Hijo de Agustín Secall y Ramona Asión, nació en Zaragoza el 21 de octubre de 1819 siendo bautizado ese mismo día en la iglesia metropolitana de la Seo, y murió en Salamanca en 1890. Fue alumno de arquitectura en la Real Academia de San Luis de Zaragoza, institución en la que se matriculó en los cursos de primero, segundo y tercer año en las cátedras de Matemáticas. En dichos cursos, que dieron comienzo en noviembre de 1837, 1838 y 1839 y concluyeron en junio de 1838, 1839 y 1840 respectivamente, obtuvo en todos ellos la calificación de sobresaliente. En este centro estudió también los cinco órdenes de arquitectura de Vignola, los templos de Vitrubio, las casas de Paladio, el Panteón de Agripa y otros de Desgodetz, además de varios edificios antiguos y modernos.
A fin de perfeccionar sus estudios de arquitectura se trasladó a Madrid, siendo admitido como alumno particular del arquitecto Atilano Sanz, maestro con quien permaneció por espacio de varios años. En el transcurso de ese tiempo adquirió los conocimientos teóricos y prácticos de la profesión, asistiendo a lo largo de dos años a las obras a cargo de su maestro, ejecutando las medida, tasaciones y replanteos de las mismas, así como pequeños proyectos de su invención hasta edificios de primer orden.
El 13 de junio de 1845 solicitó de la Academia de San Fernando su admisión a los ejercicios para la clase de maestro arquitecto, presentando como prueba de pensado el proyecto de un Colegio de medicina y cirugía «con destino a la ciudad de su naturaleza» (del A- 517 al A- 520) junto con el informe facultativo y el avance del coste de la obra, la partida de bautismo, la certificación de los cursos de Matemáticas aprobados, la certificación de práctica librada por el profesor Atilano Sanz y la justificación de su conducta moral y política.
La Junta de la Comisión de Arquitectura celebrada el día 17 de junio de 1845 examinó la obra y los documentos aportados, acordando el pase del interesado al resto de los ejercicios de reglamento. Fue admitido en la Junta Ordinaria del 29 del mismo mes, fecha en la que le sortearon los programas de repente. Le tocaron en suerte los números 11, 147 y 86 nuevos, los cuales respondieron respectivamente:«Ydear un Parador para hospedar todo genero de personas, que ha de colocarse en un Camino Real, de doscientos pies de fachada por ciento y veinte de fondo. Planta, fachada y corte», «Una Armadura para cubrir el Palco Escenico de un teatro en linea de cinco pies. Se demostrará en tamaño regular con los despiezos y demas por menores que manifiesten su mejor inteligencia» y «Un deposito ó arca de agua general en lo mas alto de una gran población que sirviendola de adorno, vierta su sobrante por Fuentes alrededor. Planta y fachada». De los tres asuntos escogió el nº 86, es decir, un depósito o arca de agua en lo más alto de una población, elección que comunicó a la corporación el 11 de julio.
Cuando José Secall se personó a las cinco de la mañana para hacer el examen de repente algo se lo impidió y ese algo fue una fuerte «fluxión» que le obligó a desistir de hacer el trabajo por el dolor que padecía. En vista de la razón aludida, el 13 de julio volvió a solicitar de la Academia nuevo programa de repente, petición que le fue concedida en la Junta Ordinaria del 3 de agosto. En estos momentos le sortean los asuntos de la prueba rápida, tocándole en suerte los números 114, 28 y 109, los cuales respondieron en esta ocasión: «Puente triunfal adornado magníficamente con algun orden de Arquitectura en la parte que convenga. Planta y alzados», «tribunal de comercio con salon espacioso para comerciantes y litigantes, sala para el Juzgado y algunas otras piezas para Secretaria, Archivo y para porteros. Planta y alzados» y «Una Carniceria con repeso, para una ciudad principal, sin mas adorno que el que corresponde á este edificio. Planta, fachada y corte». De los tres programas escogió el nº 28, es decir, un Tribunal de comercio con salón espacioso para comerciantes y litigantes (A- 1240), elección que comunicó el 14 de agosto.
