Paris, JoséMadrid, ca. 1800 - Madrid, 1870


Hijo de Silvestre París, nació en Madrid hacia 1800 y murió en la misma ciudad el 13 de noviembre de 1870.  Cursó los estudios de arquitectura en la Academia de San Fernando, siendo discípulo particular del teniente director de este arte Custodio Teodoro Moreno, bajo cuya dirección y por espacio de dos años y medio se perfeccionó en la delineación e invención de edificios de primer orden, así como en el levantamiento de planos y la mecánica de la construcción.

El 25 de febrero de 1826 solicitó de la Academia su admisión a los ejercicios para la clase de maestro arquitecto, a cuyo fin presentó la certificación de práctica firmada por su maestro Custodio Moreno, la certificación de su conducta moral y política, además del proyecto de Un lazareto (A-2643 y A-2644) como obra de pensado, con su correspondiente informe facultativo y el avance del coste de la obra.

La Junta de la Comisión de Arquitectura celebrada el 9 de marzo de 1826 examinó la obra y los documentos aportados, acordando el pase del pretendiente al resto de los ejercicios de reglamento. Fue admitido en la Junta Ordinaria del 2 de abril, fecha en la que le sortearon los asuntos de repente. Le tocaron en suerte los números 50, 105 y 21, los cuales respondíeron respectivamente: «Un Pórtico que represente la fachada de una Catedral con dos torres laterales. Planta, fachada y corte», «Proyectar una casa para un comerciante con fachada á la calle, y lo demas del perimetro entre medianerías, con todas sus oficinas en la planta baja; y la principal para su habitacion.= Planta, fachada y corte geometricos» y «Un Gabinete adornado para una Señora principal con su alcoba en el testero. Planta y alzado». De los tres asuntos escogió el nº 21, es decir, Un gabinete adornado para una señora principal, con su alcoba y sus piezas de ingreso, tocador y demás servicios (A-5148), elección que comunicó a la corporación el 5 de abril.

Fue examinado los días 19 y 20 de abril de 1826 debido a que al mismo tiempo lo fueron los discípulos Luciano de Ibarra y Juan José Sánchez Pescador. A dicha reunión asistieron como vocales los profesores Manuel González Montaos, Juan Antonio Cuervo, Julián de Barcenilla, Juan Miguel de Inclán, Custodio Moreno y Martín Fernández de Navarrete, este último en calidad de secretario. Cotejada la prueba de pensado con la obra de repente que el interesado explicó una vez entrado en la sala, se procedió a la realización del examen teórico. José París comenzó este nuevo ejercicio contestando a las preguntas que le hicieron los profesores sobre sus obras, como acerca de la teoría y práctica de la profesión.

Satisfechos los examinadores con las obras ejecutadas y las contestaciones dadas a las preguntas formuladas le hallaron con mérito para ostentar el título de maestro arquitecto, grado que le fue concedido en la junta celebrada el domingo 4 de junio de 1826, a los 26 años de edad.

Como consecuencia de la Real Cédula de S.M. del 21 de abril de 1828, por la que se establecían de nuevo las reglas que debían observarse en el ejercicio de las nobles artes y nombramientos de los arquitectos de las corporaciones civiles, el Ayuntamiento de Salamanca comunicó a la Academia el 22 de septiembre el nombramiento de París como maestro mayor de la ciudad. La Comisión de Arquitectura quedó enterada del oficio en la Junta del 28 de octubre y satisfecha con la elección acordó hacer presente a la corporación que «habiendo sido Salamanca llamada con Justicia Roma Chica, por la Velleza de sus Edificios que la Guerra de la independencia arruinó de un modo particular, al comunicar á su Ayuntamiento la conformidad y aprovacion de su eleccion estimule su celo por la conservacion de aquellos restos, y no permita que de modo alguno se verifique su restauracion, ó reedificacion, por manos imperitas como en el Colegio llamado de la Vega y en el Convento de la Merced, sino que se egecuten aquellas obras bajo la Direccion y asisitencia de su Arquitecto titular ó de otro Profesor competentemente autorizado con arreglo á lo prevenido en la citada Real Cedula». La Academia quedó enterada del aviso en la Junta Ordinaria del 2 de noviembre, momento en que ratificó todo lo anteriormente acordado por la Comisión de Arquitectura.

Entre 1826 y 1829 París ejecutó en Madrid un edificio particular, pero a partir de este último año dirigió además de otros tantos edificios de nueva planta en Salamanca, el diseño del retablo mayor de la iglesia y colegio de P.P. Mercenarios Calzados en dicha ciudad, que mereció la aprobación de la Comisión de Arquitectura el 31 de marzo de 1829 y de la Academia el 5 de abril.

En 1829 solicitó su admisión a los ejercicios para el grado de académico de mérito, petición que sería admitida por la Comisión de Arquitectura el 11 de agosto de 1829 y por la Academia en la Junta Ordinaria del 23 del mismo mes. En este momento le sortearon los programas para disertar, tocándole en suerte los números: 16: «En que clase de Edificios conviene poner los orn de Arquitectª; y en defecto de estos, que formas se podrán aplicar qe los hagan bellos y elegantes: explicando en una disertación la composición de un edificio de uso conocido con orn de Arquitectª y el mismo sin él»; 28: «Demostrar que circunstans  y clases de distribución deben darse á una Carcel pública, capaz de contener la seguridad de estos con la luz y ventilazn de las Piezas aun para los Mayores reos» y 25: «Siendo uno de los grandes cuidados el que los Arquits antiguos tuvieron pª hacer los enlucidos, tanto en sitios secos como humedos, se deberá disertar Sre este objeto aclarando hasta lo posible desde el capº 1º hasta el 6º inclusive del Libº 7 de Vitrubio». Pero además, se le señaló como prueba de diseño «El orden Dórico de Viñola (Pedesta y Cornisamento) y en mayor tamaño» (A-5654). De los tres programas escogió el nº 25, disertación que leyó en la Junta de Examen celebrada el 15 de enero de 1830, siéndole concedido el grado solicitado por unanimidad de votos en la Junta Ordinaria del 7 de febrero de 1830.

Al año siguiente, la Comisión de Arquitectura reunida el 12 de julio de 1831 aprobó sus diseños, el informe facultativo y el calculo del coste del edificio para plaza de toros en la ciudad de Salamanca, aunque lo encontró limitado en su demostración geométrica por su pequeñez (Junta Ordinaria del domingo 17 de julio de 1831). El 11 de septiembre de 1832 lo fueron los del retablo del Santísimo Cristo del monasterio de Alba de Tormes (Salamanca) y el 10 de marzo de 1833 los elaborados para la restauración del edificio del colegio militar de Caballeros de Santiago de Salamanca, obra del célebre Juan Gómez de Mora, en el que debían aprovecharse las partes existentes (Junta Ordinaria del 10 de marzo).

Por entonces, los arquitectos ingleses mostraron un gran interés por mantener estrechas relaciones con los arquitectos españoles a fin de conocer la arquitectura que realizaban, muestra de ello es que en la Junta Ordinaria celebrada el 8 de noviembre de 1835 se da cuenta de una carta escrita por el presidente de la junta de arquitectos de Inglaterra remitiendo los estatutos que habían formado para el régimen y progresos de esta noble arte, pretendiendo con ello una reciprocidad y cooperación entre los profesionales de ambos países en cuanto a la historia de la arquitectura, avances, etc., pues sabían el esmero con que en España había sido «mirada» en todos sus tiempos.

Para que todas las academias españolas se uniesen a este proyecto y demostrasen a las extranjeras sus méritos y conocimientos, la Comisión de Arquitectura nombró a varios académicos de mérito, entre ellos José París, José Segundo Izquierdo, León Gil de Palacio, Antonio Conde y González, Martín López Aguado, Lucio de Olarieta, Andrés Bazán y Elías Villalobos. El 31 de enero de 1836 la junta de arquitectos de Gran Bretaña manifestó que «con el fin de reunir más datos y noticias que pudieran contribuir al interés que presenta el programa que se ha hecho, convendría que pasasen ejemplares de éste por Secretaría a las Academias Rls. y a las Escuelas de Sevilla, Salamanca, Barcelona, y Segovia, como también a los Profesores y Academicos» que estimasen más convenientes.

A raíz del fallecimiento de Fermín Pilar Díaz, notificado en la Junta Ordinaria del 21 de junio de 1840, volvió a ser reseñado el nombre de José París en las juntas académicas, concretamente en la Junta de la Comisión de Arquitectura del 9 de febrero de 1841, con motivo de la convocatoria de la plaza de director de la enseñanza en la clase de Aritmética y Geometría de dibujantes en el estudio de la calle de Fuencarral (Madrid), de la que Díaz se ocupaba. El destino fue solicitado por Antonio Conde y González, José París, Atilano Sanz y Lucio de Olarieta, quienes en sus respectivas exposiciones acreditaron sus méritos; no obstante, sería Conde y González a quien se le concedería en la Junta Ordinaria del 14 de marzo de 1841.

