Guallart y Sánchez, José MaríaMadrid, 1801 - ?, ?


Hijo del oficial de albañilería Manuel Guallart, nació en Madrid el 24 de marzo de 1801, siendo bautizado ese mismo día en la iglesia parroquial de San Luis. Hasta los 14 años se dedicó a seguir los estudios menores, ganando los cursos de Gramática Latina, Retórica, Poesía y Lógica, para dedicarse más tarde al estudio de las artes. Con este objeto se convirtió en alumno particular del escultor de Cámara de S.M. Pedro Hermoso y Valentín Salvatierra, escultor honorario de la misma. Durante este tiempo aprendió los principios del diseño copiando del papel y el yeso, modelando y haciendo estudios de composición en apuntes y bocetos.

Asistió a las Escuelas de Dibujo de la Merced en la calle de Fuencarral (Madrid), ganando el 1º premio de Extremos el 20 de abril de 1818. A partir de 1819 comenzó su andadura en el arte de la arquitectura pasando inmediatamente a ser discípulo del director de arquitectura Ildefonso Rodríguez, con quien estudió los principios de delineación, el conocimiento de los órdenes, los templos y las casas de campo de Vitrubio y Paladio al tiempo que se introducía en la práctica de la Arquitectura Legal, las mediciones, el levantamiento de planos, las tasaciones y los reconocimientos.

Después de la muerte de su maestro acaecida el 29 de julio de 1822 y hasta 1827 se puso bajo la dirección del teniente director de arquitectura Custodio Teodoro Moreno, tiempo que dedicó a copiar y analizar los «grandes trozos del antiguo», algunas obras de los grandes maestros, como la invención de varios edificios públicos y privados, a la vez que asistía a la dirección de las obras de Custodio Moreno y concretamente a las del arquitecto Bartolomé Tejeda Díez. Aprovechó para estudiar también los tratados de Aritmética, Álgebra, geometría y Geodesia elemental como algunos principios de las Ciencias Naturales, habiendo disertado públicamente en cinco ocasiones en la Academia de San Fernando.

Creyéndose con los conocimientos necesarios y habiéndose dedicado durante 13 años al estudio directo de las artes y el resto de los principios auxiliares, el 12 de julio de 1827 solicitó de la Academia de San Fernando su admisión a los ejercicios para la clase de maestro arquitecto, presentando como prueba de pensado el proyecto de una  Iglesia parroquial para un pueblo de ¿300- 800? vecinos con accesorios para poder distribuir en ella habitaciones para el párroco, teniente, sacristán, precepturía de latinidad y escuela de primera educación (del A-3846 al A-3849). Acompañó el proyecto con su correspondiente informe facultativo y el avance del coste de la obra, junto con la certificación de práctica librada por el arquitecto Bartolomé Tejada Díez y la justificación de su conducta moral y política.

La Comisión de Arquitectura reunida el 8 de agosto de 1827 examinó la obra y los documentos aportados, acordando el pase del pretendiente al resto de los ejericios de reglamento. Fue admitido en la Junta Ordinaria del 12 del mismo mes, fecha en la que le fueron sorteados los programas de repente. Le tocaron en suerte los números 47, 61 y 80, los cuales respondieron respectivamente: «Una escalera pral. de tres tiros para un Palacio Real, la que se há de construir con materiales sólidos é incombustibles: demostrando el proyecto en planta y corte por ancho ó largo según le convenga al pretendiente», «De un Coliseo público para la corte de Madrid, diseñar la planta y corte por ancho donde demuestre la fachada de la embocadura: todo de un tamaño perceptible» y «La planta y sección por lo ancho de un coliseo público, cuya armadura se demuestre también». De los tres asuntos eligió el nº 47, es decir, Una escalera principal de un palacio real, con galería interna que la rodee y puertas para varios cuartos (A-5220), elección que comunicó a la Academia el 16 de agosto.