La Junta de Examen reunida para examinarle en la clase de maestro arquitecto tuvo lugar la tarde del 4 de septiembre de 1845, asistiendo a ella como vocales Marcial Antonio López, Antonio Conde y González, Atilano Sanz y Pérez, Aníbal Álvarez y Juan Miguel de Inclán Valdés. Cotejada la obra de pensado con la prueba de repente que el interesado explicó una vez entrado en la sala, se procedió a la realización del examen teórico. Secall comenzó este nuevo ejercicio tratando el estudio de las matemáticas, la geometría elemental, práctica y analítica como sus aplicaciones en la práctica constructiva. Después explicó la aplicación del álgebra a la geometría, las secciones cónicas y la curva elíptica; el replanteo y la ejecución de su pensamiento de prueba con su construcción, desde los cimientos hasta la cubierta de emplomados, su asiento y sugeción, el empleo de los materiales en las fábricas de mampostería, ladrillo y cantería. Enseguida trazó las plantillas que se le pidieron para las columnas, arquitrabes y cornisas, y más tarde formó y explicó el levantamiento del plano de un edificio propuesto a tasación. A continuación midió alturas y distancias inaccesibles, y volvió a tratar la elipse aplicada a un arco de cantería con objeto de trazar sus dovelas, con cuyo motivo se adentró en el tratado de las bóvedas, el espesor de los muros, las cimbras, el nivel, trabazón y el aplomo que requerían. Y por último, en el mecanismo y el asiento de las fábricas de ladrillo.
Satisfechos los examinadores con el mérito de las obras ejecutadas y las explicaciones dadas le vieron con los conocimientos suficientes para ostentar el título de maestro arquitecto, grado que le fue concedido en la Junta Ordinaria Extraordinaria del 14 de septiembre de 1845, a los 26 años de edad.
El 30 de julio de 1852 remitió a censura confidencial de la Academia el plano de la fachada de la iglesia del convento de monjas de Jerusalén en la ciudad de Zaragoza, cuyo informe sería redactado por Atilano Sanz previo nombramiento de la Sección de Arquitectura. Este profesor estudió la construcción del edificio, cuyo costado de la iglesia daba al Paseo de Santa Engracia y estaba fuera de línea, como ya había manifestado el año anterior en otro proyecto de fachada el maestro de obras Eusebio Blasco. Debido a que en estos momentos se estaba construyendo en el Paseo de Gracia una nueva calle, creyó conveniente que Secall indicara tanto la situación de la iglesia como los edificios contiguos a su alineación y altura para poder juzgar correctamente el plano que ahora se encontraba en sus manos. Pero examinado el proyecto aisladamente encontró que en la fachada era necesaria la disposición de dos pilastras en los extremos del cuerpo principal en vez de una, equidistantes una de la otra diámetro y medio, así como la supresión de las pilastras de los pabellones de los extremos para decorarlos con mayor sencillez. El informe de Secall fue aprobado por la Sección de Arquitectura el 21 de agosto de 1852.
Al año siguiente la Junta General del 5 de junio de 1853 examinó dos proyectos suyos para Soria: una cárcel para Almazán y otra con audiencia para Ágreda en el suprimido convento de San Agustín. Respecto a este último proyecto se le hicieron las siguientes consideraciones: «que teniendo un estenso patio cerca de 23.000 pies superficiales, es doloroso construir por una economia mal entendida una carcel mezquina en que todos los esfuerzos del Arquitecto no han bastado pª proporcionar el desahogo necesario y la separacion de clases que exige la legislacion vigente, y asi que cree deberia levantarse otra crujia paralela á la que ya existe y que unida con ella proporcionaria el espacio que le falta para colocar debidamente todas las dependencias que ha de comprender», observaciones que debían ser modificadas cuando fuese censurado de nuevo el proyecto en la Junta General del domingo 5 de febrero de 1854.
A lo largo de este mismo año elaboró otros tantos diseños, entre ellos los correspondientes al tercer cementerio (abril de 1854) que las juntas parroquiales de Zaragoza intentaban construir en la ciudad. Tras la falta de recursos económicos, incluso para la compra de los terrenos y largos litigios con el Ayuntamiento, la obra fue encargada a Secall, quien se encontró con que no se pensaba construir más que un patio central, una casa mortuoria en la parte del testero para que los cadáveres pudieran ser trasladados a la capilla y salir de ella para ser finalemte enterrados, junco con dependencias, depósitos y demás en la parte de entrada.