Aunque no pudo obtener la plaza anterior, la Junta General del 31 de octubre de 1841 le nombró director de la enseñanza de Geometría de dibujantes en el Estudio de la Trinidad (Madrid), vacante por fallecimiento de Pedro Zengotita Vengoa. Al pasar a ocupar el mismo puesto en la Escuela de Fuencarral tras dejarla vacante Antonio Conde, dicho cargo pasó a ocuparlo Atilano Sanz, según acuerdo de la Junta Ordinaria celebrada el 31 de octubre de 1841.

Después de la denuncia presentada por el arquitecto Juan Esteban Puerta al Ayuntamiento de Madrid sobre el mal estado en que se encontraba la gran armadura que cubría la platea del Teatro del Circo por acarrear peligro y próxima ruina, los arquitectos del ayuntamiento estudiaron el caso, pero creyeron más oportuno solicitar la opinión que a este respecto tenía la Academia. Esto llevó a la Comisión de Arquitectura a reunirse el 25 de enero de 1844 para la designación de dos arquitectos que, en unión con el secretario Juan Miguel de Inclán, efectuasen el citado reconocimiento, aunque no sólo de la platea sino de todo el edificio.

Los nombramientos recayeron en los vocales Antonio Conde y González y José París, quienes lo llevaron a cabo la mañana del 3 de febrero. Llegaron a la conclusión de que el edificio estaba en buen estado y que contaba con suficiente seguridad, misma opinión comunicada por los arquitectos de Madrid Ayegui y Sánchez Pescador. Las conclusiones fueron vistas en la Junta de la Comisión de Arquitectura celebrada el martes 7 de febrero de 1844 y aprobadas por la Academia en la Junta Ordinaria del 18 del mismo mes.

En este mismo año, París solicitó del Rey el ser agraciado con los honores y la graduación de director en su clase, petición que fue apoyada por la Comisión de Arquitectura y por la Junta Ordinaria del 31 de marzo de 1844. A finales de año le veremos como secretario en el Estudio de dibujo de la Trinidad (Junta Ordinaria del 1 de diciembre de 1844).

Tras elaborar José de San Martín el plano de Cádiz y el proyecto de la nueva alineación de la ciudad, solicitó del ayuntamiento el pago de los maravedíes que le correspondían por dichos trabajos. El ayuntamiento nombró una comisión especializada para  que estudiase el plano, de cuyas conclusiones se vio el diseño inexacto y por tanto inútil, de ahí que se negase a pagar los ocho mil reales convenidos y la devolución de los dos mil que el autor había percibido a cuenta. El expediente pasó más tarde a informe de la Sección de Arquitectura, la cual nombró para su estudio a José Paris y Juan Bautista Peyronnet. Ambos hicieron el informe correspondiente a este asunto, finalizándolo el 9 de julio de 1850. Indicaron que la formación de un plano de esas características era tan complejo que era necesario más tiempo que el empleado por José de San Martín; que en proyectos de este tipo era imprescindible la utilización de instrumentos adecuados y precisos, lo que no había sucedido en este caso por el elevado coste que era necesario para su ejecución y para el pago de los «brazos auxiliares»; que en vista de los seis meses que llevaba trabajando el arquitecto en este asunto, era improcedente e injusto exigirle la devolución de los 2.000 reales, siendo más justo que quedasen a su favor. Por último, que no se podía aprobar el plano, aunque fuese útil para el levantamiento de uno nuevo, al ser un croquis aproximado de la obra que se quería realizar.  El informe de José París y Peyronnet fue aprobado por la Sección de Arquitectura el 12 de julio de 1850.

En vista de lo acordado por la Academia en su Junta General del 1 de agosto de 1850, sobre que una comisión compuesta de dos individuos por cada una de las Secciones formasen una lista de los edificios públicos que debían ser conservados en Madrid por su antigüedad y mérito, la Sección de Arquitectura nombró a José París y Aníbal Álvarez; la Sección de Pintura a José de Madrazo y Valentín Carderera el 21 del mismo mes, mientras que  la Sección de Escultura designó a Sabino de Medina y Ponciano Ponzano el 1 de noviembre.

El 20 de agosto París elaboró en colaboración con Herrera de la Calle y Peyronnet el informe que les había solicitado la Sección de Arquitectura acerca de los honorarios que debían percibir los arquitectos por los trabajos de su profesión, según se había pedido en la Real Orden del 24 de abril de 1844. El tema era sumamente importante porque provocaba continuas reclamaciones y pleitos debido a que nada existía oficialmente sobre este asunto por escrito. Los tres arquitectos creyeron necesaria la recopilación de las tarifas y las noticias que les pudieran proporcionar los antiguos arquitectos, no sólo las españolas sino también las extranjeras, como francesas, inglesas o alemanas, países en los que mejor estaba organizada la administración de todos los ramos. 

Reunidos los datos, hicieron un análisis de cada uno en particular, extrayendo los siguientes resultados: el importe de 60 reales por cada asistencia, junta o reconocimiento  que se resolviese verbalmente sin extender documento;  100 reales por los reconocimientos complicados que necesitasen de la ciencia, más el importe de los trabajos necesarios para la completa ilustración de los mismos; entre 80 y 100 reales los reconocimientos sencillos, con dictámenes que no exigiesen presupuesto; lo menos 300 reales cada reconocimiento de gravedad o responsabilidad con dictamen; 100 reales los reconocimientos con dictamen por escrito, más la parte correspondiente a la tarifa de tasaciones; 1.500 reales cuando se tratase de un edificio particular con planos en limpio (plantas y alzados) en caso de que no excediese el sitio de 78 m2, mientras que pasando de esta superficie 12,8 reales por cada centiárea o m2. Por otro lado, los diseños de monumentos públicos o privados se graduarían en función de su mérito artístico; en caso de que la casa adquiriese ornamentación se abonaría la mitad más los anteriormente prefijados; para el proyecto y planos de un edificio público el duplo de lo prevenido para los edificios particulares, etc. Respecto a las recomposiciones: 10 reales por la asistencia a obras en las que no se exigiese más que la inspección, mientras que entre 12 y 16 reales por cada día que durasen y fuese la obra de más entidad. Del mismo modo, 170 reales por cada día de salida, siempre que no excediese de 5,4 leguas. Asimismo, en caso de que fuesen necesarios ayudantes se abonaría por separado sus jornales, teniendo presente que los maestros de obras creados antes del Real Decreto del 28 de septiembre de 1845 percibirían los mismos honorarios que los arquitectos por los trabajos en que se hallaban facultados.  El informe de los arquitectos sería aprobado por la Sección de Arquitectura el 24 de septiembre de 1850.

En febrero de 1851, la Academia encargó a su Sección de Arquitectura los exámenes de los aspirantes al título de directores de caminos vecinales y el nombramiento de los individuos que debían formar parte del tribunal de examen. El 27 de marzo, la Sección de Arquitectura designó para conformar dicho tribunal a Antonio Conde y González, José París y Juan Bautista Peyronnet, mientras que el 20 de mayo fueron elegidos Atilano Sanz, Antonio Herrera de la Calle y Juan Pedro Ayegui. El inconveniente de que los tribunales estuvieran formados por todos los individuos de la Sección de Arquitectura, quienes debían rotar y turnarse para llevar a cabo la censura de los diferentes exámenes, llevó a modificar esta práctica el 14 de octubre a favor de un tribunal fijo formado por personas dedicadas a la enseñanza de los diferentes ramos, con cuyo sistema se podían verificar siempre y con regularidad los exámenes. El tribunal se conformó de tres académicos: José París, Juan Bautista Peyronnet y Eugenio de la Cámara, nombrándose como suplentes a los también académicos Antonio de Zabaleta y Matías Laviña.

Como presidente de la comisión de examen de agrimensores y directores de caminos vecinales al tiempo que Juan Bautista Peyronnet era secretario y Eugenio de la Cámara hacia las veces de vocal, París tuvo la oportunidad de examinar y aprobar a multitud de aspirantes, entre otros a Abdon Serrano, Alonso Cotillas Lobillo, José Isidro de Madariaga, Narciso Ramírez Vas y Manuel González.

En mayo de 1851 se remitieron las copias de las cuentas que debían ser abonadas sobre los gastos del envío a Madrid de cinco cajas que contenían varias esculturas, las cuales habían sido remitidas por Daniel Llagustera, cónsul de España en Civitavecchia (Roma), a fin de hacerlas llegar al Ministerio de Comercio Instrucción y Obras Públicas. Fueron entregadas a José París, conduciéndolas con gran satisfacción desde Barcelona a Madrid. En la suma total del gasto, quedaron incluidas las cantidades relativas al «Flete de Civitavechia á Palamós ... 44- / id de Palamos á este Puerto... 8-/ Una cuenta del gremio de marcantes... 1- 10,, 51,,/ Otra de al Obra del Puerto ... 1-10,,31,,/ Guia y papel sellado para el desembarque,, 4-/ Faquines del muelle á la Aduana y  á casa del ordinario ... 3-/ Pesarlas, guia para Madrid ....12-/ Total S.E. u O 58,,-17-28-.” Esto suponía que la expresada cuenta correspondía al importe “Pesos fuertes cincuenta y ocho, diez y siete rs veinte y ocho mrs, a los cuales agregados Tres mil ciento sesenta y ocho rs que pagamos por el porte desde Bercelona, resulta la suma de Cuatro Mil Trescientos cuarenta y cinco rs Veinte y ocho mrs vn».