La Junta de Examen tuvo lugar el día 1 de septiembre de 1827, asistiendo a ella como vocales los profesores Manuel González Montaos, Julián de Barcenilla, Juan Miguel de Inclán, Custodio Moreno y Martín Fernández de Navarrete, este último en calidad de secretario. Cotejada la obra de pensado con la de repente que el interesado explicó una vez entrado en la sala, se procedió a la realización del examen teórico. Guallart principió este nuevo ejercicio contestando a las preguntas que le hicieron los examinadores acerca del objeto de la arquitectura y su división en clases según sus aplicaciones; las calidades que debía tener un buen arquitecto y la instrucción que prescribía Vitrubio para ello. También sobre la geometría aplicada a la arquitectura, la medición de un cilindro a fin de conocer la solidez de la fábrica de un pozo, la esfera aplicada a las pechinas y la media naranja; la montea, los arquitrabes y otras cuestiones relativas a la práctica de la profesión.

Satisfechos los examinadores con las obras ejecutadas y las respuestas dadas a las preguntas formuladas le vieron con mérito para ostentar el título de maestro arquitecto, grado que le fue concedido en la Junta Ordinaria del 9 de septiembre de 1827, a los 26 años de edad.

Cuatro años más tarde, la Junta Ordinaria del 30 de enero de 1831 le aprobó sus diseños para el retablo mayor del convento de San Antonio de Padua (Guadalajara); la Junta de la Comisión del 22 de noviembre su proyecto para la nueva iglesia parroquial sujeta a un determinado terreno que debía construirse en el pueblo de Pallejá (Barcelona) y la Junta Ordinaria del 27 del mismo mes sus dibujos para la reedificación del puente y camino de Armuña de Tajuña (Guadalajara), cuando por entonces ostentaba los cargos de arquitecto y maestro mayor de dicha ciudad.

Se presentó para cubrir la vacante de arquitecto en la Subdelegación General de Mostrencos al tiempo que lo hicieron los arquitectos Juan Pedro Ayequi, Inocencio Ladrón de Guevara y Pedro Zengotita Vengoa, pero en la Junta de la Comisión de Arquitectura celebrada el 5 y 17 de enero de 1832 como en la Junta Ordinaria del 22 del mismo mes sería propuesto Rodrigo en primer lugar, quedando Pedro Zengotita Vengoa en un segundo puesto.

La misma Junta Ordinaria del 22 de enero de 1832 admitió a Guallart a los ejercicios para el grado de académico de mérito, a la vez que eran admitidos Julián Sánchez García, arquitecto de Valladolid, y Juan Merlo y Fransoy.  Por entonces, Guallart era arquitecto y maestro mayor de la ciudad de Guadalajara y del Obispado de Sigüenza y tuvo que diseñar como prueba demostrativa la planta y el alzado de la «Fuente de Apolo en el Prado». No obstante, antes de acabar el año remitió a informe de la corporación académica los diseños, el informe facultativo y el presupuesto de las obras de un puente sobre el Salado, en el termino de la Riba de Santiuste (Guadalajara), que serían aprobados por la Comisión de Arquitectura el 30 de octubre.

Al poco tiempo remitió a censura el proyecto de reparación de un puente sobre la Carretera de Aragón en el termino de la ciudad de Guadalajara, que sería aprobado en la Junta Ordinaria del 27 de enero de 1833. También el proyecto de un cementerio para la ciudad de Guadalajara, que lo sería por la Comisión de Arquitectura el 22 de enero de 1833, momento en que se encontraba ocupado en las obras de la torre de la parroquia de Almonacid de Zorita (Guadalajara), cuyos diseños había remitido y serían aprobados en la Junta Ordinaria del 10 de marzo de ese mismo año.

En abril de 1833 hizo presente a la Academia la conducta de los profesores prácticos que trabajaban en la provincia de Guadalajara, haciendo hincapié en la persona de José Benito, simple y mero albañil que había sido erigido maestro en toda clase de obras, entre ellas el desagüe de los pantanos de la villa de Cifuentes (Guadalajara), contraviniendo con ello las leyes vigentes. Con ello solicitaba que se llamase la atención al corregidor de aquella ciudad para que José Benito se abstuviera de titularse maestro y profesor, título que no poseía, así como de ejercer funciones que no le competían. Pero al mes siguiente haría otra denuncia, en esta ocasión relativa a la atrevida empresa del carpintero Policarpo Bernabé por su proyecto de retablo mayor para la imagen de la Virgen de Sopetrán, para cuyo trabajo no estaba capacitado y no había pasado la censura de la Academia. Esta actuación de Guallart sería aplaudida por la Comisión de Arquitectura el 29 de mayo de 1833.

