Humarán y de Galatas, Agustín deElorrio (Vizcaya), 1765 - Elorrio, 1829


Nació en Elorrio (Vizcaya) en 1765 y murió en la misma localidad en 1829. Pronto se trasladó a Madrid a fin de cursar la carrera de arquitectura en la Academia de San Fernando, centro en el que se matriculó el 7 de octubre de 1786, a los 21 años de edad. Diez años más tarde concurrió al concurso de Premios Generales por la 1ª clase de Arquitectura, convocatoria que también firmaron Teodoro de Landajuela, Diego del Castillo, Toribio Antonio Menéndez, Juan González, Antonio González Ramírez y Francisco Pruneda y Cañal. Al igual que ellos tuvo que elaborar como prueba de pensado el proyecto de «Un edificio magnífico con destino á Academia de las Nobles Artes; con salas de enseñanza para sus escuelas; galerías para pinturas, esculturas y planos; salas de juntas y de funciones; Biblioteca y Archivo; piezas para las pruebas de oposición y otras para modelar; y las habitaciones necesarias. Su construccion ha de ser sólida, y los cubiertos de bóveda» (del A-213 al A-216) y como ejercicio de repente «Una urna sepulcral grandiosamente enriquecida y adornada de un cuerpo de Arquitectura del orden Corintio con destino al cadáver del Señor Consiliario difunto Duque de Alba» (A-3597). Dichos programas habían sido elegidos respectivamente en la Junta Ordinaria del 6 de diciembre de 1795 y Junta General del 9 de julio de 1796.

En esta 1ª clase tuvieron derecho a voto 23 vocales, quienes otorgaron el 1º premio a Agustín de Humarán y el 2º a Teodoro de Landajuela. Para la distribución de los galardones se envió una carta al Rey a fin de que designase el día de la entrega de los premios para así contar con su presencia, pero el monarca se excusó por no poder presidir el acto debido a sus muchas obligaciones, comunicando que ocuparía su lugar el Príncipe heredero de Parma en el acto que tendría lugar en la Junta Pública del miércoles 13 de junio de 1796.

Mientras que Agustín Humarán estudiaba la teoría de la arquitectura se aplicó en la práctica de la profesión al lado del arquitecto Manuel de la Peña y Padura, asistiendo a las obras a su cargo y realizando cuantas operaciones le eran encargadas.

En la Junta Ordinaria del 2 de octubre de 1796 solicitó de la Academia a la vez que Joaquín Ignacio de Zunzunegui, Manuel López y Manuel Bernardo Mateo el asunto que debía desarrollar para obtener el título de maestro arquitecto. Según la forma establecida, a los cuatro discípulos les tocó en suerte la realización de una «Capilla grandiosa y ricamente adornada para una Palacio Real […]» y «la traza y modelo de las cimbras para la cubierta de la bóveda de dicha capilla con la montea de ellas». Sin embargo, otras fuentes documentales señalan  como ejercicios «una Casa para fabricar moneda de oro, y plata con las Correspondientes distribuciones propias para su uso, y las habitaciones y oficinas necesarias; y que se demostrase en figuras Geometricas de plantas y alzados» y «por modelo una media naranja eliptica sobre pechinas levantada en un paralelogramo; y el informe facultativo en que se demuestre la razon de los espesores respecto de la materia de Construccion y al grave que hayan de mantener». Los diseños que la Academia conserva de Humarán responden a estos últimos, es decir, una Casa para fabricar moneda de oro y plata (A-174 y del A-1318 al A-1322) y el Estudio de una cúpula sobre pechinas (A- 1323 y A- 1324), prueba de montea fechada el 21 de junio de 1800. El 1 de junio de 1800 tuvo concluidos los trabajos por lo que solicitó en ese momento el día para poder elaborar el examen final.

En Junta Extraordinaria del 21 de junio de 1800 fue examinado en la clase de arquitecto, asistiendo a ella como vocales los profesores Juan Pedro Arnal, Manuel Martín Rodríguez, Antonio Aguado, Antonio de Varas e Isidro Bosarte, este último en calidad de secretario. Los examinadores cotejaron la prueba de repente con la de pensado, el informe facultativo y el modelo que dentro de las salas de la Academia había ejecutado según el asunto que se le había señalado el 2 de octubre de 1796. Reconocidas todas las pruebas se le mandó entrar en la sala para cuestionarle acerca de las mismas y sobre la teoría y práctica de la profesión. 