Como arquitecto de la villa de Valls (Tarragona) Ignacio Jordá se ocupó a principios de 1852 de hacer un reconocimiento del pasadizo hecho por los propietarios de una casa, a la vez que llevaban a cabo la reforma de sus fachadas. En vista de esta construcción, se abrió un expediente promovido por algunos vecinos denunciando dichas obras, hecho por el cual Jordá tuvo que intervenir. Considerando la Ley 1ª, título 32, Libº 7º de la Novísima Recopilación, el arquitecto fue de la opinión que era necesario el derribo del pasadizo, pero el expediente pasó posteriormente a censura de la Academia. Para este objeto, la Sección de Arquitectura delegó el trabajo en José París, que hizo el informe correspondiente.  Puso de relieve varios aspectos: que el pasadizo no se había construido de nueva planta sino que sólo se había elevado en altura,  hecho por el que no se podía atacar algo que ya existía sin la aplicación de la Ley de Expropiación por causa de utilidad pública de 17 de julio de 1836 y que al haber presentado los dueños, Magdalena y Juan Bella, los planos de las fachadas para la aprobación de la municipalidad, no así los de la reforma del pasadizo, los dueños debían reponer el pasadizo como estaba antes de las obras, «como correctivo por su falta de observancia de las ordenanzas municipales en lo relativo al buen orden en las fabricas, la paralizacion de sus obras hasta el dia á causa de la denuncia». El informe de París fue aprobado por la Sección de Arquitectura el 3 de abril de 1852.

El 22 de mayo de 1852, Antonio de Zabaleta, Narciso Pascual y Colomer y José París llevaron a cabo el informe del proyecto del hospital de la Princesa, obra de Francisco Cabezuelo. Lo hallaron falto de explicación y una de sus fachadas sin relación alguna con las plantas. Respecto a la conveniencia del edificio en relación a su objeto, observaron la mala ubicación de la capilla al encontrarse la puerta principal inmediata a ella; la falta de aislamiento de las salas de los enfermos, fundamental en este tipo de edificios; el insuficiente sistema de ventilación y calefacción; la mala disposición de los comunes, faltos de luz y ventilación; la aglomeración de las partes y la falta de desahogo de todas ellas. Respecto a la disposición artística de las partes que constituían el hospital, los profesores no pudieron entrar de lleno en este asunto por encontrar multitud de defectos, de ahí que vieran necesaria la formación de un nuevo proyecto al no existir huecos centrados, ser mezquino y de mal gusto el cuerpo central e imposible reconocer el destino del edificio. El informe de los tres arquitectos fue aprobado por la Sección de Arquitectura el 25 de mayo de 1852.     

En colaboración con Juan Bautista Peyronnet y Antonio Herrera de la Calle formó parte de la comisión nombrada por la Sección de Arquitectura para examinar la tarifa de los honorarios que debían percibir los arquitectos por los diferentes trabajos de su profesión. En el informe desarrollado advirtieron la necesidad de utilizar el sistema métrico que debía regir al año siguiente, como adoptar unidades enteras para los tipos que se estableciesen respecto de las unidades de superficie. Dicho informe fue aprobado por la Sección de Arquitectura el 14 de julio de 1852.

A finales de este mes de julio la Sección de Arquitectura censuró el informe que había ejecutado París en colaboración con Antonio Herrera de la Calle sobre el reconocimiento efectuado en la casa ubicada en la calle de Calatrava, nº 31 moderno, con vuelta a la del Águila, nº 15 moderno y 9 antiguo de la Manzana 111 (Madrid). El arquitecto del departamento Juan José Sánchez Pescador había comentado previamente que la casa era antigua y se encontraba abandonada  por no haberse introducido los reparos necesarios en los aseos y el buen servicio de las habitaciones, aunque por otro lado no se apreciaban desplomes en sus fachadas ni desniveles en los pisos que pudieran dar señales de ruina. Tanto Herrera como París vieron de mayor urgencia la reparación del zócalo de mamposteria de la fachada principal que daba a la calle del Águila porque desunía toda la fábrica, como las propuestas de Simeón Ábalos conducentes a «levantar el trozo de fachada que está mas bajo qe el resto por la calle de Calatrava coronandolas todas ellas con un alero de madera nuevo; arreglar los huecos y balcones de las dichas fachadas con arte y según ordenanza y maestrandolas, enfoscarlas y revocarlas con arreglo á un sistema de construccion». En cuanto al interior de la vivienda, vieron necesaria la sustitución de algunos maderos del suelo, algo más robustos de los existentes, así como la de algunos pies derechos en las traviesas. Estas obras, junto con la reposición de los solados, los blanqueos y una dirección competente de las aguas pluviales y sucias quedaría la casa con la solidez y el ornato necesarios.

Al año siguiente, fue delegado por la Sección de Arquitectura para elaborar el informe relativo a una cárcel para Lérida, informe que tuvo concluido el 2 de diciembre de 1853. Estudió con detenimiento los planos y el expediente, los cuales encontró arreglados y conformes a la legislación vigente, como el presupuesto bien calculado. La Sección aprobó dicho informe el 6 de diciembre de 1853, no sin antes advertir al autor que parecían escasos los gruesos de los muros en comparación con la anchura de las crujías.

Su nombre volvió a reseñarse en las juntas académicas con motivo de la remisión a la Academia de un expediente relativo a la alineación de la casa que intentaba construir Ángel Monge en la villa de Castro Caldelas (Orense). Como delegado de la Sección de Arquitectura París se encargó de hacer el informe pertinente, teniéndolo concluido el 14 de septiembre de 1854. Advirtió que el propietario había solicitado con tiempo la licencia y la alineación para reedificar su casa en la calle Grande y Campo de los Remedios, siendo autorizada con el beneplácito de la corporación municipal, motivo por el que enseguida comenzaron las obras. Por otro lado, había sido denunciado por Vicente Martínez Bisco y otros vecinos cuando la obra estaba bastante avanzada, hecho por el cual se había pasado el expediente a informe del gobernador civil. Ante estos hechos, la Junta de Policía Urbana se percató de la existencia de un plano ejecutado por Felipe Bouza y Tredis en el que se marcaba la alineación a la que debía sujetarse el propietario de la casa en cuestión por lo que la municipalidad había aprobado esta decisión y acordado facilitar dicho plano con la alineación oficial a todo el público, para que en el termino de un mes se pudiesen hacer las reclamaciones oportunas. Posteriormente aparecieron reclamaciones acerca de la exactitud del plano y la conveniencia de dicha alineación, motivo por el que fue modificado por el ayuntamiento. Del mismo modo, el 7 de abril de 1854 el gobernador había mandado al ingeniero Enrique Alan un nuevo reconocimiento y un informe que recogiera las recomendaciones oportunas, ingeniero que levantó el plano de la localidad casi conforme con el realizado anteriormente por el arquitecto Bouza y Tredis.

París puso de relieve en su informe que en la alineación de la citada casa se habían cumplido las Reales Órdenes de 1844 y 25 de julio de 1846 al haberse presentado el plano de la localidad y la alineación de la casa levantada por persona competente. Consideraba como buena la línea de cornisa marcada por el ingeniero Enrique Alan al cumplir con las condiciones de ensanche, salubridad y demás requisitos, por lo que debía sujetarse a ella la casa de Ángel Monge. Por último, el propietario debía ser indemnizado por quien competiese al haber pedido la licencia a su tiempo y habérsele aprobado para obrar en la forma en que lo había hecho. Este informe fue aprobado finalmente por la Sección de Arquitectura el 27 de septiembre de 1854.

En este mismo año se encargó de hacer llegar a Madrid otra caja con obras de los pensionados de S.M. en Roma remitida desde Marsella en el barco llamado María Antonieta, cuyos gastos de envío fueron en esta ocasión: «Gastos (inteligible) en Marsella fs 46.....(ilegible) 8,, 14,, 26/ Desembarque y portes á la Aduana ,, 8,, Declarn, certificado y despacho....,, 1,,16/Gena para Madrid ....,, 4/ Portes á casa el ordinario ....,, 6/ Comision y portes de cartas .... 2/ Total   13-8-26».

Poco antes del plan del Ensanche se había llevado a cabo el proyecto de renovación interna más importante de Madrid: la configuración de la Puerta del Sol, que había comenzado en 1852 y no concluiría hasta 1862, llevándose a cabo en 1857 la propuesta de Lucio del Valle, Juan Rivera y José Morer. La renovación de la plaza fue complicada porque llevaba intrínseca la expropiación de multitud de solares para lo que fue necesaria la promulgación de la Real Orden de 19 de septiembre de 1954. Por su promulgación, se sometió a examen del ayuntamiento el proyecto del Ensanche de la Puerta del Sol a fin de regularizar y embellecer la capital como por el interés de los propietarios, pero para ello era necesaria la opinión de la Academia Nacional de San Fernando teniendo presentes los planos de la proyectada reforma. El sitio se encontraba entonces como resultado del derribo del Buen Suceso y la casa de beneficencia. Su regularización era urgente por el «repugnante aspecto» que presentaba respecto al ornato público, ya que constituía el sitio más céntrico y concurrido de la ciudad.