El carpintero Policarpo Bernabé y su compañero Pablo Vergara, ambos vecinos de Guadalajara, intentaron justificar su intrusión en el retablo presentando a la censura de la Academia el diseño que ya tenían armado y colocado furtivamente, solicitando a su vez que fueran eximidos de la multa en que habían incurrido. Por otro lado, el propio abad del monasterio intentó justificar la actuación de los ejecutores exponiendo que el retablo del que se trataba no era el retablo mayor sino el particular de la imagen de dicha Virgen, siendo igualmente indiferente de lo prevenido en las leyes vigentes sobre el decoro y el buen gusto. El diseño presentado fue reprobado en todas sus partes por la Junta de la Comisión de Arquitectura el 16 de julio de 1833 debido a «su monstruosidad, faltas de inteligencia y de proporción».

A finales de 1833, Guallart hizo una exposición junto con Pedro Zengotita Vengoa acerca del escandaloso abuso que, en desprecio de las artes y las reales órdenes vigentes, se estaba llevando a cabo en el Ayuntamiento de Alcalá con motivo de la construcción de una fuente pública que debía situarse en su plaza principal cuyo encargo se le había concedido a un mero cantero sin previa censura de la Academia. En atención a este nuevo abuso, la Junta de la Comisión de Arquitectura celebrada el 24 de septiembre de 1833 acordó prevenir al corregidor de Alcalá la suspensión de dichas obras y comunicar al ayuntamiento que, en cumplimiento de la Real Cedula del 21 de abril de 1828, debía remitir inmediatamente a la Academia el diseño de la fuente para su censura y aprobación.

El 25 de noviembre de 1833 una real orden de la Reina gobernadora acordó estimular el genio de los profesores de la Academia de San Fernando a través de la erección de un Monumento artístico dedicado a consagrar la memoria del juramento hecho por Isabel II como Princesa heredera de estos Reinos y su advenimiento al Trono. Debía publicarse en los periódicos previa aprobación de S.M. y ofrecer un premio honorífico y remuneratorio al profesor que la Academia estimase con mayor mérito de todos. Los autores tenían la libertad de diseñar el monumento que quisiesen en el lugar que creyesen mas oportuno, teniendo presente que el ganador obtendría un premio consistente en una medalla de oro de 6 onzas con la efigie de la Reina y en su reverso con la inscripción laureada «Mª Cristina de Borbon Reina Gobª á N (qe será el nombre del qe obtenga el premio)».

La Academia tuvo preparado el programa el 16 de diciembre, siendo aprobado por la Reina el 8 de enero de 1834. Los profesores que firmaron la oposición fueron Carlos del Bosch y Romaña; Pedro Manuel de Belaunzarán; Patricio Rodríguez; Andrés Coello; Manuel Rojas; Constantino Germán; Marcos Arnaiz; Diego Monroy y Aguilera (pintor de Cámara de S.M.); Antonio Capo González; Romualdo de Vierna; Narciso Labrador; Antonio Sancho y Arango; José María Guallart; Francisco García Martínez; Juan Morán Lavandera; José Gutiérrez (profesor de pintura); Francisco Elías Burgos; Juan José Ribera; Luis de Olarieta; Pedro García; José de Tomás; Francisco Javier Adán; Inocencio Ladrón de Guevara; Lorenzo Hidalga y Luis Rigalt. A éstos cabría añadir los nombres recogidos en la lista que el académico Antonio Celles remitió a Custodio Moreno desde Barcelona en febrero de 1834, en la que aparecían como opositores: José Fontseré; José Oriol; Félix Ribas y los alumnos Onofre Alsamora, Víctor Martí, Pablo Gener, José Mestres, Francisco Barba, Antonio Rubira, Carlos Gras y Francisco Ribas. Asimismo, los de Fernando Llacer y Viana, académico de mérito por la Escultura de la Academia de San Carlos de Valencia; Francisco Guillén y Juan Lizusoáin, este último profesor de adorno y decoración en Sevilla.

