Rom y Vidiella, JuanMontroig (Tarragona), 1819 - ?, ?


Hijo de Juan Rom y Rosa Vidiella, nació en Montroig (Tarragona) el 29 de octubre de 1819, siendo bautizado ese mismo día en la iglesia parroquial de San Miguel. Fue alumno de la Escuela de la Junta de Comercio de Barcelona, donde cursó y aprobó el 1º año de Matemáticas entre 1842 y 1843. Bajo la dirección del profesor Francisco Barba cursó el 2º año de Matemáticas, lectivo desde el 1 de octubre de 1843 hasta el 30 de junio de 1844, obteniendo la calificación de sobresaliente en primer grado. Del mismo modo, bajo las órdenes del arquitecto José Fontseré estudió los cinco órdenes de arquitectura con escorzos y sombras, los templos griegos y muchas composiciones de edificios particulares y públicos en terrenos limitados como ilimitados, regulares como irregulares. Igualmente, ejecutó la práctica de la arquitectura por espacio de dos años en las obras a cargo de su maestro, tiempo en el que también asistió con marcada aplicación a la clase de arquitectura bajo la dirección y enseñanza de Francisco Barba en el curso académico 1843-1844.

El 28 de marzo de 1845 solicitó de la Academia de San Fernando su admisión a los ejercicios para la clase de maestro arquitecto, presentando como  prueba de pensado el proyecto de un Museo dedicado a la enseñanza de las ciencias más elevadas (del A- 65 al A- 67) con su informe facultativo y el avance del coste de la obra, la partida de bautismo, las certificaciones de los dos cursos de Matemáticas aprobados, la de sus estudios de arquitectura, la de práctica librada por su maestro José Fontseré y la justificación de su conducta moral y política.

La Junta de la Comisión de Arquitectura celebrada la mañana del 1 de abril de 1845 examinó la obra y los documentos aportados acordando el pase del interesado al resto de los ejercicios de reglamento. Fue admitido en la Junta Ordinaria del 13 del mismo mes, fecha en la que le fueron sorteados los programas de repente. Le tocaron en suerte los números 88, 97 y 18, los cuales respondieron respectivamente: «Delinear una Escalera de caracol de piedra de cuarenta pies de diámetro y el ojo de veinte pies; demostrando tambien los cortes de canteria en planta y alzado interior», «Una magnifica entrada de Jardin publico con dos alas de galeria en arcos donde habrá sus bancos para descanso y para cubrirse de alguna lluvia, colocando dos estancias para Guardas. Planta, alzado y un corte» y «Capilla para una Universidad con tribunas y la distribución en planta que manifieste su union con el resto del edificio y tambien su situación. Planta y sección». De los tres asuntos eligió el nº 97, es decir, Una magnífica entrada de jardín público (A- 3516), elección que comunicó a la corporación el 25 de abril.

La Junta de Examen reunida para examinarle en la clase de maestro arquitecto tuvo lugar la mañana del miércoles 7 de mayo de 1845, asistiendo a ella como vocales los profesores  Marcial Antonio López, Antonio Conde y González, Atilano Sanz y Pérez, Eugenio de la Cámara y Juan Miguel de Inclán. Cotejada la obra de pensado con el ejercicio de repente, que el interesado explicó una vez entrado en la sala, se procedió a la realización del examen teórico. Rom comenzó este nuevo ejercicio tratando los cuerpos en general, las superficies y las líneas, para pasar después a las curvas y sus diferentes combinaciones. Una vez realizadas las proyecciones que hizo en su propia obra en planta y secciones,  procedió a explicar la formación del esferoide y las bóvedas que cubrían las salas cuadrangulares que remataban las galerías de su prueba, explicando los despieces, la montea y el corte de las dovelas y claves que las constituían, teniendo presente que su construcción era de cantería y la cúpula descubierta. Respecto a su obra de pensado trató las obras de cimentación, su mejor y acertada construcción, así como las diferencias que ofrecían en función de los accidentes de los terrenos. Enseguida dibujó en el encerado el pórtico de su obra con los despiezos y cortes ocultos; el espesor de un muro según Rondelet a tenor de los datos que se le dieron y una curva elíptica con datos de su mayor eje y montea, sobre cuya figura hizo la explicación de la dirección de sus dovelas aplicandola a las bóvedas de rosca y las reglas para el mejor asiento y empleo de el ladrillo. Por último contestó a varias preguntas que le hicieron los profesores relativas a la teoría y práctica de la profesión, entre ellas el empleo y resistencia de las maderas, el engatillado y la unión de un pórtico saliente y su arquitrabado, la misión de las piedras en sus ángulos, además del atirantado y el encadenamiento por medio del hierro.

Satisfechos los examinadores con el mérito de las obras ejecutadas y las contestaciones dadas a las preguntas formuladas le vieron con los conocimientos suficientes para ostentar el título de maestro arquitecto, grado que le fue concedido en la Junta Ordinaria del 25 de mayo de 1845, a los 25 años de edad.