El 17 de octubre de 1854 se entregó la comunicación original que la suprimida Junta Consultiva de Policía Urbana había elevado al gobierno el 19 de octubre de 1853, junto con el proyecto del ensanche de la plaza formado por el plano y la decoración de las nuevas fachadas y el coste que podría suponer la realización del mismo. Pero toda esta documentación era susceptible de ser ampliada con las alineaciones aprobadas para las calles de Alcalá, Arenal, Carretas, Mayor y demás.

La Sección de Arquitectura reunida el 27 de octubre de 1854 formada por París, Conde y González, Sanz, Herrera de la Calle, Zabaleta, Peyronnet y Laviña sometió de nuevo a examen el proyecto del ensanche, alineación y ornato de la Puerta del Sol. Estudiado con detenimiento el expediente, la Sección comunicó al ayuntamiento que le era imposible dar su opinión al respecto debido a la escasez de datos remitidos, además de faltar uno de mucha importancia: el estudio detallado de los desniveles y rasantes, aspecto del que no había podido ocuparse la comisión encargada de la obra debido a la premura con que se había exigido la presentación del proyecto. Además, la Academia necesitaba conocer si dicho proyecto se encontraba en armonía con el pensamiento general de mejoras y reformas en el sistema de alineación de Madrid y tener a la vista las acordadas para todas las calles que desembocaban en la plaza. Por todo ello, comunicó al ayuntamiento el no poder dar un dictamen favorable a lo presentado y la necesidad de concluir el futuro plano de Madrid. El dictamen de la Sección de Arquitectura fue aprobado por la Academia en la Junta General del 5 de noviembre de 1854.

El ayuntamiento dispuso que sus arquitectos empezasen a trabajar lo antes posible en la recopilación de la información que le había pedido la Academia. El 17 de febrero de 1855 ya se habían reunidos los datos suficientes y ejecutado los perfiles que se representaban en el plano, como las anotaciones de cada perfil y las acotaciones que expresaban los desniveles en los puntos principales, además de los diseños de las diez calles que desembocaban en la plaza, todo lo cual fue remitido a la Academia para su censura. Sin embargo, recibido el expediente el 19 de febrero a las 12 de la mañana y reunida la Sección de Arquitectura a las 5 de la tarde de ese mismo día, continuándola el 20 a las 8 de la mañana, se echó de menos tener a la vista la comunicación del ayuntamiento con todos los antecedentes de la obra.

Los arquitectos Matías Laviña y José Jesús Lallave fueron nombrados por la Sección de Arquitectura para examinar la reforma de la Puerta del Sol. Tras reconocer el lugar y estudiar el proyecto durante 12 largas horas tuvieron concluido el informe el 20 de febrero de 1855, llegando a las siguientes conclusiones: «1º la Conveniencia del proyecto; si bien llama la atencion pr haberles impresionado vivamente, sobre los 130 rs pr pie y 3 pr % de indemnizacion. 2º Encontrar el proyecto aceptable y estudiado bentajosamte, de una manera poco variable con escaso tiempo y medios. 3º Encontrarlo asi mismo realizable siempre que, atendiendo á ser una reforma y no un proyecto nuevo, el plano de asiento de la nueba plaza no sea un solo y mismo plano, sino una superficie compuesta de varias estudiadas con las intervenciones de diferentes planos de manera qe estas ni impidan en lo mas minimo el transito y servicio público de todo genero, antes sea mas asequible qe al presente».

El informe fue aprobado por la Sección de Arquitectura el 22 de febrero de 1855. Seis días más tarde Peyronnet llevó a cabo la redacción del mismo, poniendo de manifiesto que se trataba de un proyecto que había exigido repetidas juntas y discusiones para poder conciliar los intereses del ayuntamiento con los de los propietarios; que la población de Madrid necesitaba muchas reformas, pero una de las más importantes era ésta al ser lamentable y desdecir el aspecto de este espacio urbanístico tan reconocido en la península y en el extranjero por su posición central, el número de calles que desembocaban en él y la multitud de carruajes y personas que transitaban por sus avenidas. Por otro lado, señalaba la necesidad de corregir la desigualdad de los frentes y la asimetría de las manzanas, motivos por los que creía conveniente la ejecución del proyecto, máxime cuando la obra había sido declarada de utilidad pública, y la necesidad de que fuera estudiado desde el punto de vista artístico atendiendo a su disposición en planta y la ornamentación de sus alzados sin olvidar el cálculo del coste que debía tener.

En nombre de la Sección, Peyronnet comunicó la aprobación del ensanche proyectado, base del proyecto presentado al estar sus alzados bien entendidos y seccionados, no obstante, consideró más conveniente haber organizado un concurso público para la ocasión, a fin de haber elegido entre varios proyectos el mejor, ya que era un medio para estimular el genio artístico y obtener el mejor resultado en asuntos de tanta importancia. En cuanto a la cuestión económica, asunto que sólo pertenecía al ayuntamiento, la sección consideró oportuno señalar algunas indicaciones sobre todo en cuanto al tipo de indemnizaciones que debían ser pagadas.

La Sección de Arquitectura se volvió a reunir el 24 de febrero de 1855 para examinar la reforma de la plaza, que creyó susceptible de modificación desde dos puntos de vista: el artístico y económico, este último limitado tan sólo a la parte de la tasación facultativa para la expropiación. En cuanto al aspecto artístico, aprobó en su totalidad la planta y los alzados, aunque creyó oportuno como Peyronnet abrir un concurso público para la ocasión. Respecto al coste del proyecto, vio poco exacto el tanteo realizado por la junta porque se había señalado como tipo de indemnización la cantidad de 132 reales por pie superficial incluyendo las construcciones, cuando las casas tenían un valor absoluto y otros relativos ya que en cada finca las construcciones tenían variedad de valores según la calidad y el estado de ellas, unas más modernas otras antiguas, etc.

El informe anterior había calificado el proyecto de bueno y aceptable, pero como era susceptible de modificación la Sección de Arquitectura reunida el 7 de marzo de 1855 aprobó la forma de la planta y la alineación de los nuevos edificios, pero no los alzados presentados. Debido a este motivo se acordó la realización de un nuevo pensamiento de decoración para las fachadas, a cuyo objeto sería necesaria la convocatoria de un concurso tomando como base la planta aprobada y limitándose sólo a los alzados, o en su defecto que el ayuntamiento encargase su estudio a sus arquitectos de villa para después escoger el que mejor reuniese los requisitos exigidos.

El 20 de septiembre de 1855 se remitieron a la corporación académica 5 proyectos y 6 proporciones para el ensanche de la Puerta del Sol, a fin de escoger el que mejor reuniese las características exigidas. El primero era del conde de Hamal y D. E. Mamby, cuyos planos estaban firmados por los arquitectos Pedro Tomé, Juan de Madrazo y Aureliano Varona; el 2º, de José Antonio Font, siendo firmados los planos por el arquitecto José Acebo; el 3º de Juan Salas y Sivilla sin dibujo alguno; el 4º del marqués de Aserreta, con un solo dibujo sin autoría; el 5º de Pascual Hidalgo y Compañía, con un dibujo también sin firmar, y por último el 6º de Carlos del Bosch y Romaña, con un dibujo firmado por este arquitecto.

Los planos quedaron en la sala de la Academia a fin de que fuesen estudiados por los académicos y más tarde pasasen la censura de una comisión de tres individuos de su seno.  Como miembros de esa comisión fueron elegidos por votación secreta en la Junta de la Sección de Arquitectura del 24 de septiembre Antonio de Zabaleta, José París y Antonio Herrera de la Calle, quedando como suplente Eugenio de la Cámara, no obstante, tras la renuncia de Zabaleta al cargo, Eugenio de la Cámara tomó posesión del cargo en su lugar. Los miembros debían emitir un informe sobre los proyectos presentados, pero también sobre la exposición dirigida a la Academia por Modesto Gozálbez en su nombre y el de sus hermanos Gonzalo y Francisco en calidad de propietarios de la casa nº 7 moderno y 3 antiguo en la expresada Puerta del Sol, a fin de que la corporación tomase en consideración los perjuicios que le ocasionaría de aprobarse el proyecto del conde de Hamal y Mamby si en el futuro eran despojados de su propiedad.

El dictamen adoptado por la mayoría de los vocales asistentes a la Junta General del 6 de octubre de 1855  fue el siguiente: no tomar en consideración los proyectos cuyos planos no fuesen firmados por un arquitecto, de lo que se deducía que quedaban anulados los de Juan Sala y Sivilla, el marqués de Asarreta y Eugenio Pascual Hidalgo, limitándose el examen de la Academia sólo a los proyectos del conde de Hamal y Mamby, José Antonio Font y el arquitecto Carlos del Bosch y Romaña al reunir los requisitos legales.