Las obras presentadas, un total de 23, fueron muy variadas respecto a su forma y ubicación. Algunos diseñaron el monumento como un obelisco, un gran pedestal con escalinatas, un templete circular de diferentes órdenes, una columna o una fuente para ser ubicado en lugares tan dispares como la plaza de Oriente a espaldas del gran Teatro dando frente a la calle Arenal; en el sitio o paso del río Manzanares llamado del Vado frente al puente de Santa Isabel o en el sitio que ocupaba la Puerta de Atocha.

La Junta General celebrada a las 11 de la mañana del día 19 de septiembre de 1834 tuvo como objeto la adjudicación de los premios con arreglo al programa publicado en la Gaceta el 7 de enero anterior. Debido a que el viceprotector sufrió una grave enfermedad ocupó la presidencia el conde de Parcent al ser el consiliario más antiguo. A la junta asistieron 49 profesores en total, siendo el secretario Fernández de Navarrete y no habiendo podido acudir los académicos de honor marqués de Bajamar y el marqués de Piedra Blanca, así como los académicos de mérito Francisco Javier de Mariátegui, Elías Villalobos, José París y José Castelaro.

Estudiadas previamente todas las obras y ejecutada la votación secreta resultó que ninguna de ellas fue merecedora del premio, por lo que la Academia acordó comunicar al Gobierno que fuese ella misma la que arreglase uno o más pensamientos del monumento artístico, a fin de poder presentar alguno a S.M. que reuniese y conciliase el decoro y esplendor de las artes.

En vista de lo acordado en la junta anterior, la Junta de la Comisión de Pintura, Escultura y Arquitectura reunida el 3 de diciembre de 1834 halló una solución para resolver el problema que consistió en volver a organizar una nueva convocatoria y publicación sencilla del mismo programa, debiendo los autores añadir por escrito las razones artísticas y filosóficas de sus obras, además del cálculo aproximativo del coste que tendrían y el sitio que consideraban como el más apropiado para la colocación del monumento.

Pero mientras que se había llevado a cabo el concurso del monumento, el gobernador civil de la Provincia de Guadalajara, Rafael Pérez Guzmán,  había remitido a la Academia el  4 de septiembre de 1834 un oficio relativo al deseo de la Reina en rescindir la escritura de arrendamiento que tenía hecho de las Reales Fábricas en esa villa, por lo que se solicitaba de la corporación el nombramiento de un arquitecto que pasase a reconocer los desperfectos de sus fábricas en vista de que no podía hacerlo el arquitecto mayor de esa villa por el fallecimiento de unos y las ausencias de otros. Pablo Torrents y Miranda había elegido a Juan José Guallart para que en unión con otro arquitecto nombrado por la corporación llevase a cabo estos trabajos. La Junta de Examen celebrada la tarde del 6 de septiembre acordó designar al académico Elías Villalobos como el más apropiado para el desempeño de este cometido, resolución que sería aprobada por la Academia en la Junta Ordinaria del 12 de octubre de 1834, no sin antes advertir al gobernador civil que los honorarios a percibir por este profesional ascenderían a 150 reales de vellón por día, incluso los de salida y regreso de su casa sin perjuicio de los trabajos que después pudiera hacer en diseños y escritos.

En la Junta Ordinaria del 21 de agosto de 1842 se vieron los expedientes y diseños que habían sido censurados en la Junta de la Comisión de Arquitectura celebrada el 16 del mismo, siendo uno de ellos el proyecto ejecutado por José María Guallart para el liceo artístico y literario de Madrid que debía ubicarse en el local que había ocupado el demolido edificio de la Merced Calzada. El arquitecto lo había diseñado en plantas y alzados para que la Academia viera si merecían el dictamen favorable y para que en caso de que así fuera pudiese ser colocado en la próxima exposición pública, como así se hizo.