Comprados los terrenos y antes de formar los planos, el arquitecto estudió el antiguo cementerio que tenía 400 pies de frente y 477 de lado, contando su recinto con 2.108 nichos que habían empezado a ocuparse en 1834 sin haberse hecho una exhumación en más de 20 años. Enseguida elaboró el pensamiento del cementerio dotando al patio central con 300 pies de frente y 468 de lado, circundándolo por una galería interior de columnas. Debajo se ubicaban 1.472 nichos de primera clase mientras que las de segunda clase elevaban su número a 3.336. Proyectó las cuatro paredes sobre una cimentación por zanjas rellenas de mampostería ordinaria de tres palmos de profundidad como mínimo y una vara castellana de anchas. Enrrasados los cimientos con la superficie del terreno levantó la fábrica de mampostería hasta la altura de tres palmos, constituyendo un zócalo sobre el cual levantó los muros de tapia valenciana, a excepción del sitio que ocupaban las habitaciones y la capilla en las que introdujo pilares de ladrillo, jaharrando y labrando toda la pared al exterior. Las basas y capiteles de las columnas eran de mármol de la cantera de Calatorao (Zaragoza) y de orden dórico griego, mientras que las cañas de fábrica de ladrillo jaharradas, pulidas y estucadas. A la hora de hablar de su proyecto, el propio Secall expuso: «No han sido escasas las dificultades que se han presentado aun para adoptar el adjunto plano, pues acostubrados en Zaragoza á tener un cementerio cerrado por cuatro paredes de tierra con unos nichos cubiertos separadamente cada uno á dos aguas, y una capilla sin mas hornato arquitectonico que la cruz puesta sobre el altar, el proyecto presente parecía demasíadamente lujoso, cuando tanto se resiente de sencillo, cuando tanto pudiera hacerse que le falta, sí se contase con los fondos necesarios». El arquitecto remitió a informe de la Academia todos los documentos alusivos al cementerio el 17 de abril de 1854, incluyendo el cálculo de la obra cuyo coste elevaba a 220.565 reales de vellón, los cuales fueron censurados por la Sección de Arquitectura el 18 de mayo de 1854 y aprobados por la corporación en la Junta General celebrada el 11 de junio.
A principios de 1861 elaboró el proyecto de habilitación del palacio de la Diputación Provincial de Huesca, para el que presentaría a la Academia de San Fernando tres documentos: 1) La memoria descriptiva. 2) Los planos de las plantas, los alzados y la sección del palacio, como los detalles de la sección transversal del salón, la proyección vertical, un capitel corintio, el antepecho de la galería, la crestería, la reja, etc., y 3) El presupuesto de la obra, cuyo importe ascendía a 367.069 reales con 63 céntimos. Examinado el proyecto el 11 de marzo de 1861, la Junta de la Sección acordó la necesidad de introducir ciertas correcciones en su diseño, como suprimir las ménsulas, repisas y aún las jambas del piso de entresuelo, dejando sólo los balcones antepechados; cambiar las basas de las pilastras del piso bajo por ser de mal gusto, así como las cresterías, que siendo el remate de la fachada principal estaban mal colocadas y debían salir del filo de la cornisa. El dictamen de la Sección de Arquitectura fue aprobado por la Academia en la Junta General del 14 de abril de 1861.