Poco antes del plan del Ensanche se había llevado a cabo el proyecto de renovación interna más importante de la villa: la configuración de la Puerta del Sol, que había comenzado en 1852 y no finalizaría hasta 1862, llevándose a cabo la propuesta de Lucio del Valle, Juan Rivera y José Morer en 1857. La renovación de la plaza fue complicada porque llevaba intrínseca la expropiación de multitud de solares para lo que fue necesaria la promulgación de la Real Orden de 19 de septiembre de 1954. Por ella se sometió a examen del ayuntamiento el proyecto del Ensanche de la Puerta del Sol para la regularidad y embellecimiento de la capital así como por el interés de los propietarios, pero para ello era necesaria la opinión de la Academia Nacional de San Fernando y para llevar a buen fin este objeto se tuvieron presentes los planos de la reforma proyectada. El sitio se encontraba entonces como resultado del derribo del Buen Suceso y la casa de beneficencia y su regularización era urgente por el «repugnante aspecto» que presentaba respecto al ornato público, ya que constituía el sitio más céntrico y concurrido de la ciudad.

El 17 de octubre de 1854 se entregó la comunicación original que la suprimida Junta Consultiva de Policía Urbana había elevado al gobierno el 19 de octubre de 1853 junto con el proyecto de ensanche de la plaza formado por el plano y la decoración de las nuevas fachadas y el coste que podría suponer la realización del mismo. Pero toda esta documentación era susceptible de ser ampliada con las alineaciones aprobadas para las calles de Alcalá, Arenal, Carretas, Mayor y demás.

La Sección de Arquitectura reunida el 27 de octubre de 1854 y formada por París, Conde y González, Sanz, Herrera de la Calle, Zabaleta, Peyronnet y Laviña, sometió de nuevo a examen el proyecto del ensanche, alineación y ornato de la Puerta del Sol. Estudiado con detenimiento el expediente, la sección comunicó al ayuntamiento que le era imposible dar su opinión al respecto debido a la escasez de datos remitidos, entre los cuales faltaba uno de suma importancia: el estudio detallado de los desniveles y rasantes, aspecto que del que no había podido ocuparse la comisión encargada de la obra debido a la premura con que se había exigido la presentación del proyecto. Además, la Academia necesitaba conocer si dicho proyecto se encontraba en armonía con el pensamiento general de mejoras y reformas en el sistema de alineación de Madrid y tener a la vista las acordadas para todas las calles que desembocaban en la plaza. Por todo ello, comunicó al ayuntamiento el no poder dar un dictamen favorable a lo presentado y la necesidad de que se ocupase de concluir el plano futuro de Madrid. El dictamen de la comisión fue aprobado por la Academia en la Junta General del 5 de noviembre de 1854.

El Ayuntamiento de Madrid dispuso que sus arquitectos empezasen a trabajar lo antes posible en la recopilación de la información que le había pedido la Academia. El 17 de febrero de 1855 ya estaban recopilados los datos suficientes, se habían ejecutado los perfiles que se representaban en el plano, las anotaciones de cada perfil y las acotaciones que expresaban los desniveles en los puntos principales, así como los diseños de las diez calles que desembocaban en la plaza, todo lo cual fue remitido a la Academia. Pero recibido el expediente el 19 de febrero a las 12 de la mañana y reunida la Sección de Arquitectura a las 5 de la tarde de ese día, continuándola el 20 a las 8 de la mañana, se echó de menos tener a la vista la comunicación del ayuntamiento con todos los antecedentes de la obra.

Los arquitectos Matías Laviña y José Jesús Lallave fueron nombrados por la Sección de Arquitectura para examinar la reforma de la Puerta del Sol. Tras reconocer el lugar y estudiar el proyecto durante 12 largas horas tuvieron concluido el informe el 20 de febrero de 1855 llegando a las siguientes conclusiones: «1º la Conveniencia del proyecto; si bien llama la atencion pr haberles impresionado vivamente, sobre los 130 rs pr pie y 3 pr % de indemnizacion. 2º Encontrar el proyecto aceptable y estudiado bentajosamte, de una manera poco variable con escaso tiempo y medios. 3º Encontrarlo asi mismo realizable siempre que, atendiendo á ser una reforma y no un proyecto nuevo, el plano de asiento de la nueba plaza no sea un solo y mismo plano, sino una superficie compuesta de varias estudiadas con las intervenciones de diferentes planos de manera qe estas ni impidan en lo mas minimo el transito y servicio público de todo genero, antes sea mas asequible qe al presente».

El informe fue aprobado por la Sección de Arquitectura el 22 de febrero de 1855. Seis días más tarde Peyronnet llevó a cabo la redacción del mismo, poniendo de manifiesto que se trataba de un proyecto que había exigido repetidas juntas y discusiones para poder conciliar los intereses del ayuntamiento con los de los propietarios; que la población de Madrid necesitaba muchas reformas, pero una de las más importantes era ésta al ser lamentable y desdecir el aspecto de este espacio urbanístico tan reconocido en la península y en el extranjero por su posición central, el número de calles que desembocaban en él y la multitud de carruajes y personas que transitaban por sus avenidas. Por otro lado, señalaba la necesidad de corregir la desigualdad de los frentes y la asimetría de las manzanas, motivos por los cuales creía conveniente la ejecución del proyecto, máxime cuando la obra había sido declarada de utilidad pública, y la necesidad de que fuera estudiado desde el punto de vista artístico atendiendo a su disposición en planta y la ornamentación de sus alzados sin olvidar el cálculo del coste que tendría.