En 1842 Guallart obtuvo un accésit en el concurso convocado para la construcción del edificio del Congreso de los diputados en Madrid en el solar anteriormente ocupado por el ex convento de PP del Espíritu Santo, edificio que no quedaría concluido hasta 1850. Se trataba de uno los edificios más emblemáticos de la capital, instalado en un primer momento en el convento de Clérigos Menores del Espíritu Santo en la Carrera de San Jerónimo, casi destruido por un incendio en 1823, pero reconstruido posteriormente sobre el mismo solar debido a problemas en la cimentación, su insalubridad y la amenaza de ruina que evidenciaban algunas de sus partes.

Por la Real Orden de 28 de noviembre de 1841, el Gobierno había encargado a la Real Academia de San Fernando la apertura de un concurso público para la construcción del nuevo edificio para Congreso de diputados. Las Comisiones de Pintura, Escultura y Arquitectura se reunieron el 13 de abril de 1841 para poner de manifiesto el plano topográfico del local, las calles y las manzanas que debían circunscribir el edificio, como la nueva calle que debía aislar la casa medianera del duque de Híjar. Pero además de la ubicación, dicha comisión se ocupó de definir las características de la obra en su distribución: las salas para las secretarías; el archivo y la biblioteca; la portería mayor; los salones de descanso y  conferencias; el despacho del presidente y el secretario; las salas de recibo y de audiencia; la contaduría; el salón principal capaz para 242 diputados y 146 senadores que, aparte de contener la tribuna pública debía poseer otras estancias destinadas al cuerpo diplomático español y extranjero, los senadores y demás cargos funcionarios, el de las personas invitadas y las habitaciones para los diputados del Consejo.

Comenzada la demolición del convento el 21 de marzo de 1842, la Academia convocó el correspondiente certamen público, cuyo programa salió publicado en la prensa el 16 de junio de 1842. Las obras de los concursantes se presentaron en la Secretaría de la Real Corporación, acordándose la adjudicación de dos premios para mayor estímulo de las artes. La primera medalla se adjudicaría al 1º premio de 1ª clase en concurso general con la remuneración de 8.000 reales, mientras que el accésit a la medalla correspondiente al 2º premio de la 1ª clase con 6.000 reales de vellón.

Tras enviarse el programa a todas las academias de España y publicarse en los respectivos medios nacionales y provinciales, se presentaron un total de 12 proyectos. El autor ganador fue Narciso Pascual y Colomer, cuyo lema había respondido: «Nihil est ese omnibus rebus humanis praclarius aut praestantius quam de republica bene Merari», mientras que el accésit le fue concedido a José María Guallart y Sánchez, autor de la letra F y el lema: «Simplese ac grave». No obstante, dado que Antonio de Zabaleta, opositor con la letra C y lema: «Aunque el anuncio me llegó tardío etc.», había empatado a votos con Guallart y el empate se había resuelto a favor de este último, la Academia acordó proponerle para un premio especial en vista del mérito de su obra.

En 1850 remitió una exposición a la Academia denunciando el abuso cometido recientemente en el Juzgado de Primera Instancia de Guadalajara, por el cual se acababa de anunciar la subasta de un molino harinero en el término de Cabanillas del Campo. El anuncio había aparecido en el Diario Oficial de Avisos y la tasación había sido realizada por el ingeniero de caminos, canales y puertos Francisco Lagasca, agrediendo así los derechos y prerrogativas de los arquitectos. Este no era un hecho aislado por cuanto que a la Academia llegaban de continuo informes, expedientes y mociones dirigidas a defender los derechos de los arquitectos de los ataques de los prácticos, individuos de diferentes cuerpos de ingenieros, simples particulares y hasta incluso de las mismas autoridades.  Con motivo de esta denuncia, la Sección de Arquitectura celebrada el 2 de julio de 1850 expuso que «Todos los dias se reciben quejas de Profesores á quienes usurpan sus legítimos derechos los simples Oficiales prácticos de Albañilería y Carpintería, y á veces hasta los meros particulares cuya profesion ú oficio no tiene punto ninguno de contacto con el arte de edificar; las autoridades lo saben, lo toleran, y hasta lo autorizan y lo mandan. […] En Guadalajara, habiendo dos Arquitectos con residencia fija en la Ciudad, y otro que es Dn J.M. Guallart, que aunque vecino de esta Corte ha sabido prestarse á desempeñar en aquella provincia todas las comisiones que se le han confiado por las Autoridades, ha sido nombrado por el Juzgado un Yngeniero de Caminos para tasar un Molino harinero, cuyo hecho está completamente comprobado. […] ¿Qué se ha hecho pues de las repetidas reales cédulas y órdenes que garantizan á los Arquitectos el libre y exclusivo ejercicio de su Profesion? ¿De que se ha servido la importante Real Orden de 25 de Noviembre de 1846 en que se deslindaron perfectamente las atribuciones de los Arquitectos y las de los Yngenieros?». Ante estos hechos, la Sección de Arquitectura acordó elevar al Gobierno de S.M. dichos abusos a fin de que ejerciese su poder en pro de las artes.