Satisfechos los examinadores con las obras ejecutadas y las contestaciones dadas a las preguntas formuladas le hallaron con mérito para ostentar el título solicitado, grado que le fue concedido por unanimidad de votos en la Junta Ordinaria del 6 de julio de 1800.

El 27 de enero de 1801 solicitó de la Academia la expedición de otro título porque se le había perdido, pues «con motivo de su apresurado biage a Vizcaya en convalecencia de tercianas, se le há trasmandado y perdido […]». Y pronto le veremos remitiendo a censura confidencial de la Academia cuatro diseños para la reparación de la iglesia de San Pedro del Consejo de Galdames en las encartaciones de Vizcaya, los cuales fueron aprobados por la Comisión de Arquitectura el 29 de diciembre de 1801.

Tres años más tarde se ocupó de la construcción de una cañería y fuente pública para la villa de Castro-Urdiales (Santander), para cuyo fin remitió a censura varios diseños y una carta fechada en Bilbao el 22 de septiembre de 1804 explicando el estado de la antigua cañería y los datos que había tenido presentes a la hora de formar su nuevo proyecto: «[…] Comisionado para la execucion de la nueva Cañeria que se intenta construir en dha Villa por hallarse la actual enteramente maltratada y deteriorada sin que absolutamente se pueda aprovechar nada de ella, en su vista por ser una obra de primera necesidad [...] he formado los adjuntos Planos. [...]  Los datos que hà tenido presentes para formar este su proyecto despues de una nivelacion exacta y reconocimiento de todo el terreno que debe seguir el viage de la nueva Cañeria, han sido la cantidad de Agua que mana el Origen en un tiempo determinado; la Altura a que deven Ascender, las Aguas en la Arca distributiva, llamada de Sn Francisco, y el Metodo con que se executó en su principio toda la obra». 

Respecto a la cantidad de agua que emanaba en origen, observó que era muy abundante incluso en épocas de sequía, aunque también turbia, lo que le llevó a introducir dos purificadores, uno con cinco diafragmas y el otro con tres, pero ambos colocados  a corta distancia del nacimiento de las aguas. También que la altura a la que debían ascender las aguas en el arca distributiva de San Francisco era un dato constante e invariable por el poco descenso que tenía la otra cañería que se hallaba desde este punto al convento de las Religiosas Franciscanas de Santa Clara. Indicó que el método utilizado en la construcción de la cañería era muy costoso por el curso que debía seguir como por sus obras, pero a fin de economizar y que la nueva cañería subsistiese más tiempo que la anterior, en vez de construirla con canales de sillería cubiertas con losas y a ras de tierra en la mayoría de su curso, había dispuesto arcaduces de barro colocados sobre un buen macizo de hormigón de dos pies revestidos con la misma argamasa y a tres pies de profundidad desde la superficie del terreno.

Visto el proyecto en borrador por la Junta de la Comisión de Arquitectura el 30 de octubre de 1804 se acordó su aprobación, pero con la condición de que cuando Humarán presentase los diseños en limpio los acompañase del informe facultativo y el avance del coste de la obra como era la costumbre. Según las directrices que le fueron señaladas, el 14 de enero de 1805 remitió dos planos en limpio del acueducto de Castro-Urdiales, los tres borradores anteriores, el informe facultativo y el avance del coste de la obra calculada en 98.863 reales, que fueron aprobados en su totalidad en la Junta de la Comisión de Arquitectura del  28 de febrero de ese mismo año.

El 10 de septiembre envió una carta a la Academia haciéndola participe de la remisión de los diseños en borrador de la reforma de la iglesia de San Pedro del Consejo de Galdames (Vizcaya). En ella exponía que había dirigido la obra «(obserbando las devidas proporciones) a la mayor simplicidad, y economia del edificio, según sè mánifiesta en los Diseños, y escrito que les ácompaña, aprobechando los tres lienzos de paredes dela Yglesia que actualmte existe; las quales pueden subsistir siempre que no reciban empuje de algunos Arcos ó Bobedas como se percibe por dho escrito, y por la adjunta copia de reconocimto y declaracion, delos peritos Agrimensores, Aprobados por este dho Señorio./ La parte del Portico, y las Torres, son las que mas adornan el ingreso, y haspecto exterior de la referida Yglesia, en el proiecto de reforma por mi; pero  pareciendome, que de preciso debe de haber algun resguardo para el descanso, y refugio de los Feligreses, por la situacion en que sé halla construida, y tener que aprobechar las referidas paredes, hé tenido abien de adaptar este mi proiecto […]». La Junta de la Comisión de Arquitectura celebrada el 29 de octubre de 1805 examinó y aprobó los 8 diseños elaborados en borrador, pero de entre todos prefirió por su elegancia el de la fachada con las torres dotadas de un cuerpo de ático.