Este arquitecto provincial de Salamanca optó a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1866 por la Arquitectura desarrollando el proyecto de un Teatro para una capital de provincia. También participaron en este certamen Bernardo Gil y Bello, maestro de obras natural de Toledo, director de caminos vecinales y Fontanero Mayor de la Real Casa, quien ejecutó el Proyecto de edificio destinado á parada de caballos padres; Higinio Cachavera, natural de Madrid, discípulo de la Escuela Especial de Arquitectura y ganador de la mención especial en la Exposición Nacional de 1862, que presentó para la ocasión el proyecto de una Bolsa y tribunal de comercio; Faustino Domínguez Comes-Gay, natural de La Coruña y discípulo de la Escuela Especial de Arquitectura que lo hizo con el proyecto de una Iglesia parroquial; Miguel Garriga y Roca, natural de Alella (Barcelona) y ganador de una mención honorífica en la Exposición Nacional de 1864, que ejecutó el Proyecto de la nueva iglesia de San Ginés de Vilasar en el Obispado de Barcelona; Alejandro Herrero y Herreros, natural de Madrid y discípulo de la Escuela Especial de Arquitectura, quien presentó un Monumento dedicado a conmemorar la paz de Vergara; Antonio Iturralde, natural de San Sebastián, discípulo de la Escuela Especial de Arquitectura, profesor de la Escuela de Bellas Artes de Valladolid y Caballero de la Real y distinguida orden de Carlos III, que participó con los Proyectos de un teatro, un mercado público y un lavadero público; Calixto Loira y Sánchez en colaboración con Ramiro Amador de los Ríos, natural el primero de la Habana y el segundo de Madrid, pero ambos alumnos de la Escuela de Arquitectura, que idearon para la ocasión un Monumento a la unión telegráfica de Europa y América; Mariano López Sánchez, arquitecto, discípulo de la Escuela Especial de Arquitectura y premiado con la medalla de 2ª clase en la Exposición Provincial de Toledo de 1866, que lo hizo con el Proyecto de una iglesia panteón y un edificio destinado a oficinas del Gobierno en una provincia de primera clase; José Marín Baldó, natural de Murcia y alumno de la Escuela que desarrolló, por el contrario, el Modelo de un monumento a la gloria de Cristóbal Colón y de España por el descubrimiento del Nuevo-Mundo; José Oriol Mestres, arquitecto y académico corresponsal de la de Nobles Artes de San Fernando, que proyectó los Estudios originales para la conclusión de la Catedral de dicha ciudad, ejecutado con autorización de S.M. por Real orden de 19 de Junio de 1866 por dicho arquitecto, y a expensas del Excmo. Señor D. Manuel Girona; Vicente Paredes Guillén, natural de Valdeobispo (Cáceres), discípulo de la Escuela de Arquitectura de Madrid, que elaboró el Proyecto de un Panteón de una familia; Demetrio de los Ríos, natural de Sevilla, arquitecto y alumno de la Escuela Especial de Arquitectura, académico correspondiente de las Reales de la Historia y San Fernando, profesor de la Escuela de Bellas Artes de Sevilla y vocal de su Comisión de Monumentos, que llevó a cabo el Proyecto de restauración de las casas consistoriales de Sevilla; Atilano Rodríguez Collado, natural de Santander, arquitecto, alumno de la Escuela Especial de Arquitectura y medalla de 2ª clase en la Exposición de Bayona, quien ejecutó una Ermita en despoblado; Emilio Sánchez Osorio, natural de Guadalajara, discípulo de la Escuela y premio de 3ª clase en la Exposición Nacional de 1864 que participó con el Proyecto de iglesia, mientras que Julio Saracibar, natural de Vitoria (Álava) y discípulo de la Escuela que concurrió con una Casa de baños y lavaderos y un hospicio general. No obstante, entre las adiciones en la Arquitectura aparece el nombre de Eugenio Duque, natural de Almonacid (Toledo), discípulo de la Escuela Especial de Pintura y Escultura, medalla de 2ª clase en la Exposición Nacional de 1860 y 1864, y pensionado en Roma por la Diputación de la Provincia de Toledo, que diseño un Panteón para conservar las cenizas de los héroes de la provincia de Toledo y un Obelisco para conmemorar los hechos de los héroes de la misma provincia.
Tras la votación secreta salieron premiados: medalla de segunda clase: Emilio Sánchez Osorio; medalla de tercera clase: Julio Saracibar, Faustino Domínguez Coumes-Gay, Atilano Rodríguez Collado y Mariano López Sanchez; menciones honoríficas: Calixto Loira y Sánchez, Ramiro Amador de los Ríos, José Secall y Antonio Iturralde.
A mediados de 1870 la Academia estudió de nuevo el expediente de varias obras de reparación que habían sido ejecutadas en la cárcel de Barbastro (Huesca) durante 1865. Se trataba de una cárcel construida sobre la elevada márgen del río Vero que estaba necesitada de reposiciones en uno de sus ángulos y parte del lienzo de la fachada que miraba al río. El proyecto de reparación fue formulado por José Secall, arquitecto provincial que explicó su construcción con las siguientes palabras: «1º macizar con mampostería hidráulica las hoquedades de la parte inferior de la roca, estableciendo provisionalmente una ataguía que evitase asi mismo en lo sucesivo los malos efectos de la correinte de las aguas. 2º en revestir toda la altura de 17 metros hasta los cimientos de la fachada con un muro de fábrica escalonado en cinco cuerpos y perfectamente unido con la roca; y 3º en demoler y reconstruir de nuevo la parte ruinosa del edificio. [...]». Sin embargo, muchas de estas obras no llegaron a realizarse.