La Junta de la Sección de Arquitectura reunida el 26 de febrero de 1852 acordó comunicar al Ayuntamiento de Madrid la imposibilidad de censurar 19 expedientes que le habían sido  remitidos por ser su  objeto competencia exclusiva de la Policía Urbana, hecho por el que fueron devueltos al ayuntamiento, exceptuando uno de ellos que por su importancia e índole era diferente a los anteriores. Se trataba de la apertura y continuación de la calle del Sauco hasta salir al paseo de Recoletos, expediente que quedó en la Secretaría de la Academia hasta recibir cuantos antecedentes existiesen sobre el asunto (plano geométrico de aquella parte de la población, etc.), para poder evacuar detalladamente el informe correspondiente.

Respecto a los expedientes que no eran competencia de la Academia y que fueron devueltos sin ser censurados se encontraban: el instruido a consecuencia de una instancia de Juan Diego Martínez sobre la construcción de una casa en la calle de la Cruz, nº 43 y 45; la casa situada en la calle del Barco, nº 5 antiguo, 8 moderno, de la Manzana 356, propiedad de José María Guallart;  la casa propiedad de Manuel Fernández en la calle de Jesús del Valle, nº 4 y 6, y la casa que trataba de construir Ibargaray en la calle de la Torrecilla del Leal, nº 12. También los expedientes de las casas de la calle del Almirante, nº 4, propiedad del conde de Vergara; calle de Alcalá, nº 38 de Miguel Pérez Fernández; calle Cabestreros, nº 16 de Pedro García; calle San Antón, nº 50, de Valentín Muñoz; la calle de Atocha, nº 22 de Faustino Mª del Rivero; la de Regueros, nº 3, de Juan Roix; el Camino de Villaverde a la entrada de la Carretera de Toledo de Víctor Herranz; la casa de la calle de Santa Isabel, «Jedra» y Hospital;  la de la calle Jovellanos, propiedad de José Azpiunza; la calle Olivar, nº 4, propiedad de Manuel Ramos;  la de Mesón de Paredes, nº 50, a instancia de Francisco Álvarez; la calle del Almendro, nº 29, de Baltasar Mata; varias casas en la calle de Fuencarral, nº 97 y 99 esquina a la calle de la Palma, Velarde y Carrera Alta de San Pablo, propiedad de Isidro Hernández. A todos ellos cabría añadir los enviados al ayuntamiento a instancia del marqués de Miraflores, marqués del Socorro, Félix Francisco Núñez, Juan Antonio Marte, Tomás de Miguel, Ramón González, Francisco de las Fuentes, José García Lamonte y José de Rolumburu.