Al año siguiente remitió a informe dos planos para la construcción de un altar mayor y colaterales en la iglesia parroquial de Santa María de Larrabezúa (Vizcaya), que la Comisión de Arquitectura del 1 de abril de 1806 reprobó al creer excesivo su coste y disposición, como la inapropiada decoración del templo teniendo en cuenta que se trataba de un pueblo de 80 vecinos. Con motivo de esta reprobación, la Comisión reunida el 3 de julio de 1806 nombróa Juan Bautista de Belaunzarán para llevar a cabo el reconocimiento del templo y el proyecto de las obras necesarias en el mismo.

En septiembre de este mismo año de 1806 presentó a censura el plan de las obras nuevamente ejecutadas para formar el almacén y los vestuarios a los dos costados del coliseo de Bilbao, sin la sujeción a los planos aprobados previamente por la Academia que habían sido elaborados por el académico Miranda. Estudiados tanto los planos de Miranda como los de Humarán, además de los testimonios de ambos autores, la confusión fue tal que la Comisión de Arquitectura del 5 de noviembre acordó nombrar a dos arquitectos aprobados e imparciales para que pasasen al lugar y con presencia de los antecedentes del asunto formasen los planos de las nuevas obras a fin de que la Academia pudiera decidir y dar el justo consejo que le era solicitado.

Los dos diseños en borrador elaborados por Humarán para la construcción de un peso real y alhóndiga en Bilbao conforme al plan que había formado Miguel José de Maruri, fueron aprobados por la Junta de la Comisión de Arquitectura el 29 de enero de 1807 y por la Academia en la Junta Ordinaria del 1 de febrero. El 7 de marzo el arquitecto remitió a la corporación una carta en la que señalaba que había dispuesto en limpio los planos en borrador aprobados en enero conforme a las condiciones establecidas para este objeto por Francisco Laukariz, explicando que la causa de haberse demorado en enviar los dibujos se había debido a que el alcalde de dicha villa los había solicitado para su consulta. Finalmente, los diseños serían aprobados por la Comisión de Arquitectura el 4 de junio y por la Academia en la Junta Ordinaria del 5 de julio de 1807.

A finales de 1815 comunicó sus quejas a la Academia sobre el incumplimiento de las reales ordenes en el Señorío de Vizcaya, ya que se expedían títulos de agrimensores haciéndolos extensivos a la medición y tasas de edificios como si fueran verdaderos arquitectos y maestros de obras. Solicitaba el remedio al problema, un problema que a su entender podía solucionarse si la Academia expedía un exhorto a la justicia de Bilbao para que en lo sucesivo se prohibiese la concesión de semejantes títulos y fuesen recogidos los que indebidamente se hubiesen dado para ser remitidos posteriormente a la corporación académica para su total cancelación (J. Comisión del 9 de diciembre de 1815).

En este mismo año de 1815 ejecutó el plano topográfico de Bilbao y en 1816 se le encargó la construcción de la nueva fachada de la iglesia parroquial matriz de Santiago en la villa de Bilbao como la formación de los planos para la Nueva Plaza que se intentaba construir entre las casas de la calle del Correo, Sombrerería, Ascao y la calleja de la Villa con arreglo a la Real Orden expedida por el Supremo Consejo de Castilla, obra encomendada por el Plan del Síndico Personero Loredo del Común de la ciudad. 