Los trabajos fueron adjudicados al contratista Manuel Lafarga, quien comenzó la obra el 11 de noviembre de 1861concluyéndola el 12 de diciembre de 1862. Al verse inexáctos los datos facultativos en las mediciones practicadas, la R.O. de 17 de septiembre de 1863 previno al gobernador de Huesca para que el arquitecto provisional hiciera una medición general de todas las obras con asistencia del contratista, que se redactase una memoria con la explicación y justificación de las variaciones que se habían introducido en los trabajos y las variaciones resultantes entre las obras realmente ejecutadas y las que figuraban en el proyecto aprobado. El 26 de marzo de 1864 se emitió otra R.O. reclamando la memoria solicitada, pero al no ser remitida tampoco Juan Nicolau tuvo que hacerse cargo de su redacción en 1865 y dar su opinión acerca de las causas que habían motivado la notable diferencia, al ostentar en estos momentos el cargo de arquitecto provincial.
El 4 de diciembre de 1871 los académicos Eugenio de la Cámara, Francisco Cubas y Antonio de Cachavera y Langara propusieron a Secall para el grado de académico correspondiente de la misma en Salamanca dada su trayectoria profesional. Había sido arquitecto del Canal Imperial de Aragón y de las provincias de Huesca y Salamanca; premiado con mención honorífica en la Exposición de Bellas Artes de 1864, galardonado con medalla de plata en la Aragonesa y con el primer premio en el concurso público convocado para la construcción de un teatro en la ciudad de Cádiz. A su vez, era el autor de una historia descriptiva del Canal de Aragón y de dos memorias sobre las construcciones civiles de la provincia de Salamanca, las cuales merecieron ser publicadas por la Diputación a fin de ser repartidas con profusión a todos los ayuntamientos. Además, entre la multitud de obras que había ejecutado destacaba sobremanera la restauración de los claustros alto y bajo de San Esteban de Salamanca, obra que pudo salvar de una inminente ruina y cuyos planos figuraban en ese momento en una exposición. Para su nombramiento se hicieron varias lecturas: la 1ª el 18 de diciembre de 1871 y las 2ª, 3ª y 4ª los días 2, 8 y 15 de enero de 1872 respectivamente, siendo admitido, previas lecturas del Reglamento y la votación secreta en la Sesión Extraordinaria del lunes 15 de enero de 1872.
El 29 de marzo de 1876 llegó a la Academia para su censura el proyecto de reforma y ampliación de la Universidad de Salamanca formado por José Secall. Fue examinado detenidamente por la Sección de Arquitectura el 24 de mayo, momento en que se halló bien estudiado en todos los detalles de disposición y construcción, aunque no así el estilo adoptado en la decoración de la fachada, nada en armonía con el resto del edificio. En vista de que la decoración como la terminación del cuerpo central de la fachada no eran adecuados volvió a presentar un nuevo proyecto tres años mas tarde, siendo aprobado en esta ocasión por la Sección de Arquitectura el 30 de junio de 1879.
Antes de finalizar la década de los setenta, la Diputación Provincial de Salamanca le separó ilegalmente de su cargo de arquitecto provincial, motivo por el que interpuso un recurso contra dicha diputación y el 7 de febrero de 1877 acudió a la Real Academia de San Fernando comunicando los hechos. El problema tenía su origen en que en abril de 1876 la diputación había adjudicado a Mariano Iglesias parte de las obras del ensanche de la Casa hospicio en dicha ciudad, obras que años antes había proyectado Secall. A este arquitecto le llamó la atención la enorme baja hecha por el contratista al tratarse de unas obras importantes y de gran consideración, lo que le llevaron a proponer a la Comisión Provincial el nombramiento de un aparejador que vigilase de contínuo los trabajos. Pero la Comisión Provincial prescindiendo de su propuesta y contradiciendo las normas del reglamento nombró en su lugar al sobrestante Ignacio Crespo que carecía de título facultativo y de práctica alguna en construcciones civiles, quien permaneció al frente de las obras hasta el 9 de agosto en que la comisión le trasladó a otro lugar.