En nombre de la Sección de Arquitectura, Peyronnet comunicó la aprobación del ensanche proyectado base del proyecto presentado al estar sus alzados bien entendidos y seccionados, no obstante, consideró más conveniente haber organizado en su lugar un concurso público para tal ocasión a fin de haber elegido entre varios proyectos el mejor, ya que era un medio para estimular el genio artístico y obtener el mejor resultado en asuntos de tanta importancia. En cuanto a la cuestión económica, asunto que sólo pertenecía al ayuntamiento, la sección consideró oportuno señalar algunas indicaciones sobre todo en cuanto al tipo de indemnizaciones que debían ser pagadas.

La Sección de Arquitectura se volvió a reunir el 24 de febrero de 1855 para examinar la reforma de la plaza, que creyó susceptible de modificación desde dos puntos de vista: el artístico y económico, este último limitado tan sólo a la parte de tasación facultativa para la expropiación. Respecto al aspecto artístico aprobó en su totalidad la planta y los alzados, aunque creyó oportuno como Peyronnet haber abierto un concurso público para tal ocasión. En cuanto al coste del proyecto vio poco exacto el tanteo realizado por la Junta porque se había señalado como tipo para la indemnización la cantidad de 132 reales por pie superficial incluyendo las construcciones, cuando las casas tenían un valor absoluto y otros relativos pues en cada finca las construcciones tenían gran variedad de valores en función de la calidad y estado de las mismas.

El informe anterior había calificado el proyecto de bueno y aceptable, pero como era susceptible de modificación la Junta de la Sección de Arquitectura reunida el 7 de marzo de 1855 aprobó la forma de la planta y la alineación de los nuevos edificios, pero no así los alzados presentados. Por este motivo se acordó, por un lado, la realización de un nuevo pensamiento de decoración de las fachadas a cuyo objeto sería necesaria la convocatoria de un concurso tomando como base la planta aprobada y limitándose sólo a los alzados o en su defecto que el Ayuntamiento encargase su estudio a sus arquitectos de villa para después escoger el que mejor reuniese los requisitos exigidos.

El 20 de septiembre de 1855 fueron remitidos a la Academia 5 proyectos y 6 proporciones para el ensanche de la Puerta del Sol, a fin de escoger el que mejor reunía las características exigidas: el primero era del conde de Hamal y D. E. Mamby, cuyos planos estaban firmados por los arquitectos Pedro Tomé, Juan de Madrazo y Aureliano Varona; el 2º de José Antonio Font, firmados los planos por el arquitecto José Acebo; el 3º de Juan Salas y Sivilla sin dibujo alguno; el 4º del marqués de Serreta con un solo dibujo sin autoría; el 5º de Pascual Hidalgo y Compañía con un dibujo también sin firmar, y por último el 6º del arquitecto Carlos del Bosch y Romaña con un dibujo firmado por él.

Los planos quedaron en la sala de la corporación académica para que fuesen vistos por los académicos y para que después pasasen la censura de una comisión formada por tres individuos de su seno.  Como miembros de esa comisión fueron elegidos por votación secreta en la junta de la Sección de Arquitectura el 24 de septiembre Antonio de Zabaleta, José París y Antonio Herrera de la Calle, quedando como suplente Eugenio de la Cámara, pero tras la renuncia de Zabaleta fue sustituido por Eugenio de la Cámara como miembro de la comisión. Todos ellos debían emitir un informe sobre los mismos, pero también sobre la exposición dirigida a la Academia por Modesto Gozálbez en su nombre y el de sus hermanos Gonzalo y Francisco como propietarios de la casa nº 7 moderno y 3 antiguo en la expresada Puerta del Sol, a fin de que se tomase en consideración los perjuicios que les ocasionarían de aprobarse el proyecto del conde de Hamal y Mamby si en el futuro eran despojados de su propiedad.

El dictamen adoptado por la mayoría de los vocales asistentes a la Junta General del 6 de octubre de 1855  fue el siguiente: no tomar en consideración los proyectos cuyos planos no estuviesen firmados por un arquitecto, de lo que se deducía que quedaba fuera los de Juan Sala y Sivilla, el marqués de Asarreta y Eugenio Pascual Hidalgo, limitándose el examen de la Academia sólo a los proyectos del conde de Hamal y Mamby, José Antonio Font y el arquitecto Carlos del Bosch y Romaña al reunir los requisitos legales exigidos.

Tres fueron los puntos principales que se examinaron en los proyectos: la figura de la planta, la decoración de los alzados y el espacio franco resultante para el público. Respecto a las plantas, la Academia halló mayor regularidad y simetría en el proyecto de Hamal y Mamby y mayor amplitud en el de Font, sin embargo, no dejaban de necesitar alguna que otra ratificación. Respecto a las fachadas, encontraron desafortunados los arcos que algunos arquitectos habían levantado en la entrada de la calle del Carmen y Preciados por ser inútiles y quitar las vistas, luces y desahogo a las casas de dichas vías, siendo aprobadas las fachadas elaboradas por Hamal y Mamby que habían sido firmadas por los arquitecto Aureliano Varona y Juan de Madrazo, prefiriéndose de los dos la de este último, siempre que la severidad de la ornamentación que presentaban fuese completada a la hora de su ejecución. Por último, respecto al espacio reservado para uso público, la Academia entendió que el proyecto del conde de Hamal y Mamby era el que más se acercaba al objetivo a seguir por llevar hasta 157 pies la seguridad transitable.