En la iglesia parroquial de Santiago, Humarán se encontró con que el ayuntamiento había dado carta blanca para la demolición y apeamiento de su torre porque su construcción y los movimientos experimentados en ella la habían dejado arruinada. Para esta obra, el arquitecto formó dos planos: uno con la demostración de la planta del templo y demás accesorios a ella junto con las aceras de las casas contiguas y la representación de la obra nueva que se quería erigir, mientras que en el segundo plasmaba el aspecto y la forma que debían tener las torres y el pórtico. Apartándose de la obra antigua de la torre por carecer de toda solidez y no admitir el interior del templo la situación que tenía, dispuso dos pequeñas torres y entre ellas un pórtico grandioso de cuatro columnas, sin embargo, estas no eran las únicas obras que debía acometer. Para completar la firmeza del edificio tenía que hacer las excavaciones de los cimientos hasta encontrar el firme, rellenándolas de piedra y sólida mampostería con mezcla de cal y arena; los zócalos exteriores e interiores, los basamentos, las columnas, los cornisamentos, el adorno de los huecos de las puertas, las ventanas y los círculos del interior como del exterior de piedra sillería de la mejor calidad y perfectamente labrada, siendo el resto de los macizos de buena fábrica de mampostería; «la bóveda del pórtico ha de ser de tabicado doble y construida con las fajas, y demas que se manifiesta en la seccion del Plano 2º, y las que se demuestran en el primer piso de las Torres se egecutarán de rosca de ladrillo de un pie de grueso, y se mazizarán unas y otras hasta el tercio de su altura»; «los Aquitrabes, frisos, y cornisas de las columnas se engatillarán por medio de barras de  fierro dispuestas según arte, á fin de que la obra haga su asiento por igual, y lo mismo se obserbará en las bobedas, y en todos los pisos de las torres; advirtiendo que dhos. Engatillados deven estar en el centro de los mazizos de las paredes, tanto para la firmeza de la obra, como para la hermosura de ella». Del mismo modo, era necesaria la ejecución de escaleras de madera con peldaños de tabla, los pisos de las torres con armazón de madera y verjas de hierro como la introducción de estatuas y bajorrelieves. Este proyecto, calculado en  654.460 reales de vellón, fue remitido a informe de la Academia el 28 de julio de 1816, siendo aprobado por la Comisión de Arquitectura el 30 del mismo mes y por la Academia en la Junta Ordinaria del 4 de agosto, no sin antes advertir al autor que debía introducir algunas correcciones, entre ellas «[…] una fachada mas sencilla y correcta, y la remita en lineas suprimiendo las colunas pegadas, ensanchando las torres y usando de otro orden mas robusto y analogo á la dedicacion del templo».

Respecto al proyecto de la Nueva Plaza de Bilbao, Humarán remitió a censura de la Academia el 28 de julio de 1816 tres planos sobre la obra: uno que demostraba topográficamente la población y demás edificios adyacentes junto con el lugar en donde debía construirse la plaza; el segundo, a mayor escala, que representaba la planta de la plaza y los edificios contiguos, mientras que en el tercero se diseñaba el aspecto que tendrían los edificios de nueva planta y los que hacían frente a dicha plaza. En la memoria el arquitecto explicaba la cimentación de piedra firme y sólida mampostería cogida con mortero de cal y arena; los zócalos y machones, las pilastras, los arcos, las repisas, las jambas de las puertas y ventanas como la cornisa de remate de la fachada en piedra de sillería de buena calidad; los macizos interiores y entrepaños de puertas y ventanas con fábrica de mampostería mientras que los balcones de hierro guardando la igualdad y uniformidad deseadas.

En cuanto a la reforma de las fachadas de las casas que se encontraban ubicadas en la calle de la Calleja y en las entradas de la plaza, las proyectó con piedra de sillería y mampostería hasta la altura del primer piso y el resto hasta la cornisa de los tejados a través de fábrica de ladrillo de un pie de grueso con sus entramados de madera. El techo de los soportales de los arcos con bóvedas tabicadas dobles y los suelos de madera de pino o de roble, dejando toda la superficie de la plaza empedrada con fajas de piedra losa como estaban construidas las calles y la rivera de la ciudad.

Humarán no calculó el coste de la obra por varios motivos: primero porque entonces no se había dispuesto edificio público alguno, segundo porque eran muchos los propietarios de las casas que debían estar al frente de la plaza y las calles adyacentes, y tercero porque tampoco estos dueños sabían la extensión de terreno que iba a darse a sus casas o si por el contrario tendrían que venderlos a aquellos que quisieran edificar en sus propios terrenos. El 30 de julio de 1816 la Comisión de Arquitectura aprobó los diseños y comunicó a Humarán que los pusiera en limpio a fin de volverlos a remitir para su definitiva aprobación.