Cuando las paredes del hospicio estaban prácticamente levantadas y sólo faltaba construir la cubierta y llevar a cabo los trabajos interiores, obras efectuadas en esta ocasión bajo la supervisión del sobrestante con título facultativo Lafuente, llegó un huracán a la ciudad el 12 de noviembre de 1876 llevandose consigo la cubierta de una crujía que fue arrojada con furia hacia uno de los pisos causando la ruina de las paredes y la descomposición de las mismas el 1 de diciembre. Por entonces Secall no estaba en la ciudad, pero nada más regresar hizo el reconocimiento de la obra, dándose cuenta de su estado y de que el contratista había faltado a las condiciones de la contrata en la construcción de las paredes arruinadas. Puso en conocimiento de la Diputación Provincial todo los sucedido, pero cual fue su sorpresa que la resolución tomada fue la de llevarle a los tribunales ordinarios junto con el contratista, cuando los arquitectos, según el Reglamento de 14 de marzo de 1860, eran simples inspectores y no tenían en las obras por contrata la dirección de los trabajos siendo los aparejadores y los maestros de obras los verdaderos directores facultativos. Además, separarle del cargo de arquitecto provincial era ilegal por cuanto que en función de las prescripciones del Reglamento los empleados facultativos al servicio de las corporaciones populares no podían ser libremente separados por las mismas sin antes haber oido al interesado justificar y calificar las faltas que pudiera haber cometido y sin instruir el expediente con todos los datos necesarios para el esclarecimiento de los hechos.
Después de que lo sucedido fuese puesto en conocimiento de la Academia de San Fernando se nombró al académico Francisco de Cubas para que estudiase el expediente y emitiese su correspondiente informe. En la Junta de la Sección de Arquitectura celebrada el 2 de julio de 1878 a la que acudieron Cámara, Jareño, Ruiz de Salces, Ávalos y el propio Cubas, este último manifestó a los reunidos la insuficiencia de los datos remitidos para poder formar un juicio de los hechos, por lo que propuso el nombramiento de dos arquitectos que formasen un detallado reconocimiento facultativo de la obra y la designación de dos peritos: uno por parte de Secall y otro por el gobernador civil de Salamanca.
En 1885 José Secall se ocupó del proyecto de obras para instalar la Comisión de Monumentos y el Museo Provincial de Salamanca en el antiguo colegio militar de Calatrava. El proyecto, censurado por la Sección de Arquitectura el 20 de enero de 1886 estaba formado por una memoria descriptiva del mismo, el pliego de condiciones facultativas y económicas, el estado de cubicación de precios elementales y compuestos, además de varios planos en papel tela a escala de 1 a 100. Secall explicó el estado de conservación del edificio y las reformas que a su juicio eran necesarias introducir. Observó que las paredes estaban en buen estado sin agrietamientos ni desplomes, aunque no así los entramados horizontales. También el estado de la cubrición, el «número de metros cuadrados que será preciso realizar de entramados horizontales, ya del marco de sesma, ya del de tercia, de entarimados, fábricas de ladrillo, tabicados á panderete, jaharrados y tendidos, carpintería de taller, herrage y antepechos». No obstante, la Sección de Arquitectura echó de menos el envío del plano de la fachada, ya que era necesario el rasgado de huecos que debían dar luz y ventilación a las dependencias que se trataban de instalar en el edificio porque la Academia debía dar el visto bueno a todo lo que afectase a la estética de las fachadas. En cuanto al resto el proyecto, creía necesarias varias modificaciones: «la viguería de madera en crujías, de seis metros, conviene que se espacie menos distancia que la propuesta enzoquetandola convenientemente y señalandose en las condiciones el punto de procedencia del material, ni los salones, ni la sala de Juntas deben quedar de blanco, sino por lo menos pintadas al temple, y en cuanto á las maderas para la carpintería de taller, tambien debe indicarse su procedencia. Por último la Sección deja al autor del proyecto la responsabilidad de los cálculos».