Los estudios daban como resultado que el proyecto de Hamal y Mamby satisfacía las necesidades y las condiciones requeridas tanto en planta como en alzados; que debía darse a la plaza 570 pies en su lado mayor y 158 pies en su lado menor, según se marcó con tinta encarnada en el plano de los señores antes citados; no obstante, la Sección fue muy parca a la hora de tratar las condiciones económicas al ser ajenas a la índole de la corporación.

El 11 de abril de 1857 se dieron las condiciones higiénicas a las que debían sujetarse en su construcción los nuevos edificios de la Puerta del Sol: la alineación de los edificios debía sujetarse a la traza señalada en los planos aprobados por el Gobierno de S.M. y la decoración exterior a la aprobación de la Academia; la obligatoriedad de los constructores de presentar al gobierno la forma y modo de las plantas y secciones de los edificios (la altura total de los edificios, el nº de pisos y sus alturas respectivas relacionadas con el ancho y situación de las calles); hacer posible que en los proyectos de decoración las líneas horizontales de cada fachada corriesen en lo posible como continuación de las fachadas laterales; tener presente la proximidad del Canal de Isabel II en las nuevas edificaciones y la distribución de sus aguas en el interior de la población; la ejecución de los cimientos de las nuevas construcciones a la profundidad conveniente y sobre suelo firme con mampostería ordinaria o ladrillo recocho, con mezcla de cal de Valdemorillo o en su defecto cales grasas combinadas con polvo de teja o ladrillo; la cubrición de los sótanos con bóvedas de ladrillo a rosca, dejando lumbreras necesarias para la iluminación y ventilación; el empleo de la sillería en las fachadas exteriores prevenida por la Ordenanza y en las interiores o de patios con un zócalo de 0,56 m (2 pies); la construcción de las medianerías con ladrillo, nunca con madera; la ejecución de los muros de fachadas exclusivamente de fábrica, pudiendo ser sustituidos en algunos casos por pies derechos u otras construcciones de hierro laminado, forjado o fundido, pero de ningún modo con madera excepto en los sotobancos, así como la posibilidad de ejecutar los tabicones de carga o de crujía con entramados de madera, los pisos o entramados horizontales de viguería espaciadas con los marcos que exigiesen los anchos de crujía.  Sobre este asunto se especificó el buen resultado que el hierro estaba dando en los pisos en el extranjero y que entonces se estaba introduciendo en España, por lo que era conveniente que su uso se fuese generalizando en sustitución de la madera como normalmente estaba ocurriendo en nuestro país.  En cuanto a las armaduras, debían construirse con la solidez que exigían las distribuciones, cubriéndolas con teja a la romana cogidas con mezcla en sus boquillas, limas y caballetes; de plomo o zinc los canales para recoger las aguas de lluvia a fin de dirigirlas a los tubos de bajada y éstos de los mismos metales en toda su longitud en los patios hasta la altura de 3 m por lo menos del piso de las calles en las fachadas exteriores, desde donde debían descender empotrados en el muro siendo de hierro fundido. Y por último, el piso de la planta baja que quedase elevado cuanto menos sobre el de la acera contigua al edificio 0,50 m.

De la superficie de cada solar se destinaría 1/6 parte para los patios de iluminación y ventilación, pudiéndose disminuir a ¼ parte cuando se estableciesen patios comunes a dos o más casas. Asimismo, se reglamentaba el volumen de los dormitorios (12 m3), las escaleras, los retretes y comunes, estos últimos inodoros conocidos con el nombre de bombillos con bajadas de hierro fundido, y el servicio de aguas comunes dispuesto con arreglo al sistema aprobado y publicado por el consejo de administración del Canal de Isabel II.

La Junta de la Sección de Arquitectura celebrada el 23 de abril de 1857 examinó y aprobó el proyecto de decoración arquitectónica para la Puerta del Sol formado por el ingeniero de caminos Carlos María de Castro. La aprobación fue unánime a excepción del marqués del Socorro, que manifestó no estar conforme con poner como centro de las alineaciones el edificio ocupado por el Ministerio de la Gobernación.  Pero el 1 de mayo de ese mismo año la comisión de académicos nombrada para informar sobre esta obra emitiría el correspondiente informe, reseñando primeramente que el proyecto debía ser asequible y realizable sin que exigiera sacrificios superiores a los que eran posibles hacer, por lo que no era viable hacer la reforma completa de la barriada inmediata a la Puerta del Sol debido a que la topografía del terreno obligaba a realizar numerosas y costosísimas expropiaciones. Esto significaba que la reforma debía ceñirse a ensanchar y mejorar la Puerta del Sol sin tomar de sus accesorias nada más que la zona puramente precisa para regularizar las embocaduras de las calles. Otros puntos aprobados fueron los siguientes:

2º) Que el antiguo edificio de la Casa Correos, entonces Ministerio de la Gobernación, se tomarse como centro y base de la reforma por la importancia de su destino, solidez, buen aspecto y grandes dimensiones.