Tres fueron los puntos principales que se examinaron en los proyectos: la figura de la planta, la decoración de los alzados y el espacio franco resultante para el público. Respecto a las plantas, la Academia halló mayor regularidad y simetría en el proyecto de Hamal y Mamby y mayor amplitud en el de Font, sin embargo, no dejaban de necesitar alguna que otra ratificación. En cuanto a las fachadas, encontraron desafortunados los arcos que algunos arquitectos habían levantado en la entrada de la calle del Carmen y Preciados por ser inútiles y quitar las vistas, luces y desahogo a las casas de dichas vías, por lo que fueron aprobadas las fachadas elaboradas por Hamal y Mamby que habían sido firmadas por los arquitectos Aureliano Varona y Juan de Madrazo. De los dos se prefirió la de este último, siempre que la severidad de la ornamentación que presentaba fuese completada a la hora de su ejecución. Por último, respecto al espacio reservado para uso público, la Academia entendió que el proyecto del conde de Hamal y Mamby era el que más se acercaba al objetivo a seguir por llevar hasta 157 pies la seguridad transitable.

Los estudios pusieron de manifiesto que el proyecto de Hamal y Mamby satisfacía las necesidades y las condiciones requeridas tanto en planta como en los alzados; que debía darse a la plaza 570 pies en su lado mayor y 158 pies en su lado menor según se había marcado con tinta encarnada en el plano de los señores antes citados; no obstante, la Sección fue muy parca a la hora de tratar las condiciones económicas al ser ajenas a la índole de su instituto.

En estos momentos se censuró también el proyecto de ornamentación elaborado por Castro, que se halló carente de unidad y distribución en sus adornos porque unas partes estaban recargadísimas y otras portaban una ornamentación muy sencilla, pobre y mezquina. Se observó que no existía correspondencia entre la planta y las fachadas, lo mismo que entre los arcos de las puertas de las tiendas y el resto del conjunto, los vanos y las alturas. Además, respecto al pliego de condiciones facultativas e higiénicas, la Academia estaba de acuerdo en que la utilización del hierro en los suelos era conveniente, pero aún no factible en España debido a que existían excelentes maderas de buena calidad a un módico precio y la industria de la fabricación del hierro estaba poco desarrollada en nuestro país.

El 11 de abril de 1857 se dieron las condiciones higiénicas a las que debían sujetarse en su construcción los nuevos edificios de la Puerta del Sol: la alineación de los edificios sujeta a la traza señalada en los planos aprobados por el Gobierno de S.M. y la decoración exterior aprobada por la Academia; la obligatoriedad de los constructores de presentar al Gobierno la forma y el modo de las plantas y las secciones de los edificios (la altura total de los edificios, el nº de pisos y sus alturas respectivas relacionadas con el ancho y situación de las calles); hacer posible que en los proyectos de decoración las líneas horizontales de cada fachada corriesen en lo posible como continuación de las fachadas laterales; tener presente la proximidad del Canal de Isabel II en las nuevas edificaciones y la distribución de sus aguas en el interior de la población; la ejecución de los cimientos de las nuevas construcciones a la profundidad conveniente y sobre suelo firme a base de mampostería ordinaria o ladrillo recocho con mezcla de cal de Valdemorillo (Madrid) o en su defecto cales grasas combinadas con polvo de teja o ladrillo; la cubrición de los sótanos con bóvedas de ladrillo a rosca, dejando lumbreras necesarias para la iluminación y ventilación;  el empleo de la sillería en las fachadas exteriores prevenida por la Ordenanza y en las interiores o de patios con un zócalo de 0,56 m (2 pies); la construcción de las medianerías con ladrillo, nunca con madera; la ejecución de los muros de fachadas exclusivamente de fábrica, pudiendo ser sustituidos en algunos casos por pies derechos u otras construcciones de hierro laminado, forjado o fundido, pero de ningún modo con madera excepto en los sotobancos, como la posibilidad de ejecutar los tabicones de carga o de crujía con entramados de madera y los entramados horizontales de viguería espaciadas con marcos que exigiesen los anchos de crujía.  Sobre este asunto se especificó el buen resultado que el hierro estaba dando en los pisos en el extranjero y que entonces se estaba introduciendo en España, por lo que era conveniente que su uso se fuese generalizando en sustitución de la madera como normalmente estaba ocurriendo en nuestro país.  En cuanto a las armaduras, debían construirse con la solidez que exigían las distribuciones cubriéndolas con teja a la romana cogidas con mezcla en sus boquillas, limas y caballetes; de plomo o zinc los canales para recoger las aguas de lluvia, dirigiéndolas a los tubos de bajada y éstos de los mismos metales en toda su longitud en los patios hasta la altura de 3 m por lo menos desde el piso de las calles en las fachadas exteriores, desde donde debían descender empotrados en el muro siendo de hierro fundido. Por último, el piso de la planta baja debía quedar elevado cuanto menos 0,50 m sobre el de la acera contigua al edificio.

De la superficie de cada solar, se destinaba 1/6 parte para los patios de iluminación y ventilación, pudiéndose disminuir a ¼ parte cuando se estableciesen patios comunes a dos o más casas. Asimismo, se reglamentaba el volumen de los dormitorios (12 metros3), las escaleras, retretes y comunes, estos últimos inodoros conocidos con el nombre de bombillos con bajadas de hierro fundido, además del servicio de aguas comunes dispuesto con arreglo al sistema aprobado y publicado por el Consejo de Administración del Canal de Isabel II.

La Junta de la Sección de Arquitectura celebrada el 23 de abril de 1857 examinó y aprobó el proyecto de decoración arquitectónica para la Puerta del Sol formado por el ingeniero de caminos Carlos María de Castro. La aprobación fue unánime a excepción del marqués del Socorro, que manifestó no estar conforme en poner como centro de las alineaciones el edificio ocupado por el Ministerio de la Gobernación.  El 1 de mayo de ese mismo año la comisión de académicos nombrada para informar sobre esta obra emitió el correspondiente informe, reseñando primeramente que el proyecto debía ser asequible y realizable sin que exigiera sacrificios superiores a los que era posible hacer, por lo que no era viable hacer la reforma completa de la barriada inmediata a la Puerta del Sol dado que la topografía del terreno obligaba a realizar numerosas y costosísimas expropiaciones. Esto significaba que la reforma debía ceñirse a ensanchar y mejorar la Puerta del Sol sin tomar de sus accesorias nada más que la zona puramente precisa para regularizar las embocaduras de las calles. Otros de los puntos aprobados fueron los siguientes:

2º) Que el antiguo edificio de la Casa Correos, entonces Ministerio de la Gobernación, se tomarse como centro y base de la reforma por la importancia de su destino, solidez, buen aspecto y grandes dimensiones.

3º) La necesidad de variar la dirección de la calle de Preciados desde el punto de su confluencia con la de la Zarza, sacándola perpendicularmente a la fachada del Ministerio en su centro.

4º) Que no se hallaba inconveniente en cerrar la calle del Carmen con un arco al proporcionar regularidad en la extensión de las fachadas y disimular la divergencia de las direcciones de las calles, aunque por otro lado tuviese el inconveniente para la salubridad y ventilación.

5º) En cuanto a la curvatura adoptada por la Junta Consultiva de Policía Urbana en su proyecto y aceptada posteriormente, se encontró muy conveniente al salvar con las menos expropiaciones la dificultad de divergencia de las calles de Montera, Preciados y del Carmen evitando los ángulos agudos.

6º) La necesidad de tener en cuenta el encarecimiento y los notables desniveles que presentaban las calles afluentes respecto al centro de la plaza, singularmente la de Montera. También, que ninguna de las plantas que se habían visto llenaban sus deseos y que la remitida juntamente con el proyecto de fachada de Castro era una de las que más se separaba de las condiciones que la comisión deseaba tuviera la Puerta del Sol.  Por este motivo, la comisión formuló un pensamiento en planta ejecutado con elementos de varias de las presentadas, tomando como centro la Casa de Correos y dando mayor extensión a la línea de Oriente a Poniente. En cuanto a la decoración de las fachadas, la comisión fue de la opinión que al no constituir la Puerta del Sol una plaza cerrada sino lo que en Italia se denominaba un «largo», es decir, un sitio donde la principal carrera o avenida de la población recibe un ensanchamiento para dar entrada a otras tantas calles principales, no era conveniente adoptar un sistema uniforme de decoración al producir monotonía y ser difícil el poderla acomodar bien a la distribución de los solares y la disposición de las medianerías.

En cuanto a la elección de los materiales, la utilización de piedra era muy costosa para los propietarios, lo mismo que el empleo de hierro fundido o laminado, pero si se empleaban otros más económicos como las yeserías, barros cocidos o las composiciones hechas con cales hidráulicas, la construcción tendría poca duración. De este modo, era preferible dejar libertad a los propietarios en adoptar el estilo de ornamentación que más les conviniese, siempre que perteneciese a alguna buena época del arte o formasen una nueva, presentando los planos a la aprobación de la corporación. No obstante, la comisión fue del parecer que debía fijarse la altura total y parcial de las fachadas como sus pisos en relación con el ancho de la calle.

