al certamen: de Dámaso Santos dos Talleres de vaciados (P- 2305 y P- 2307); de Medina, un Taller de vaciados (P- 2306) y el Estudio de un capitel jónico en perspectiva (A-5413); de Monasterio un Taller de escultura (P-2300) y un Estudio de Perspectiva (A-5726); de Tomás y Fabregat dos diseños de Estudio de capiteles (A- 5606 y A- 5607) y tres dibujos de Pérez Rabadán  correspondientes a un Espacio octogonal con cúpula (A- 1905, A- 5313 y A- 4630).

En la Junta de la Comisión del 30 de octubre de 1804 se vieron sus dibujos para un hospital con iglesia y ayuda de parroquia en el lugar de Villacañas (Toledo), momento en que se le comunicó a través de Antonio Aguado que podía realizar la iglesia, pero con un ornato más sencillo del que había diseñado. Se le adelantaron 1.500 reales para que pasase a Villacañas a reconocer el terreno donde iba a situarse el edificio, residiendo en unas casas propiedad del intendente durante ocho días y recibiendo 120 reales por cada uno de ellos. Posteriormente le fueron entregados otros 400 reales que tenían en deuda, pero al ser nombrado director de arquitectura en la ciudad de Granada desapareció sin avisar y sin comunicar a Portillo, del hábito de San Juan y comisionado por S.M. para la construcción del hospital, que tenía formados los planos que se le había pedido de la obra. Esta conducta tan inesperada fue criticada por Portillo en un escrito dirigido a la Academia el 1 de marzo de 1806, momento que aprovechó para comunicar que se había enterado de que los planos sin la tasación habían pasado la censura de la Academia en la Junta Extraordinaria celebrada el jueves anterior y que por ello se hiciese la tasación a la mayor brevedad. Tristemente las obras no llegaron a ejecutarse por la llegada de los franceses a nuestro país.

Al tiempo que se resolvían los problemas de la obra anterior, Mateo de Medina y Pedro de la Puente Ortiz habían concluido su bienio como vocales en la Junta de la Comisión de Arquitectura por lo que fue necesario el nombramiento de otros dos académicos que los sustituyesen para los años 1805 y 1806. Para este fin, la Junta Particular del 6 de enero de 1805 nombró a Manuel de la Peña y Padura e Isidro Velázquez, pero mientras que el primero aceptó el cargo sin problemas el segundo comunicó su imposibilidad de asistir durante la primera jornada a las juntas por estar al servicio diario de S.M. en sus obras reales, no obstante, indicó que en caso de que concluida dicha jornada estuviera en Madrid no tendría problemas en ocupar el cargo. En vista de este problema, la Junta Particular del 2 de febrero decidió finalmente nombrar a Ignacio de Tomás vocal de la Junta de la Comisión de Arquitectura porque era a quien le correspondía el cargo según el turno establecido. Pero la Junta Particular del 17 del mismo mes acordó que Isidro Velázquez continuase como vocal y que asistiese cuando sus ocupaciones se lo permitiesen, subsistiendo igualmente la nominación hecha en la persona de Ignacio de Tomás. 

Llegó a ser director de Perspectiva y director de la Escuela de Granada desde 1807 hasta su fallecimiento en 1812, tiempo en el que desempeñó otras tantas obras en Granada, como el reconocimiento de varios edificios en Santa Fe después del los terremotos de 1807, por cuyo motivo escribió una memoria sobre la construcción más conveniente para evitar ruinas, y a mediados de este año los planes y la declaración facultativa para la construcción de la presa en el cortijo de las Dehesas perteneciente a la ciudad de Guadix (Granada), que serían aprobados en su totalidad por la Comisión de Arquitectura el 4 de junio de 1807.


Fuentes académicas:

Arquitectura. Iglesias parroquiales, 1751-1790. Sig. 2-33-1; Arquitectura. Hospitales y orfanatos, siglos XVIII y XIX. Sig. 2-29-5; Arquitectura. Iglesias parroquiales, 1790-1801. Sig. 2-33-2; Arquitectura. Presas, canales y molinos, 1779-1833. Sig. 2-31-5; Arquitectura. Puentes, 1780-1790. Sig. 2-31-6; Arquitectura. Puentes, 1788-1792. Sig. 2-31-7; Arquitectura. Puentes, 1792-1795. Sig. 2-31-8; Arquitectura. Puentes, 1793-1820. Sig. 2-31-9; Comisión de Arquitectura. Arquitectos, 1758-1846. Sig. 2-23-6; Comisión de Arquitectura. Composición. Nombramientos de vocales, 1804-1809. Sig. 1-29-6; Comisión de Arquitectura. Informes, 1758-1798. Sig. 1-28-5; Comisión de Arquitectura. Informes, 1788-1797. Sig. 1-28-1; Comisión de Arquitectura. Informes, 1798-1804. Sig. 1-28-2; Comisión de Arquitectura. Informes, 1803. Sig. 1-28-4; Comisión de Arquitectura. Informes, 1804. Sig. 1-29-1; Comisión de Arquitectura. Informes, 1806. Sig. 1-29-3; Comisión de Arquitectura. Informes,  1807. Sig. 1-29-4; Distribución de los premios concedidos por el rey N.S. a los discípulos de las nobles artes, hecha por la Real Academia de S. Fernando en la Junta General de 12 de julio de 1769. Madrid: Imprenta de la Viuda de Eliseo Sánchez, 1769; Distribución de los premios concedidos por el Rey Nuestro Señor a los discípulos de las nobles artes, hecha por la Real Academia de San Fernando en la Junta Pública de 5 de julio de 1772. Madrid: por D. Joachín Ibarra, 1772; Libro de actas de juntas ordinarias, extraordinarias, generales y públicas, 1770-1775. Sig. 3-83;  Libro de actas de juntas ordinarias, extraordinarias, generales y públicas, 1776-1785. Sig. 3-84; Libro de actas de juntas ordinarias, generales y públicas, 1795-1802. Sig. 3-86;  Secretario general. Académicos. Arquitectos, 1750-1831. Sig. 1-44-2;


Silvia Arbaiza Blanco-Soler
Profesor TU de la UPM


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