 3º) La necesidad de variar la dirección de la calle de Preciados desde el punto de su confluencia con la de las Zarza, sacándola perpendicularmente a la fachada del Ministerio en su centro.

 4º) No hallar inconveniente en cerrar la calle del Carmen con un arco al proporcionar regularidad en la extensión de las fachadas y disimular la divergencia de las direcciones de las calles, aunque por otro lado tuviese el inconveniente para la salubridad y ventilación.

5º) En cuanto a la curvatura adoptada por la Junta Consultiva de Policía Urbana en su proyecto y aceptada posteriormente, se encontró muy conveniente al salvar con las menos expropiaciones la dificultad de divergencia de las calles de Montera, Preciados y del Carmen evitando los ángulos agudos.

 6º) La necesidad de tener en cuenta el encarecimiento y los notables desniveles que presentaban las calles afluentes respecto al centro de la plaza y singularmente la de Montera. También que ninguna de las plantas que se habían visto llenaban sus deseos y que la remitida juntamente con el proyecto de fachada de Castro era una de las que más se separaba de las condiciones que la comisión deseaba tuviera la Puerta del Sol.  Por este motivo, la comisión formuló un pensamiento en planta ejecutado con elementos de varias de las presentadas, tomando por centro la Casa de Correos, dando mayor extensión a la línea de oriente a poniente.

 En cuanto a la decoración de las fachadas, la comisión fue de la opinión que al no constituir la Puerta del Sol una plaza cerrada sino lo que en Italia se denominaba un «largo», es decir, un sitio donde la principal carrera o avenida de la población recibe un ensanchamiento para dar entrada a otras tantas calles principales, no era conveniente adoptar un sistema uniforme de decoración al producir monotonía y al ser difícil acomodarla bien a la distribución de los solares y la disposición de las medianerías.

Respecto a la elección de los materiales, la utilización de piedra era muy costosa para los propietarios lo mismo que el empleo de hierro fundido o laminado, pero si se empleaban otros mas económicos como las yeserías, barros cocidos o las composiciones hechas con las cales hidráulicas, la construcción tendría poca duración. Para la Comisión, se debían dejar a los propietarios la libertad de adoptar el estilo de ornamentación que mas les conviniese, siempre que perteneciese a alguna buena época del arte o formasen una nueva, estuviesen motivados los adornos y presentasen los planos a la aprobación de la corporación. No obstante, la comisión fue del parecer que debían fijarse las alturas total y parcial de las fachadas y sus pisos en relación con el ancho de la calle.

En estos momentos también se censuró el proyecto de ornamentación elaborado por Castro que se encontró carente de unidad y distribución en sus adornos, ya que unas partes estaban recargadas y otras eran muy sencillas a base de una ornamentación pobre y mezquina. Se observó que no existía correspondencia entre la planta y las fachadas, lo mismo que entre los arcos de las puertas de las tiendas y el resto del conjunto, los vanos y alturas. Por último, respecto al pliego de condiciones facultativas e higiénicas la Academia estaba de acuerdo en que la utilización del hierro en los suelos era conveniente, pero aún no era factible en España debido a que existían excelentes maderas de buena calidad a un módico precio y la industria de la fabricación del hierro estaba poco desarrollada en nuestro país. En cuanto al empleo del cinc para las bajadas de las aguas pluviales no lo encontraba conveniente por su poca durabilidad y resistencia a las influencias atmosféricas. Tampoco con algunos puntos tocantes a la escalera, como la prohibición de las espirales, señalar como tipo mínimo para el ancho de los tramos de escalera 1,50 m cuando en muchas ocasiones bastaba con 1m, etc. Este dictamen de la Sección de Arquitectura fue aprobado por la Academia en la Junta General del 3 de mayo de 1857.

La Sección de Arquitectura se volvió a reunir en sucesivas ocasiones para tratar las obras del Ensanche. Lo hizo el 10 y 18 de junio y 5 julio de 1857, momento en que atendiendo a la necesidad que tenía el director facultativo de las obras de tomar copias de los planos de los solares de Madrid contenidos en los libros que poseía la Academia, a fin de coger los datos necesarios para llevar a cabo la medición de dichos solares y la tasación de las fincas que debían expropiarse, la corporación académica acordó poner a disposición de este funcionario y de su ayudante, el arquitecto Antonio Ruiz de Salces, los citados libros que se encontraban custodiados en el Archivo de la institución.

El 18 de julio se remitieron a informe los planos de los solares que debían tener las casas a construir y el 29 de julio fueron examinados el pliego de condiciones generales y facultativas, particulares y económicas para la subasta del derribo de las casas. Lógicamente, solo podían intervenir en esta fase grandes capitalistas, por lo que se privaba a los pequeños de tomar parte en la subasta ya que los plazos en los que se debían hacer los cobros eran muy cortos y perentorios. Antes de acabar el mes,  la Sección de Arquitectura del 31 de julio opinó que no tenía nada más que informar sobre esta obra porque la figura y dimensiones de la nueva Puerta del Sol ya estaban establecidas como la dirección y el ancho de las calles afluentes a la misma; incluso, las alineaciones a las que debían sujetarse en lo sucesivo las casas contiguas a las expropiadas por la Administración, sin embargo, podían hacerse algunas modificaciones  en las líneas que marcaban su perímetro y en la colocación de algún recuerdo histórico, fuente, arco u otra construcción decorativa que diese un aspecto más monumental y grandioso a su espacio al tiempo que se pudiera corregir la excesiva longitud de la plaza respecto a su ancho.  En cuanto a las rasantes, la alineación de las fachadas y las condiciones higiénicas la Academia estaba conforme en todo con lo presentado, incluso también con la decoración adoptada en sus fachadas porque, aunque ésta no podía calificarse de esencialmente artística ni monumental era apropiada a las casas de alquiler que era su objeto.