Con motivo de un oficio remitido a informe por el jefe político de Soria el 30 de septiembre de 1849, el nombre de Guallart volvió reseñarse en las juntas académicas. Por entonces existía en esa ciudad una disminución del agua potable de dos fuentes que había coincidido con la apertura de una noria por parte de un particular en unos terrenos inferiores y próximos a ellas. Esto había llevado a pensar que el problema radicaba en esta nueva construcción por lo que se ordenó el reconocimiento de la obra a arquitectos de ambas partes, José María Guallart y Rafael Gimeno, cuyos dictámenes resultaron contradictorios. Como ante estas situaciones la Administración nombraba a un arquitecto suyo para acabar con la discordia y no se conocía ninguno en la zona, ya que el ingeniero civil de la Provincia era hermano político del que había construido la noria, el jefe político Mariano Muñoz y López recurrió a la Academia a fin de que nombrase a un profesor de su confianza que a la mayor brevedad pasase a realizar las operaciones necesarias. Enterada la corporación académica de este expediente lo remitió inmediatamente a la Sección de Arquitectura que celebrada el 23 de octubre de 1849 acordó autorizar a su director Juan Miguel de Inclán el nombramiento de un profesor. Dicha comisión recaería en el arquitecto y académico supernumerario Ildefonso de Santiago Palomares, por entonces arquitecto mayor de la ciudad de Logroño.

Entre febrero y marzo de 1852 fueron remitidos a la Academia por la Policía Urbana otros tantos expedientes sobre la construcción de diversas casas en Madrid, los cuales fueron devueltos sin censurar al no corresponder este tipo de trabajos a la competencia de la corporación.  Entre estos expedientes se encontraba el correspondiente a la casa de la calle de la Cruz, nº 43; Santa Isabel (28 de febrero); Jovellanos, propiedad de José Aspiunza (28 de febrero); del Olivar, nº 4, propiedad de Manuel Ramos; Mesón de Paredes, nº 50;  del Almendro, nº 20, propiedad de Baltasar Mata y la casa ubicada en la manzana nº 356 de la calle del Barco, propiedad de José María Guallart y Sánchez, estos 4 últimos expedientes fechados el 6 de marzo de 1852.

En la década de los cincuenta llegaron a la Academia varios proyectos ejecutados por Guallart. Por un lado, en la Junta General del 6 de febrero de 1853 se aprobó el de un murallón de sostenimiento y rampas de descenso que se querían construir en el sitio llamado el Barranco de los Cañones al sur de la ciudad de San Roque (Cádiz), que tras pasar el informe del arquitecto Juan Bautista Peyronnet sería aprobado por la Sección de Arquitectura el 1 de febrero de 1853. Por otro, la Junta General del domingo 4 de julio de 1858 hizo varias correcciones a su proyecto de casa ayuntamiento para Alcalá, que sería finalmente aprobado en la Junta General del domingo 9 de septiembre de ese mismo año.

A través de la Sección de Arquitectura reunida el 5 de abril de 1856 tenemos constancia que el 21 de febrero de 1856 Jerónimo de la Gándara se encontraba encargado de la empresa del Teatro del Circo de Madrid y de formar los planos del teatro con fachada a la nueva calle de Jovellanos, nº 4 y 6, propiedad de Francisco Rivas. En estos momentos comunicó a la Academia de la imposibilidad de poner en limpio los respectivos planos de la obra debido a que dada la premura de los empresarios se había visto obligado a comenzar las grandes excavaciones que el local requería. Al poco tiempo entró en escena José María Guallart, arquitecto que por cese de Gándara se hizo cargo de la inspección de las obras y remitió los borradores de los planos. Viendo los antecedentes y que la construcción estaba muy avanzada, la Academia acordó en la Junta Ordinaria del 24 de abril no tener sentido dicha censura, pero si hacer una reclamación al Gobierno por la falta de cumplimiento de las disposiciones vigentes sobre esta materia.

El 21 de mayo de 1858, Guallart remitió a informe el proyecto en borrador de la casa de ayuntamiento para Alcalá de Henares, edificio que debía ubicarse al sur de la plaza de la Constitución entre la parroquia de Santa María y la calle de la Manta que daba  paso a la calle de Roma. Fue aprobado por la Sección de Arquitectura el 12 de junio de 1858, no sin antes advertirle que para poner en limpio el proyecto debía procurar que en la distribución no se privase de luz a las piezas y que la escalera principal ocupase un lugar más conveniente del que le había dado. El proyecto en limpio pasaría la censura de la Sección de Arquitectura el 23 de agosto, fecha en la que percibiendo que se habían introducido las correcciones indicadas sería aprobado en la Junta General del 9 de septiembre de 1858.