En la obra de la Plaza Nueva de Bilbao intervino posteriormente el teniente director de arquitectura Silvestre Pérez, quien en 1822 y a través de Antonio Goicoechea remitió el proyecto de este espacio público que sería aprobado por la Comisión de Arquitectura el 10 de diciembre y definitivamente por la Academia el 15 de este mes. Dos años más tarde, Agustín de Humarán envió a la Academia una carta desde Bilbao recordando a la corporación que se le había aprobado el proyecto de la obra en 1816 y que por ello solicitaba la autorización competente para poner en planta toda la obra pública, planos que serían aprobados por la Comisión de Arquitectura el 31 de mayo y por la Academia el 6 de junio de 1824.

Volviendo a retomar la actividad profesional de Humarán en 1817, tenemos constancia a través de la Junta de la Comisión celebrada el 9 de julio que fueron examinados dos juegos de planos suscritos por el arquitecto y remitidos de orden del Consejo para la reparación de las iglesias parroquiales de San Jorge (Santurce) y San Salvador del Valle en el Señorío de Vizcaya, así como los informes facultativos y el cálculo detallado de las obras elevadas a 187.315 y 125.636 reales de vellón. Tanto uno como otro fueron aprobados por la Comisión de Arquitectura el 9 de julio de 1817, momento en que se acordó comunicar al Consejo Real que el presupuesto de las obras y las reparaciones no podían minorarse al ser todas ellas precisas y necesarias para la seguridad y el decoro de ambos edificios.

Más tarde se ocupó del diseño en plantas, fachadas y cortes de un hospital general para la villa de Bilbao, manifestando el motivo por el que había obviado el cálculo detallado de su coste. Este nuevo estudio fue aprobado por la Comisión de Arquitectura el 10 de noviembre de 1818 y por la Academia en la Junta Ordinaria del 15 del mismo mes. No obstante, en la dirección del hospital intervinieron otros maestros como Silvestre Pérez, Gabriel Benito de Orbegozo, inventor del plano real, y Antonio de Echevarría, ya que las obras duraron diecisiete años por problemas económicos.

El 28 de abril de 1819 remitió desde Bilbao una carta a la corporación académica para comunicar que Santiago de Zamacola, vicario escolástico de la Merindad de Arratia (Vizcaya), le había nombrado para llevar a cabo el reconocimiento y el competente plano de la obra que debía ejecutarse en la torre de la iglesia de ¿Yurre o Igorre?, en parte demolida y su cuerpo de campanas derribado por un rayo. En opinión del arquitecto, la torre debía ubicarse en el centro de la fachada para el mejor aspecto de la entrada al templo, pero los pocos fondos con los que contaba le imposibilitaban proyectarla de esta manera, hecho por el que había dispuesto sólo lo preciso con la mayor economía y sencillez. En cuanto al material con que debía estar construido el cuerpo de campanas y el remate de la torre señalaba la sillería, tanto para el cuerpo de campanas como para la media naranja y sus agregados, asentando los sillares alternados de forma que los tizones cogiesen el grueso de la pared, poniendo sus caras al exterior e interior de la torre y lo mismo los ligazones que debían ir en dos piezas para trabar las uniones. Respecto a la media naranja, se construiría con piezas enteras « travando sus uniones con toda perfeccion, y asi en los lechos como en los sobrelechos y las juntas de todos los sillares se les abrirá unos canales que llaman Ventuneras para que las lechadas se introduzcan por ellas, á fin de ebitar toda filtracion de humedad á lo interior de la torre [...] El grueso que ha de llevar dicha media naranja para que no cause en las paredes mas empuje de lo necesario se le ha de dar dos pies en su arranque, y uno y quarto en su clabe, y de este modo quedará en su espesor aligerada con toda propiedad «...]». El proyecto fue censurado y aprobado por la Junta Ordinaria del domingo 9 de mayo de 1819, no sin antes advertir a Humarán que reformase la proporción del pie de la cruz y suprimiese los candeleros.

Su nombre volvió a reseñarse en las juntas académicas, como en la Junta de la Comisión de Arquitectura celebrada el 20 de junio de 1820 a raíz de la remisión de un plano y el memorial de un puente sobre el río que bajaba de Balmaseda a cargo del ascentista Agustín Urive, que había sido previamente proyectado por Humarán. En estos momentos se comunicó al interesado que la obra se había subastado y que se estaba ejecutando sin la aprobación de la Academia incumpliendo así las órdenes establecidas; también que dicho ascentista debía seguir el curso reglamentario del procedimiento, remitir los planos y proponer las dificultades que se le ofrecieran para que la corporación académica pudiera emitir la total aprobación de la obra.