Por orden del ministro de la Gobernación se le encargó al arquitecto Juan Bautista Peyronnet la realización de una serie de adiciones al mismo proyecto de reforma, cuyos honorarios correspondientes a los planos, memoria y demás trabajos fueron aprobados en la Junta General del domingo 7 de noviembre de 1858. A finales de año fue remitido el proyecto y el plano de reforma para el embellecimiento de la plaza firmados por el arquitecto Juan Rom. Fue examinado por la Sección de Arquitectura el 14 de diciembre de 1858, junta que observó como la obra se reducía a variar la dirección de las calles de Preciados y del Carmen desde el punto que lo permitían las expropiaciones practicadas sacándolas perpendicularmente a la fachada que miraba al Mediodía y como suprimiendo la calle de la Zarza conservaba intactas las líneas generales de la planta aprobada por las Cortes. Con ello conseguía una forma más regular de los solares enajenables aumentando su extensión, pero el proyecto de Rom se desechó por varios motivos: primero, porque cambiaba la dirección de algunas calles y no lograba ninguna euritmia en la distribución de las masas y la correspondencia de las bocacalles; segundo, porque no era acertada la supresión de la calle de la Zarza y tercero, porque disminuía el desarrollo de las líneas de fachada reduciendo el número de las tiendas como de los locales para el comercio y por consiguiente, el precio de los solares en la subasta, destruyendo en parte el objeto comercial del espacio urbanístico. A todo ello cabría añadir la imposibilidad de realizar por ahora un proyecto de reforma mientras que no se formase una nueva ley, en cuyo caso se anunciaría un concurso público al que pudieran presentarse todos los profesores de arquitectura.

En vista de lo expuesto, la Sección no pudo considerar el pensamiento de Rom «[...] como una de esas modificaciones que mas ó menos oportunas, se ocurren facilmente al que examina un proyecto formado y estudiado por otra persona, y entiende que comparado con el que se está preparando para su ejecucion, reconocido generalmente como poco adecuado basta por el mismo Consejo de Admon en su informe no desmerece nada, pues los inconvenientes que presenta estan quiza compensados con otras ventajas, como con algunas mayor regularidad en los angulos y en la forma de los solares, la apertura de la calle del Carmen y el aumento de terrenos enagenables; pero no cree que en el estado á que han llegado las cosas sean estas ventajas de tal magnitud que por ellas solas deba intentarse la derogacion de la Ley vigente y formacion de otra nueva».

El 18 de junio de 1859, la Junta formada por Eugenio de la Cámara, Narciso Pascual y Colomer, José Jesús Lallave, Morán y bajo la presidencia de Aníbal Álvarez como académico más antiguo, se reunió para proceder a nombrar presidente y secretario de dicha comisión, cargos que recayeron respectivamente en Aníbal Álvarez y Pascual y Colomer. En estos momentos S.M. encargó a la Academia el estudio y la propuesta de las modificaciones que tuvieran que llevarse a cabo en la planta ya aprobada de la Puerta del Sol, motivo por el que era necesario tener a la vista todos los datos geométricos y topográficos del terreno, el estudio de los niveles, rasantes y demás para el mejor desempeño de su cometido, así como disponer de uno o dos hábiles delineantes.

Mientras tanto, la Sección de Arquitectura reunida el 8 de mayo de 1857 censuró y aprobó la concesión de licencia a Manuel de Santayana para edificar conforme a los planos aprobados por el Gobierno de S.M. para la reforma de la Puerta del Sol, la casa situada en la Carrera de San Jerónimo, nº 2, Puerta del Sol números 1 y 3, dictamen que sería aprobado por la Academia en la Junta General del 7 de junio de 1857. Veinte días más tarde se censuró el expediente sobre las condiciones higiénicas y la distribución de las casas nº 5, 7, 9 y 11 de la Puerta del Sol esquina a la calle de Carretas, nº 1, cuyos planos encontró la sección perfectamente entendidos y arreglados el 28 de mayo, tanto en su distribución como en su decoración; no obstante, respecto a la casa nº 11 esquina a la de Carretas propiedad de Maltrana debía disponerse llegando el gabinete de la esquina hasta la fachada de la calle Carretas suprimiéndose el tabique divisorio de la pieza sin nombre y la alcoba de en medio debía recibir la amplitud procedente de la supresión del pasillo de al lado, el cual debía desaparecer.