El 3 de febrero de 1859 los académicos José París, Narciso Pascual y Colomer, Juan Bautista Peyronnet, Bernardo López, Francisco Pérez, Juan de Ribera, Sabino de Medina, Luis Ferrant, José Piquer, Carlos Luis de Ribera, José y Federico de Madrazo propusieron a Guallart para el grado de académico de número en la Sección de Arquitectura. Había obtenido el grado de arquitecto el 9 de septiembre de 1827, el título de arquitecto de la provincia de Guadalajara el 8 de abril de 1830 y la titularidad de su ayuntamiento el 29 de mayo del mismo año, cargos en los que había desempeñado obras y proyectos de importancia pública. Por otro lado, en 1832 había obtenido de la Real Academia de San Fernando el pase a los ejercicios de académico de mérito que por sus ocupaciones no pudo ejecutar. A su vez, había obtenido el accésit en el concurso de premios para el Palacio de Congresos de Diputados y la Cruz de Caballero de la Real Orden Americana de Isabel La Católica. También había sido propuesto como arquitecto del Ayuntamiento de Madrid y como miembro de varias corporaciones. Por último, había dirigido y desempeñado la edificación del Teatro de la Zarzuela y durante más de 31 años que llevaba de profesión había desempeñado infinitas obras y asuntos particulares sin tacha alguna.

Esta propuesta fue aprobada por la Academia en la Junta del domingo 6 de febrero de 1859 junto con la de los arquitectos Juan José Sánchez Pescador, Mariano Calvo, Francisco Jareño y Alarcón, Juan de Madrazo, Jerónimo Gándara, Francisco Enríquez y los arquitectos no profesores Teodoro Ponte de la Hoz, José Amador de los Ríos, José de Salamanca, marqués de San Gregorio, José María Huet y Aureliano Fernández Guerra y Orche.


Fuentes académicas:

Arquitectura. Casas Consistoriales y Cárceles, 1818-1861. Sig. 2-30-5; Arquitectura. Cementerios, siglos XVIII y XIX. Sig. 2-29-4; Arquitectura. Monumentos públicos, placas conmemorativas, lápidas, sepulcros, alineaciones urbanísticas, etc., siglo XIX. Sig. 2-28-3; Arquitectura. Pozos de nieve, aguas potables, acueductos, pozos artesianos, alcantarillas, aljibes, vertederos, muelles, cauces, etc., 1780-1894. Sig. 2-31-2; Arquitectura. Puentes, 1820-1859. Sig. 2-31-10; Arquitectura. Reconocimientos de obras, 1779-1862. Sig. 2-27-5; Arquitectura. Teatros, 1788-1862. Sig. 2-29-1; Arquitectura. Torres de iglesias y de relojes. Campanarios y espadañas, 1779-1860. Sig. 2-34-1; Comisión de Arquitectura. Arquitectos, 1827. Sig. 2-8-2; Comisión de Arquitectura. Arquitectos. 1850. Sig. 1-32-21; Comisión de Arquitectura. Informes, 1821-1828. Sig. 1-30-1; Comisión de Arquitectura. Informes, 1829-1838. Sig. 1-30-3; Comisión de Arquitectura. Informes, 1839-1850. Sig. 1-30-5; Comisión de Arquitectura. Informes, 1846-1855. Sig. 1-30-2bis; Comisión de Arquitectura. Informes. Reformas de casas particulares, 1834-1861. Sig. 2-28-9; Libro de actas de juntas ordinarias, extraordinarias, generales y públicas, 1848-1854. Sig. 3-91; Libro de actas de juntas ordinarias, generales y públicas, 1831-1838. Sig. 3-89; Libro de registro de maestros arquitectos aprobados por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 1816-1900. Sig. 3-154, nº 56;  Secretario general. Académicos, 1854-1859. Sig. 1-40-2; Secretario general. Oposiciones y concursos. Palacio del Congreso de Diputados (Madrid), 1842. Sig. 2-7-4.


Silvia Arbaiza Blanco-Soler
Profesor TU de la UPM


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