A mediados de este mismo le veremos trabajando en la reparación del Palacio Episcopal de la ciudad y diócesis de Salamanca, proyecto que sería remitido a la Academia y censurado por su Sección de Arquitectura el 7 de junio de 1886. El estado ruinoso del edificio había obligado al prelado a incoar un expediente de construcción de uno nuevo aprobado por la R.O. del 17 de octubre de 1885 y dividir su ejecución en cuatro secciones con objeto de incluir las obas en cuatro presupuestos consecutivos. A consecuencia de esta disposición, José Secall elaboró la memoria del proyecto, varios planos, los presupuestos elementales y compuestos, así como el pliego de condiciones facultativas y económicas. Una vez estudiado por la Sección de Arquitectura se vio «[...] bien estudiada la distribucion por punto general, pero entiende que debe dotarse de mas abundante y conveniente iluminacion la sala de notarios marcada en la planta baja con el nº 13, pues solo la recibe por uno de sus ángulos y por una especie de pasillo formado por la caja de escalera particular del Prelado, y cuya carencia de luz es mas absoluta en las habitaciones superpuestas á ella en la planta principal destinada á antesala de espera (nº 11) que solo las percibe segundas o terceras y por montantes». En vista de que se apreció limitada la dimensión de la sacristia de la capilla se preguntó al autor las razones que le habían llevado a echar mano de los pilastrones que flanqueaban los cuerpos salientes del edificio y se le exigió la modificación de la composición de las ventanas y que dotase a las fachadas de la sencillez y grandiosidad de la que carecían.
Para la misma ciudad de Salamanca intervino en 1888 en las obras de reparación de sus catedrales, concretamente en las relacionadas con la torre (cornisas, antepechos y pisos) y la fachada norte de la Catedral Nueva en las tres zonas de zócalo, cornisas y crestería, aunque asimismo en otras tantas en la Catedral Vieja. Remitido el proyecto y censurado por la Sección de Arquitectura sería finalmente aprobado por la Academia con algunas correcciones el 24 de septiembre de 1888.
Arquitectura. Asilos, audiencias, bibliotecas y museo nacional, bolsas, capillas, casas consistoriales y capitulares, casas de caridad, calles, casas de correos, embovedado, casetas, diputaciones provinciales, edificios de los consejos, siglo XIX. Sig. 2-42-8; Arquitectura. Cárceles, 1853-1861. Sig. 2-30-3; Arquitectura. Cementerios, siglos XVIII y XIX. Sig. 2-29-4; Arquitectura. Hospitales y orfanatos, siglos XVIII y XIX. Sig. 2-29-5; Arquitectura. Tribunales de cuentas. Universidades (Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Salamanca, Granada), siglo XIX. Sig. 2-43-3; Comisión de Arquitectura. Arquitectos, 1845. Sig. 2-12-5; Comisión de Arquitectura. Informes 1839-1850. Sig. 1-30-5; Comisión de Arquitectura. Informes, 1884-1886. Sig. 1-28-9; Comisión de Arquitectura. Informes, 1846-1855 Sig. 1-30-2bis; Libro de actas de juntas ordinarias, extraordinarias, generales y públicas, 1848-1854. Sig. 3-91; Libro de registro de maestros arquitectos aprobados por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 1816-1900. Sig. 3-154, nº 294; Sección de Arquitectura. Informes sobre Arquitectos municipales y provinciales, siglo XIX. Sig. 2-42-9; Sección de Arquitectura. Informes sobre obras, restauraciones, etc., 1886-1887. Sig. 5-182-1; Sección de Arquitectura. Informes sobre obras, restauraciones, etc., relativos a varias provincias, 1888- 1889. Sig. 5-180-1; Sección de Arquitectura. Informes sobre proyectos de obras, 1884-1885. Sig. 4-70-4; Sección de Arquitectura. Informes sobre realización de obras, 1851,1881-1901. Sig. 4-81-16; Secretario general. Académicos correspondientes, 1851-1900. Sig. 1-53-8.
Silvia Arbaiza Blanco-Soler
Profesor TU de la UPM
Fecha: 1845 • Nº Inventario: A-1240 • Dimensiones: 557 x 763 mm. Escala gráfica de 100 pies castellanos. • Técnica: Papel verjurado agarbanzado claro. Tinta y aguada gris, gris azulada y rosa.
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