El 22 de junio el Consejo acordó remitir a la Academia todos los estudios que la corporación había solicitado, entre ellos el plano topográfico de la citada reforma hecho con arreglo a la Ley del 28 de junio de 1857 y reales órdenes posteriores con la aprobación de las modificaciones del trazado de la calle de la Zarza y las rasantes de las calles afluentes a la plaza. Ese mismo 22 de junio, la Sección se volvió a reunir excusando su asistencia Juan Bautista Peyronnet. Se procedió al examen de los diferentes proyectos remitidos por el gobierno y tras haberlos estudiados se halló como más aceptable el propuesto por la Junta Consultiva de Policía Urbana, no sin antes manifestar los defectos que se advertían en el trazado aprobado por la citada ley de 1857. 

Debido a la premura con que se exigió la resolución del asunto, la Academia acordó realizar un croquis de la reforma proponiéndolo a modo de anteproyecto junto con un informe que expresase las razones que le habían motivado el llevarlo a cabo de esa manera. El trazado propuesto por la Academia tenía «la inmensa ventaja de ser mas sencillo, de aprovechar mas en beneficio del arte y de la conveniencia publica el inmenso derribo practicado; toma por base la fachada del Ministerio de la Gobernacion, reduce la longitud de la plaza á 544 pies la ensancha hasta 273, es decir, 100 pies mas que la actual trazada, produce con estas dimensiones una razonada proporcion en su area y dirigiendo el eje de la calle de preciados al medio de la fachada del ministerio permite dar tan oportuna direccion á las demas calles afluentes que se produce una simetrica correspondencia entre estas y las manzanas de casas determinando lineas de fachada mucho mayores que las actuales, particularmente en las tres que hacen frente al Ministerio, lo cual producirá masas de edificacion de un carácter mas monumental y mas digno del pensamiento que ha debido conducir a esta reforma. Esta importante variación no exije ni mas expropiacion ni mas gasto al presentado y solo toma de la actual superficie vendible la insignificante cantidad de 4500 pies propiamente, cantidad qe no duda la Comision sera algo menor al hacer el estudio definitivo [...]». Otra de las reformas que la comisión veía factible, no como parte integrante del proyecto sino de utilidad y para poder ser ejecutada paulatinamente, era la apertura de una calle que iniciada en la Puerta del Sol condujese a la plaza de las Descalzas y proporcionase salida a la calle Peligros.

La memoria descriptiva del proyecto del Ensanche y de sus calles afluentes propuesta por la dirección facultativa de las mismas obras como modificación del proyecto aprobado por la Ley de 28 de junio de 1857, quedó concluida el 9 de julio de 1859. En ella quedaron reseñadas las condiciones principales que se habían procurado satisfacer en el proyecto, basado este en los principios siguientes: que la reforma y ensanche debían satisfacer y subordinarse para facilitar el tránsito tanto de carruajes y caballerías como de la gente de a pié, mejorando los medios de comunicación entre las calles principales de la población que vertían y se cruzaban en dicha plaza; que la reforma debía sujetarse estrictamente a la expropiación verificada hasta ese momento y satisfacer igualmente la simetría como el ornato de las fachadas que daban a la plaza regularizando sus avenidas y por último, que debía aprovecharse al máximo el suelo expropiado.

Tras señalar los principios de la reforma, la memoria se centró en la explicación del proyecto, comenzando con la elección del centro, su forma y ejes. Continuaba con la necesidad de suprimir los callejones de la Tahona, las Descalzas y Preciados como vías públicas, aunque conservando sus entradas por las servidumbres que prestaban y los servicios que presentaban a las casas contiguas, y finalizaba reseñando la necesidad de ejecutar chaflanes en la intersección de las calles del Carmen, Zarza y Negros. Por último, introducía la ejecución del proyecto y una comparación de las áreas que habían quedado disponibles para la edificación, con objeto de señalar las ventajas que tenía este nuevo proyecto sobre el ejecutado por la Academia y el aprobado por la ley:

 - Área correspondiente a la edificación expropiada:  16.108, 98 m2 (207.478,47 pies2).

- Área de la plaza antes de la reforma era: 9.069 m2 (65.289 pies2).

- Ídem. en el proyecto aprobado por la ley de 28- 6 - 1857: 10.361 m2 (133.450 pies2).

- Ídem. en el proyecto de la Academia de San Fernando: 10.135 m2 (130.542 pies2).

- Ídem. propuesta por la Dirección de la Junta Facultativa:  12.320 m2 (158.686 pies2).

- Exceso de superficie de la plaza:

  Según el proyecto aprobado por la ley sobre el que tenía la plaza antigua: 5.292 m2 (68.163 pies2).

. Ídem. según el proyecto de la Academia: 5.066 m2 (65.250 pies2).

. Ídem. según el proyecto propuesto por la Dirección Facultativa de las obras: 7.251 m2 (93.396 pies2).

 - Exceso de la superficie de la plaza:

 . Según el proyecto aprobado por la ley sobre el de la Academia de San Fernando: 226 m2 (2.911 pies2).

. Ídem. según el proyecto de la Dirección Facultativa de las Obras sobre el de la Ley: 1.959 m2 (25.233 pies2).

. Ídem. sobre la del proyecto de la Academia: 2.185 m2 (28.143 pies2).

 - Áreas que quedaban disponibles para la enajenación eran las siguientes:

 . En el proyecto aprobado por la ley: 10.488 m2 (135.089 pies2).

. Ídem. en el proyecto de la Academia: 9.843 m2 (126.778 pies2).

. Ídem. en el propuesto por la Dirección Facultativa: 9.263 m2 (119.310 pies2).