El 19 de mayo de 1821 Humarán remitió a informe el plano y seis dibujos de la iglesia parroquial de Santa María de Galdácano que debía construirse en el sitio de la Campa llamada Zabala en la diócesis de Calahorra, jurisdicción de la provincia de Vizcaya. Iban acompañados del informe facultativo y el avance del coste de la obra cuya cantidad se elevaba a 176.540 reales de vellón. En palabras del arquitecto, «la situacion amas de ser un parage llano y algo elevado en el centro del Pueblo, és un terreno firme, y solido; y la piedra se halla a la distancia de mil pies poco mas o menos, tanto para mamposteria como para la silleria, y de la mejor que se pueda desear para una obra semejante, y esto ha sido uno de los motivos que me han animado, à disponer con las doze colunas que se hallan à uno y otro lado de la nave, con el fin de aligerar los mazisos y sirban los intercolunios para colocar los Altares, y los Confesionarios [...]». Todos estos trabajos fueron aprobados por la Comisión de Arquitectura el 29 de mayo de 1821 y por la Academia el 3 de junio de ese mismo año.

Del mismo modo, el 12 de diciembre de 1821 envió a informe el plano que había dispuesto para la construcción de un camposanto en la huerta de los religiosos de San Francisco, que sería definitivamente ubicado en unos terrenos adquiridos por el Ayuntamiento de Bilbao en los altos de Mallona bajo los planos de Juan Bautista Belaunzarán. El proyecto del cementerio municipal iba acompañado del informe facultativo y el cálculo del coste de la obra, trabajos que fueron estudiados por la Comisión de Arquitectura el 8 de enero de 1822.  Se elogió el elegante pensamiento arreglado en proporciones y en el gusto de la arquitectura, pero debido a su extraordinaria riqueza y magnífica composición se creyó más apto para otro edificio de primer orden. Por este motivo se acordó que ejecutase un nuevo diseño más sencillo y acorde con la obra de la que se trataba, debiendo elevar una cerca, construir una simple y reducida capilla para depósito de cadáveres y sepulturas, dejando el resto de la superficie para la plantación de árboles alusivos al destino de la construcción.

El nombre de Humarán apareció de nuevo en las juntas, en esta ocasión con motivo de las obras del puente colgante de cadenas sobre el río Nervión a una legua de la ciudad de Bilbao. En mayo de 1825, Antonio de Goicoechea había remitió a la Academia el segundo plano de esta obra que debía sustituir al puente de barcas existente que se encontraba prácticamente arruinado. En diciembre de 1826 aún se estaban haciendo los reconocimientos pertinentes en la obra a fin de saber si el grueso de los eslabones de las cadenas construidas como el de los colgantes y bandas eran seguras, para cuyo estudio fue necesario el nombramiento de tres facultativos. La Academia nombró el 14 de febrero de 1827 para llevar a cabo este cometido a Humarán, Belaunzarán y Echevarría, arquitectos que no tuvieron que hacer finalmente el trabajo porque transcurridos dos meses sin saber nada del ayuntamiento se supo que las obras habían continuado, que el puente había sido armado a finales de 1826 y probado por diferentes métodos subsistiendo sin el menor contratiempo.

Hasta ahora todo parecía bien dispuesto, pero en abril de 1827 el Ayuntamiento de Bilbao notificó a la Academia que los temores seguían subsistiendo al no haberse presentado los empresarios a verificar el paso simultáneo de 50 bueyes como se tenía previsto hacer como medida para saber la firmeza de la obra. En vista de esta situación, la corporación propuso el 6 de mayo a Pedro Manuel de Ugartemendía, por entonces residente en San Sebastián o Tolosa, para que escuchase a los profesores que habían reconocido anteriormente la obra, entre ellos el director de la misma Antonio de Goicoechea, a fin de que dispusiese y propusiese las medidas oportunas que debían tomarse al respecto.