Respecto al empleo del cinc para las bajadas de las aguas pluviales, no se encontraba conveniente por su poca durabilidad y resistencia a las influencias atmosféricas. Tampoco se veían convenientes algunos puntos tocantes a la escalera, como la proscripción absoluta de las espirales y señalar como tipo mínimo para el ancho de los tramos 1,50 m, cuando en muchas ocasiones bastaba con 1m. Este dictamen sería aprobado por la Academia en la Junta General del 3 de mayo de 1857.

La Sección de Arquitectura se volvió a reunir en sucesivas ocasiones para tratar las obras de reforma de la plaza. Lo haría el 10 y 18 de junio y 5 julio de 1857, momento en que atendiendo a la necesidad que tenía el director facultativo de las obras en tomar copias de los planos de los solares de Madrid contenidos en los libros que poseía la Academia, a fin de tomar los datos necesarios para llevar a cabo la medición de dichos solares y la tasación de las fincas que debían expropiarse, la corporación académica acordó poner a disposición de este funcionario y su ayudante, el arquitecto Antonio Ruiz de Salces, los citados libros que se encontraban custodiados en el Archivo de la institución.

El 18 de julio se remitieron a informe los planos de los solares que debían tener las casas a construir y el 29 de julio fueron examinados el pliego de condiciones generales y facultativas, particulares y económicas para la subasta del derribo de las casas. Lógicamente, solo podían intervenir en esta fase grandes capitalistas, lo que significaba que se privaba a los pequeños de tomar parte en la subasta porque los plazos en los que se debían hacer los cobros eran muy cortos y perentorios. Antes de acabar el mes,  la Sección de Arquitectura reunida el 31 de julio  opinó que no tenía nada más que informar  sobre este asunto, ya que la figura y las dimensiones de la nueva Puerta del Sol estaban establecidas, como la dirección y el ancho de las calles afluentes a la misma, incluso las alineaciones a las que debían sujetarse en lo sucesivo las casas contiguas a las expropiadas por la Administración; no obstante, podían hacerse algunas modificaciones  en las líneas que marcaban su perímetro y en la colocación de algún recuerdo histórico, fuente, arco u otra construcción decorativa que diese un aspecto más monumental a su espacio y pudiera corregir la excesiva longitud de la plaza respecto a su ancho.  En cuanto a las rasantes, la alineación de las fachadas y las condiciones higiénicas, la Academia estaba conforme con lo presentado, incluso con la decoración adoptada en sus fachadas porque, aunque no podía calificarse de esencialmente artística ni monumental, era apropiada a las casas de alquiler que era su objeto.

Por orden del ministro de la Gobernación se le encargó al arquitecto Juan Bautista Peyronnet la realización de una serie de adiciones al mismo proyecto de reforma, cuyos honorarios correspondientes a los planos, memoria y demás trabajos efectuados fueron aprobados en la Junta General del domingo 7 de noviembre de 1858. A finales de año sería remitido el proyecto y el plano de reforma para el embellecimiento de la plaza firmados por el arquitecto Juan Rom. Fue examinado por la Sección de Arquitectura el 14 de diciembre de 1858, junta que observó como la obra de Rom se reducía a variar la dirección de las calles de Preciados y del Carmen desde el punto que lo permitían las expropiaciones practicadas sacándolas perpendicularmente a la fachada que miraba al Mediodía y suprimiendo la calle de la Zarza conservaba intactas las líneas generales de la planta aprobada por las Cortes. Con ello conseguía una forma más regular de los solares enajenables aumentando su extensión, pero su proyecto fue desechado por varios motivos: primero, porque cambiaba la dirección de algunas calles y no lograba ninguna euritmia en la distribución de las masas y la correspondencia de las bocacalles; segundo, porque no era acertada la supresión de la calle de la Zarza y tercero, porque disminuía el desarrollo de las líneas de fachada y destruía en parte el objeto comercial de este espacio urbanístico.  A todo esto, cabría añadir la imposibilidad de realizar por ahora un proyecto de reforma mientras que no se formase una nueva ley, en cuyo caso se anunciaría un concurso público al que pudieran presentarse todos los profesores de arquitectura.

En vista de lo expuesto, la Sección de Arquitectura no pudo considerar el pensamiento de Rom «[...] como una de esas modificaciones que mas ó menos oportunas, se ocurren facilmente al que examina un proyecto formado y estudiado por otra persona, y entiende que comparado con el que se está preparando para su ejecucion, reconocido generalmente como poco adecuado basta por el mismo Consejo de Admon en su informe no desmerece nada, pues los inconvenientes que presenta estan quiza compensados con otras ventajas, como con algunas mayor regularidad en los angulos y en la forma de los solares, la apertura de la calle del Carmen y el aumento de terrenos enagenables; pero no cree que en el estado á que han llegado las cosas sean estas ventajas de tal magnitud que por ellas solas deba intentarse la derogacion de la Ley vigente y formación de otra nueva».

El 18 de junio de 1859, la Junta formada por Eugenio de la Cámara, José Jesús Lallave, Morán y Narciso Pascual y Colomer bajo la presidencia de Aníbal Álvarez como académico más antiguo, se reunió para proceder a nombrar al presidente y secretario de dicha comisión, cargos que recayeron respectivamente en Aníbal Álvarez y Pascual y Colomer. En estos momentos S.M. encargó a la Academia el estudio y la propuesta de las modificaciones que tuvieran que llevarse a cabo en la planta ya aprobada de la Puerta del Sol, motivo por el que era necesario tener a la vista todos los datos geométricos y topográficos del terreno, el estudio de los niveles, rasantes y demás que estuviesen realizados para el mejor desempeño de su cometido, así como disponer de uno o dos hábiles delineantes.

Mientras tanto, la Sección de Arquitectura reunida el 8 de mayo de 1857 censuró y aprobó la concesión de licencia a Manuel de Santayana para edificar conforme a los planos aprobados por el Gobierno de S.M. para la reforma de la Puerta del Sol, la casa situada en la Carrera de San Jerónimo, nº 2, Puerta del Sol números 1 y 3, dictamen que sería aprobado por la Academia en la Junta General del 7 de junio de 1857. Veinte días más tarde se censuró también el expediente sobre las condiciones higiénicas y la distribución de las casas números 5, 7, 9 y 11 de la Puerta del Sol esquina a la calle de Carretas, nº 1, cuyos planos encontró la Sección de Arquitectura perfectamente entendidos y arreglados el 28 de mayo, tanto en su distribución como decoración; no obstante, respecto a la casa nº 11 esquina a la de Carretas propiedad de Maltrana, debía llegar el gabinete proyectado de la esquina hasta la fachada de la calle Carretas, suprimiéndose el tabique divisorio de la pieza sin nombre y recibir mayor amplitud la alcoba de en medio procedente de la supresión del pasillo de al lado que debía desaparecer.

El 22 de junio, el consejo acordó remitir a la Academia todos los estudios que la corporación había solicitado, entre ellos el plano topográfico de la citada reforma hecho con arreglo a la Ley de 28 de junio de 1857 y reales órdenes posteriores, con la aprobación de las modificaciones del trazado de la calle de la Zarza y las rasantes de las calles afluentes a la plaza. Ese mismo 22 de junio la Sección de Arquitectura se volvió a reunir excusando su asistencia Juan Bautista Peyronnet. Se procedió al examen de los diferentes proyectos remitidos por el Gobierno y tras haberlos estudiados se halló como más aceptable el propuesto por la Junta Consultiva de Policía Urbana, no sin antes manifestar los defectos advertidos en el trazado aprobado por la citada ley de 1857. 

Debido a la premura con que se exigía la resolución del asunto, la Academia acordó realizar un croquis a modo de anteproyecto de la reforma que se proponía junto con un informe que expresase las razones que le habían motivado el llevarlo a cabo de esa manera. El trazado propuesto por la Academia tenía «la inmensa ventaja de ser mas sencillo, de aprovechar mas en beneficio del arte y de la conveniencia publica el inmenso derribo practicado; toma por base la fachada del Ministerio de la Gobernacion, reduce la longitud de la plaza á 544 pies la ensancha hasta 273, es decir, 100 pies mas que la actual trazada, produce con estas dimensiones una razonada proporcion en su area y dirigiendo el eje de la calle de preciados al medio de la fachada del ministerio permite dar tan oportuna direccion á las demas calles afluentes que se produce una simetrica correspondencia entre estas y las manzanas de casas determinando lineas de fachada mucho mayores que las actuales, particularmente en las tres que hacen frente al Ministerio, lo cual producirá masas de edificacion de un carácter mas monumental y mas digno del pensamiento que ha debido conducir a esta reforma. Esta importante variación no exije ni mas expropiacion ni mas gasto al presentado y solo toma de la actual superficie vendible la insignificante cantidad de 4500 pies propiamente, cantidad qe no duda la Comision sera algo menor al hacer el estudio definitivo [...]». Otra de las reformas que la comisión veía factible, no como parte integrante del proyecto sino como de utilidad y para poder ser ejecutada paulatinamente, era la apertura de una calle que condujese a la plaza de las Descalzas desde la Puerta del Sol y proporcionase salida a la calle Peligros.