 - Pérdida de terrenos para la enajenación:

 . Proyecto de la Dirección Facultativa de las Obras respecto al aprobado por la Ley: 1.999 m2 (25.232 pies2).

. Ídem. respecto del proyecto aprobado por la Academia: 420 m2 (540916 pies2).

Respecto a la memoria elaborada por la junta facultativa de las Obras del ensanche la Sección de Arquitectura reunida en la Junta Extraordinaria el 17 de julio creyó poco afortunados los términos, los calificativos y los agravios en ella encontrados contra la propia sección, sobre todo cuando la Academia no estando obligada a intervenir en este tipo de cuestiones y había formulado en muy poco tiempo un croquis que no debía dársele más importancia que la de un anteproyecto. Por estas consideraciones y por la conveniencia del servicio público, la corporación académica solicitó de S.M. ser relegada del cargo que le había confiado sobre este asunto pues deseaba «evitar todo conflicto y ulterior desabrimiento, conservando intacta la dignidad de su carácter y no decayendo de la consideracion que las leyes le conceden [...]». La súplica de la Academia no fue concedida pues el 20 del mismo mes la Reina dispuso que el informe de la Academia fuese evacuado sin demora porque así lo exigía la conveniencia pública y ningún conflicto podía entorpecer este objeto ya que las observaciones del croquis hechas por la dirección facultativa habían sido expuestas con ánimo de acertar en lo posible en esta obra de tanta importancia sin pretender agravio alguno del cuerpo académico.

Obedeciendo las órdenes de S.M., la Sección de Arquitectura se reunió el 31 de julio de 1859 para emitir un extenso informe sobre el proyecto presentado por la dirección facultativa de las obras, el cual sería aprobado por la Academia en la Junta General del 31 de ese mismo mes. El informe quedó dividido en dos partes claramente diferenciadas: la parte artística y la económica, esta última acompañada de un documento, letra A, que recogía los errores y contradicciones advertidas en los datos numéricos de la memoria junto con las correcciones que debían hacerse en la memoria desarrollada por la dirección facultativa. 

Con la renovación de este enclave se reforzó su valor representativo atrayendo las actividades comerciales y financieras de la ciudad y, por otro lado, la uniformidad de las fachadas definió su espacio sirviendo de modelo a la arquitectura que se levantaría posteriormente en sus alrededores. De la obra de reforma de la Puerta del Sol el Archivo de la Academia de San Fernando conserva 13 planos (Pl-214/225).

Dejando aparte las obras de reforma de la Puerta del Sol y retomando las actividades profesionales de Rom y Vidiella, tenemos constancia a través de la Junta General del domingo 11 de marzo de 1860 que aspiró por entonces a la plaza de arquitecto de Hacienda, vacante en la ciudad de Manila (Filipinas), y que fue aprobado en la Junta General del domingo 6 de mayo siendo nombrado como tal en la Junta General del domingo 10 de junio de ese mismo año. Era necesario cubrir el puesto, debido a que en la Junta General del domingo 1 de julio la Sección de Arquitectura presentó un informe proponiendo la devolución, sin censurar, del proyecto de un hospicio para Manila remitido por la Dirección de Ultramar al no haber sido firmado por un profesional competente.

Cinco años mas tarde fue remitido nuevamente su proyecto de cárcel y presidio correccional para la ciudad de Manila, modificando los que anteriormente en borrador había remitido en 1861, los cuales respondían a la planta general, los perfiles, varias vistas y el croquis del terreno. El proyecto en limpio, consistente en la planta general, las plantas de la fachada principal y varias vistas, recogía una nueva distribución en planta del cuerpo central avanzado, una variación de la situación de la escalera y el destino de las piezas adyacentes a ella, como la remisión de los detalles de las armaduras, además de los entramados horizontales y verticales que habían sido estudiados en septiembre de 1863 por el arquitecto del superior gobierno de aquellas Islas, Enrique Manchón. También fue remitida otra idea sobre la disposición de las armaduras y entramados a fin de prevenir los efectos de los terremotos tan frecuentes en esos países ejecutado en noviembre de 1864 por el arquitecto de Hacienda Juan Rom, cuyo proyecto fue aprobado por la Sección de Arquitectura el 27 de octubre de 1865.


Fuentes académicas:

Arquitectura. Asilos, audiencias, bibliotecas y museo nacional, bolsas, capillas, casas consistoriales y capitulares, casas de caridad, calles, casas de correos, embovedado, casetas, diputaciones provinciales, edificios de los consejos, siglo XIX. Sig. 2-42-8; Arquitectura. Urbanismo. Monumentos conmemorativos, 1787-1876. Sig. 2-28-8; Arquitectura. Urbanismo. Puerta del Sol de Madrid, 1855-1857. Sig. 2-28-12; Comisión de Arquitectura. Arquitectos, 1845. Sig. 2-12-4; Comisión de Arquitectura. Informes, 1839-1850. Sig. 1-30-5; Libro de registro de maestros arquitectos aprobados por la Real Academia de San Fernando, 1816-1900. Sig. 3-154, nº 286; Secretario general. Enseñanza. Pensionados, 1848-1861. Sig. 1-48-4.


Silvia Arbaiza Blanco-Soler
Profesor TU de la UPM


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