Sin embargo, una exposición remitida a la Academia por el Ayuntamiento de Bilbao en 1827 expuso la desconfianza ante las obras ejecutadas y preventivas del puente colgante, el cual estaba próximo a arruinarse. La exposición iba acompañada del informe de los arquitectos Humarán, Belaunzarán y Echevarría, a quienes se había comisionado para hacer el reconocimiento. Ante el temor de que esto sucediese, el ayuntamiento solicitó de nuevo el nombramiento de otro arquitecto de mayores conocimientos para que pasase a hacer el reconocimiento de aquellas obras y propusiese las modificaciones que considerase oportunas para la mayor seguridad pública.  Enterada la Comisión de Arquitectura de este problema dedujo el 14 de febrero de 1827 «que no habiendose suspendido los trabajos del Puente, fue armado en fines de Dicre, fue probado por diferentes modos y subsiste sin el menor contratiempo: y como la suplica del Ayuntamto es anterior á este buen resultado, del que se desconfiaba, entiende la Comision que para determinar el nombramto de un nuevo Profesor que pase al reconocimto pedido, deberia antes preguntarse si subsisten en el dia alguna ó algunas de las causas que infundian la inseguridad que trataron de poner á cubierto por su buen zelo y loables fines».

Antes de acabar el año de 1827, Humarán notificó a la Academia su nombramiento para llevar a cabo los nuevos planos de la aduana para la villa de Bilbao en el lugar llamado la Bolsa del Arenal, donde entonces existía el teatro provisional. Este nuevo encargo le llevó a formar el plano topográfico de la población con el lugar elegido para la aduana, único espacio que poseía la villa en su jurisdicción, tanto por la proximidad de la lengua del mar o el río Nervión como por encontrarse despejado de todos los demás edificios y cercano a la población, «siempre qe no se construiese en la misma Alameda ó Prado del Arenal, pero este sitio le ès mui necesario al vecindario y comercio de esta Villa, por ser el unico pequeño recreo que se halla para el desahogo y bentilacion de sus vecinos». No obstante, el lugar más ventajoso para su construcción era a su entender el otro lado de la ría por diversas razones: 1º) Porque se evitarían nuevos obstáculos a las corrientes de las aguas en tiempo de avenidas. 2º) No le iban a entorpecer otros edificios. 3º) Se podrían conducir los efectos a los almacenes por distintos puntos de la Ría. 4º) Supondría una mayor economía en costes al ser su terreno más barato y no necesitar la realización de un zampeado y pilotaje por ser un terreno sólido.

Aunque todo eran ventajas en este lugar, veía como único obstáculo la necesidad de erigir un puente levadizo desde el Prado del Arenal hasta la otra parte de la Ría que no tendría mucho coste al poderse construir de maderas manuables y la futura extensión inevitable de la población de Bilbao por esta zona al no tener otro punto en donde poder levantar sus edificios.


Fuentes académicas:

Arquitectura. Cementerios. Siglos XVIII y XIX. Sig. 2-29-4; Arquitectura. Hospitales y Orfanatos. Siglos XVIII y XIX. Sig. 2-29-5; Arquitectura. Iglesias parroquiales, 1801-1816 y 1824. Sig. 2-33-3; Arquitectura. Iglesias parroquiales, 1817-1826. Sig. 2-33-4; Arquitectura. Obras varias. Siglos XVIII y XIX. Sig. 2-29-6; Arquitectura. Plazas, mercados y plazas de toros, 1778-1852. Sig. 2-28-6; Arquitectura. Puentes, 1820-1859. Sig. 2-31-10; Arquitectura. Teatros, 1788-1862. Sig. 2-29-1; Arquitectura. Torres de iglesias y de relojes, campanarios y espadañas, 1779-1860. Sig. 2-34-1; Comisión de Arquitectura. Arquitectos, 1796-1802. Sig. 4-68-2; Comisión de Arquitectura: Informes, 1802. Sig. 1-28-3; Comisión de Arquitectura. Informes, 1804. Sig. 1-29-1; Comisión de Arquitectura. Informes, 1805. Sig. 1-29-2; Comisión de Arquitectura. Informes, 1806. Sig. 1-29-3; Comisión de Arquitectura. Informes, 1807. Sig. 1-29-4; Comisión de Arquitectura. Informes, 1808-1822. Sig. 1-29-5; Comisión de Arquitectura. Informes, 1821-1828. Sig. 1-30-1. Distribución de los Premios concedidos por el Rey N.S. a los Discípulos de las Tres Nobles Artes hecha por la Real Academia de S. Fernando en la Junta Pública del 13 de julio de 1796. Madrid: Imp-Viuda de Ibarra, 1796.


Silvia Arbaiza Blanco-Soler
Profesor TU de la UPM


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