La memoria descriptiva del proyecto del Ensanche y de sus calles afluentes propuesta por la dirección facultativa de las mismas obras como modificación del proyecto aprobado por la Ley de 28 de junio de 1857, quedó concluida el 9 de julio de 1859. En ella quedaron reseñadas las condiciones principales que se habían procurado satisfacer en el proyecto, este basado en los principios siguientes: que la reforma y ensanche debían satisfacer y subordinarse para facilitar el tránsito tanto de carruajes y caballerías como de la gente de a pie, mejorando los medios de comunicación entre las calles principales de la población que vertían y se cruzaban en dicha plaza; que la reforma debía sujetarse estrictamente a la expropiación verificada hasta ese momento; que debía satisfacer igualmente la simetría y el ornato de las fachadas que daban a la plaza regularizando sus avenidas y por último, que debía aprovecharse al máximo el suelo expropiado.

Tras señalar los principios de la reforma, la memoria se centró en la explicación del proyecto, comenzando con la elección del centro, su forma y ejes, continuando con la necesidad de suprimir los callejones de la Tahona, las Descalzas y Preciados como vías públicas, aunque conservando sus entradas por las servidumbres que prestaban y los servicios que presentaban a las casas contiguas, y finalizando con la necesidad de ejecutar chaflanes en la intersección de las calles del Carmen, Zarza y Negros. Finalmente, la memoria introducía la ejecución del proyecto y una comparación de las áreas que habían quedado disponibles para la edificación, con objeto de señalar las ventajas que tenía este nuevo proyecto sobre el ejecutado por la Academia y el aprobado por la ley:

- Área correspondiente a la edificación expropiada:  16.108, 98 m2 (207.478,47 pies2).

- Área de la plaza antes de la reforma era: 9.069 m2 (65.289 pies2).

- Ídem. en el proyecto aprobado por la ley de 28- 6 - 1857: 10.361 m2 (133.450 pies2).

- Ídem. en el proyecto de la Academia de San Fernando: 10.135 m2 (130.542 pies2)

- Ídem. propuesta por la Dirección de la Junta Facultativa:  12.320 m2 (158.686 pies2).

- Exceso de superficie de la plaza:

. según el proyecto aprobado por la ley sobre el que tenía la plaza antigua: 5.292 m2 (68.163 pies2).

. Ídem.  según el proyecto de la Academia: 5.066 m2 (65.250 pies2).

. Ídem. según el proyecto propuesto por la Dirección Facultativa de las obras: 7.251 m2 (93.396 pies2).

- Exceso de la superficie de la plaza:

. según el proyecto aprobado por la ley sobre el de la Academia de San Fernando: 226 m2 (2.911 pies2).

. Ídem. según el proyecto de la Dirección Facultativa de las Obras sobre el de la Ley: 1.959 m2 (25.233 pies2).

. Ídem. sobre la del proyecto de la Academia: 2.185 m2 (28.143 pies2).

- Las áreas que quedaban disponibles para la enajenación eran:

. En el proyecto aprobado por la ley: 10.488 m2 (135.089 pies2).

. Ídem. en el proyecto de la Academia: 9.843 m2 (126.778 pies2).

. Ídem. en el propuesto por la Dirección Facultativa: 9.263 m2 (119.310 pies2).

- Pérdida de terrenos para la enajenación:

. Proyecto de la Dirección Facultativa de las Obras respecto al aprobado por la Ley: 1.999 m2 (25.232 pies2).

. Ídem. respecto del proyecto aprobado por la Academia: 420 m2 (540916 pies2).

Respecto a la memoria elaborada por la junta facultativa de las Obras del Ensanche, la Sección de Arquitectura reunida en Junta Extraordinaria el 17 de julio creyó poco afortunados los términos, los calificativos y los agravios en ella encontrados contra la propia sección, sobre todo cuando la Academia, no estando obligada a intervenir en este tipo de cuestiones, había formulado en muy poco tiempo un croquis que no debía dársele más importancia que la de un anteproyecto. Por estas consideraciones y la conveniencia del servicio público, la corporación académica solicitó de S.M. ser relegada del cargo que le había confiado sobre este asunto, pues deseaba «evitar todo conflicto y ulterior desabrimiento, conservando intacta la dignidad de su carácter y no decayendo de la consideracion que las leyes le conceden [...]».

La súplica de la Academia no fue concedida, pues el 20 del mismo mes la reina Isabel II dispuso que el informe de la Academia fuese evacuado sin demora porque así lo exigía la conveniencia pública y ningún conflicto podía entorpecer este objeto dado que las observaciones del croquis hechas por la dirección facultativa habían sido expuestas con ánimo de acertar en lo posible en esta obra de tanta importancia y sin pretender agravio alguno del cuerpo académico.

Obedeciendo las órdenes de S.M., la Sección de Arquitectura se reunió el 31 de julio de 1859 para emitir un extenso informe sobre el proyecto presentado por la dirección facultativa de las obras, el cual sería aprobado por la Academia en la Junta General del 31 de ese mismo mes. El informe quedó dividido en dos partes claramente diferenciadas: la parte artística y la económica, esta última acompañada de un documento, letra A, que recogía los errores y contradicciones advertidas en los datos numéricos de la memoria, junto con las correcciones que debían hacerse en la memoria desarrollada por la dirección facultativa. 

Por un lado, con la renovación de este enclave se reforzó su valor representativo atrayendo las actividades comerciales y financieras de la ciudad y por otro, la uniformidad de las fachadas definió su espacio sirviendo de modelo a la arquitectura que se levantaría posteriormente en sus alrededores. Sobre la obra del Ensanche de la Puerta del Sol, el Archivo de la Academia conserva los siguientes planos: del Pl-214 al PL-225).

Dejando aparte las obras de la Puerta del Sol y retomando la actividad profesional de José París a mediados de los cincuenta, sabemos que fue nombrado por la Sección de Arquitectura junto con Antonio Conde y González para llevar a cabo el examen del expediente formado con motivo del concurso organizado por el Ayuntamiento de Valencia para erigir una fuente monumental a la memoria de Mariano Liñán. Los arquitectos advirtieron que el Ayuntamiento no había especificado el tipo de opositores que debían concurrir al certamen, lo que había dado lugar a muchos conflictos al carecer los agraciados de las facultades que las leyes exigían a la hora de proyectar y dirigir obras de este tipo. Además, se habían remitido a la Academia de San Carlos los proyectos presentados al concurso, en los que se había apreciado la falta de la actitud legal de sus autores. Por todo ello, Conde y París aprovecharon la oportunidad para recordar las reales resoluciones y particularmente la del 25 de noviembre de 1846, por la que se confiaba a los arquitectos aprobados la facultad de proyectar y dirigir esta clase de obras.

Lo ocurrido en el concurso contrariaba totalmente esta resolución por lo que a su entender, el proyecto elegido debía considerarse nulo, parecer que sería aprobado por la Sección de Arquitectura el 16 de enero de 1855.  Estos mismos arquitectos llevaron a cabo en Madrid, el reconocimiento de la alineación de la casa de nueva planta ubicada en la calle Desengaño, nº 14, manzana 362, propiedad de Vicente G. y Gómez, cuyo informe tuvieron concluido el 3 de marzo de 1855, y el 11 de mayo el estudio relativo al plano de la alineación de la calle madrileña de Santa Ana. En este último advirtieron que la línea marcada por el arquitecto municipal para la casa nº 16 y 18, ya aprobada por real orden y señalada con tinta azul en el plano, era la más conveniente en esta acera, pero podían hacerse algunas modificaciones en la acera opuesta, a pesar de la ya marcada y llevada a efecto en las casas nº 1 y 3. 

Ambos arquitectos serían nombrados de nuevo por la Sección de Arquitectura para evacuar el informe de denuncia de la casa situada en la calle de Toledo, nº 43 esquina a la calle de la Colegiata (Madrid). Una vez verificado el reconocimiento interior y exterior de la finca, concluyeron el informe el 20 de julio de 1855, momento en el que expresaron que la casa no se hallaba en estado de ruina, ni en su totalidad ni en la parte contigua a la iglesia de San Isidro por la calle de la Colegiata, y que tan sólo habían observado unas manchas y humedades en su fachada provenientes de «estar arrimados a ellas los lugares escusados de los diferentes pisos, cuyo defecto en el ornato puede desaparecer, separando los referidos lugares escusados de dicha fachada evitando el contacto con ella en las bajadas y asientos y reparando con algun punto de fabrica y los consiguientes guarnecidos y refrescos del revoque los defectos que hoy se notan [...]». Dicho informe sería aprobado por la Sección de Arquitectura el 27 de julio de ese mismo año.

Pero su nombre volvió a reseñarse en las juntas académicas en 1860, cuando el 28 de octubre el inspector dio parte al teniente alcalde del distrito del Congreso denunciando el mal estado de la casa nº 5 de la calle Cedaceros esquina a la de Greda y la conveniencia de que fuese reconocida por el arquitecto municipal de Madrid. El arquitecto Sánchez Pescador informó que debía ordenarse al dueño el derribo de la casa para que en su lugar levantase una nueva. Ante este informe, el teniente alcalde señaló al dueño el termino de un mes para llevar a cabo la demolición. Una vez enterado de la orden, el apoderado del propietario de la finca, Manuel Mariño y Vergara, presentó el 21 de julio de 1858 una solicitud al teniente alcalde mostrándole los inconvenientes y perjuicios que ocasionaría dicho derribo, solicitando con ello una prórroga para la demolición. Sánchez Pescador no vio problema en conceder dos a tres meses de prórroga, con la condición de que el dueño nombrase a un arquitecto que estableciese los apeos necesarios para conservar la casa con la seguridad necesaria. La prorroga fue concedida por la alcaldía el 26 de julio de 1858 y el 28 de septiembre se ordenó al administrados que en ocho días cumpliese lo acordado, sin embargo, al poco tiempo el administrador comunicó que no habiendo podido los dueños practicar la demolición habían determinado vender la casa a pública subasta. Celebrada la subasta no hubo licitador, por lo que se concedió el plazo de un mes para solucionar el problema.

El 30 de mayo de 1860 se requirió de nuevo al dueño que cumpliese lo pactado en el termino de 8 días, lo que en repetidas ocasiones se le había dicho, volviéndosele a comunicar el 13 de septiembre de 1860. La propiedad volvió a solicitar un tiempo razonable para poder vender la casa, pero el arquitecto municipal le respondió que en vista del estado en que se encontraba el edificio no se le podía conceder nueva prórroga. Fue en este momento cuando entró en escena José París, quien informó y certificó que la casa no ofrecía inminente peligro de ruina y que con pequeños reparos interiores podría conservarse por algún tiempo. Este nuevo parecer sería la causante de que el teniente alcalde del Congreso solicitase la opinión de la Academia.

La Sección de Arquitectura celebrada el 8 de julio de 1861, formada por Sanz, Piscina, Laviña y Lallave, estudió el asunto y en vista del reconocimiento practicado acordó comunicar a la corporación que, aunque el aspecto de la casa contrastaba con el de las otras modernas de la misma calle y hacía mal efecto, no podía apoyar la denuncia realizada por Sánchez Pescador sobre el estado ruinoso de la finca porque sólo necesitaba de un revoque, ya que podía mantenerse en pie sin faltar a las ordenanzas vigentes y máxime cuanto la calle de la Greda que era la que mas había alarmado sólo mantenía una planta baja y no ofrecía riesgo. No obstante, la Sección de Arquitectura señaló asimismo que, no habiendo podido examinar la casa nº 3 y 5 de la calle Cedaceros al no haberse presentado el propietario inquilino, solamente había podido elaborar el reconocimiento exterior, por lo que se atenía a lo dicho por los arquitectos Pescador y París. Este dictamen de la Comisión sería aprobado por la Academia en la Junta General del 14 de julio de 1861.

El 11 de septiembre de 1864 fue remitido a la corporación el expediente relativo a la necesidad de nombrar una comisión de arquitectos para que practicase el reconocimiento del edificio del Tribunal y Audiencia de Madrid, a fin de saber si las obras que se estaban ejecutando podían llevarse a cabo sin peligro de hundimiento. Con este objeto se solicitó de la corporación el nombramiento de dos académicos para que en unión con el arquitecto de la Audiencia practicasen lo solicitado. En la Junta General del 12 de septiembre de 1864 la Academia comisionó a José París y Juan Bautista Peyronnet, pero al renunciar París a este trabajo se nombró en su lugar a Enríquez Ferrer. Este renunció a su vez al cargo siendo sustituido por Morán Lavandera, ya que el 24 de mayo de 1865 aparecen Morán Lavandera y Peyronnet como los arquitectos nombrados por la Academia para llevar a cabo un segundo reconocimiento de la obra. 

La Junta de la Sección de Arquitectura del 18 de enero de 1865 censuró el expediente de causa criminal seguido con motivo del hundimiento de una casa para Joaquín Alonso y Espejo que se estaba construyendo en el pueblo de Chamartín (Madrid). En el transcurso de la construcción del edificio, el cual ocupaba una superficie de 1.400 pies en planta baja y principal, habían resultando heridos varios operarios, hecho por el que se había procedido contra el encargado y director de la obra Julián Martín. Este accidente trajo consigo la declaración de varios testigos el 21 de septiembre de 1864, entre ellos el aparejador de obras Tomás Merino, vecino de Madrid y residente en la calle de Velarde, nº 6, y el maestro carpintero de armar Benito Serrano que residía en la calle del Príncipe, nº 7. Ambos reconocieron la obra después del hundimiento y declararon que el hundimiento había sido general hasta la planta principal, que los muros estaban construidos con arreglo al arte siendo los materiales y las maderas de calidad superior, como que el hundimiento se había producido por no haber puesto varios tirantes horizontales en la parte vertical del tejado antes de empezar a tejar. Posteriormente declaró el procesado, que comunicó no haber visto la necesidad de colocar tirantes horizontales en la parte vertical del tejado antes de empezar a tejar al no creerlos necesarios y porque en otras armaduras de igual clase que bajo su dirección se habían ejecutado, no se habían puesto ni se acostumbraba a ponerlos porque eran un estorbo para el paso de las buhardillas o desvanes.

Ante este dilema se solicitó la opinión de la Academia sobre si creía necesaria la intervención de un arquitecto para la construcción de casas de este tipo en Chamartín por el eclesiástico Joaquín Alonso. En respuesta a la pregunta, la Sección de Arquitectura celebrada el 18 de enero de 1865 aprobó el dictamen que sobre este asunto había elaborado el académico José París, quien había considerado la existencia de falta en el hundimiento debido a que habiendo tantos arquitectos en Madrid y estar tan cerca el pueblo de donde se estaba construyendo la casa, no debía de haberse ejecutado la dirección de la obra sin un arquitecto siendo sólo tolerable en caso de que la distancia a la que se encontraba el edificio hubiese sido de consideración. El dictamen de la Sección de Arquitectura fue aprobado por la Academia en la Junta Ordinaria del 24 de enero de 1865.


Fuentes académicas:

Arquitectura. Asilos, audiencias, bibliotecas y museo nacional, bolsas, capillas, casas consistoriales y capitulares, casas de caridad, calles, casas de correos, embovedado, casetas, diputaciones provinciales, edificios de los consejos, siglo XIX. Sig. 2-42-8; Arquitectura. Casas particulares, siglo XIX. Sig. 2-42-6; Arquitectura. Plazas, mercados y plazas de toros, 1778-1852. Sig. 2-28-6; Arquitectura. Universidades, Institutos, Escuelas, 1789-1861. Sig. 2-29-2; Comisión de Arquitectura. Agrimensores, 1836-1862. Sig. 2-21-3; Comisión de Arquitectura. Arquitectos. 1806-1807, 1825, 1826. Sig. 468-3; Comisión de Arquitectura. Directores de Caminos Vecinales, 1851-1859. Sig. 2-20-1; Comisión de Arquitectura. Informes, 1821-1828. Sig. 1-30-1; Comisión de Arquitectura. Informes, 1829-1838. Sig. 1-30-3; Comisión de Arquitectura. Informes, 1839-1850. Sig. 1-30-5; Comisión de Arquitectura. Informes, 1846-1855. Sig. 1-30-2; Comisión de Arquitectura. Informes, 1846-1855. Sig. 1-30-2bis; Comisión de Arquitectura. Informes. Urbanismo. Monumentos conmemorativos, 1787-1876. Sig. 2-28-8; Comisión de Arquitectura. Informes. Urbanismo. Ordenanzas de policía urbana de Madrid, etc., 1788-1857. Sig. 2-22-2; Comisión de Arquitectura. Informes. Urbanismo. Puerta del Sol de Madrid, 1855-1859. Sig. 2-28-12; Comisión de Arquitectura. Maestros de Obras, 1825-1876. Sig. 2-23-3; Libro de actas de juntas ordinarias, extraordinarias, generales y públicas, 1839-1848. Sig. 3-90; Libro de actas de juntas ordinarias, generales y públicas, 1819-1830. Sig. 3-88; Libro de registro de maestros arquitectos aprobados por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 1816- 1900. Sig. 3-154, nº 38; PARÍS, José. Siendo uno de los grandes cuidados el que los arquitectos antiguos tuvieron para hacer los enlucidos, tanto en parajes secos como húmedos, se deberá disertar sobre este objeto aclarando, hasta lo posible, el capítulo 1 hasta el 6 inclusive, del libro 7 de Vitrubio, Madrid, 1829. Sig. 3-311-14. Secretario general. Académicos. Arquitectos, 1750- 1831. Sig. 1-44-2; Secretario general. Académicos. Arquitectos, 1821- 1845. Sig. 1-43-4; Secretario general. Académicos de honor y de mérito, 1820-1845. Sig. 1-40-7; Secretario general. Enseñanza. Pensionados, siglos XVIII y XIX. Sig. 1-50-3; Secretario general. Solicitudes de nombramiento de profesores para reconocimiento de obras de arquitectura, pintura, escultura y grabado, 1779-1862. Sig. 2-27-5;


Silvia Arbaiza Blanco-Soler
Profesor TU de la UPM


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