Gómez, JuanMadrid, ca. 1775 - Madrid, 1831


Nació en Madrid hacia 1775 y falleció en dicha ciudad el 10 de diciembre de 1831. Optó al concurso de Premios Generales en 1796 por la 2ª clase de Arquitectura, cuando contaba 21 años de edad, convocatoria a la que también se presentaron Elías Villalobos, Santiago Casanova, Bernardo Segundo Badia, Mateo del Castillo y Mariano del Río. Al igual que todos ellos tuvo que ejecutar como prueba de pensado el proyecto de una Casa bolsa o contratación para Madrid (del A-1244 al A-1248) y como ejercicio de repente el diseño de una Puerta de entrada a una ciudad con arco al medio y huecos cuadrados a los lados, adornada del orden dórico con triglifos (A-3457), programas elegidos respectivamente en la Junta Ordinaria del 6 de diciembre de 1795 y 3 de julio de 1796. Los 23 vocales que examinaron las obras concedieron el 1º premio a Elías Villalobos mientras que se produjo un empate a votos en el 2º premio entre Santiago Casanovas y Juan Gómez. Para elegir al ganador se realizó una votación secreta entre ambos aspirantes, siendo premiado con el 2º premio Juan Gómez por un voto de diferencia.  A continuación, se envió una carta la Rey para que designase el día en que debían ser entregados los premios a fin de contar con su presencia. El monarca se excusó de presidir el acto debido a sus múltiples obligaciones, pero comunicó que el infante Príncipe heredero de Parma ocuparía su lugar en la entrega de premios, señalando para ello el miércoles 13 de julio de 1796. Por entonces, se le recomendó a Juan Gómez que se pusiese bajo la dirección de un buen arquitecto a fin de que le enseñase los verdaderos principios del arte.

Desde 1801 residió en París para perfeccionarse en el estudio de la arquitectura, a cuyo objeto envió el 2 de noviembre de 1802 cuatro diseños de una «Casa de Consejos de S.M., Castilla, Indias y Órdenes» para que fueran censurados por la Comisión de Arquitectura. Dicha comisión dictaminó en su junta del 29 del mismo mes que su autor sólo contaba con los conocimientos básicos de la arquitectura, que el asunto elegido era superior a los conocimientos que poseía y que existían faltas notables de solidez, ya que en caso de construirse la obra sería totalmente imposible poderla acometer.

A través de la Junta Ordinaria del 4 de marzo de 1804 tenemos constancia que por estas fechas se encontraba todavía en París, pero que tenía en mente marchar a Roma con el mismo fin que le había llevado a Francia. Es en estos momentos cuando su padre, Alfonso Gómez, aprovechó la ocasión para solicitar de la Academia una pensión o los honores de pensionado de Su Majestad para su hijo, ya que se mantenía a sus expensas en el extranjero. Por la Real Orden del 10 de febrero anterior el protector había remitido a la Academia dos diseños de este discípulo relativos a Una Biblioteca Real, uno de ellos conservado en el Archivo de la Academia y fechado en 1803 (sig. 1-16-44), que fueron censurados por la Comisión del Arquitectura el 24 de marzo de 1804, no viéndose en ellos adelantamientos respecto de los anteriormente presentados. Es más, se aconsejó a Gómez que tomase las lecciones de algún académico reconocido, aprovechase la ocasión para estudiar los monumentos antiguos de Roma, midiese y dibujase los más selectos, y estudiase el mecanismo de su construcción. La Academia creía que el problema de Gómez era su falta de dirección, de ahí que pensase en el cardenal Despuig, consiliario y aficionado a las bellas artes, para que fuese su maestro, pero el 19 de junio el cardenal había salido de Roma y no podía atenderlo, lo que motivó que se encargase del asunto el ministro plenipotenciario de S.M. en Roma.  A través una carta del propio Gómez, fechada en la Ciudad Eterna el 31 de julio de 1804, sabemos que desde su llegada a Roma se había puesto bajo las órdenes de José Valadier, arquitecto de la Cámara Apostólica, profesor y artista de gran reputación cuyas instrucciones había obedecido a la perfección. Decir tiene que tanto el proyecto de la Biblioteca Real como el del Palacio de Justicia para los tres Consejos de Castilla, Indias y Órdenes (del A-858 al A-861), habían sido realizados para demostrar sus adelantamientos y poder solicitar en 1804 una pensión en el extranjero.

En septiembre de 1805 Gómez trabajó el proyecto de un Teatro inventado en la manzana irregular, que circundan las cuatro calles del Príncipe, de la Visitación, del Lobo y del Prado, que anteriormente ocupaba el conocido por el nombre de Príncipe (del A-3290 al A-3295), con el fin de obtener el grado de académico de mérito por la Arquitectura. En vista de sus méritos como pensionado en Roma y la presentación de estos diseños le fue concedido el grado solicitado por la Real Orden del 10 de noviembre de 1805, pero dicho nombramiento e imposición produjo un gran malestar en la corporación.

En atención a la obra de una Casa de baños públicos de aguas minerales, situada en un despoblado a la falda de un monte (del A-1972 al A-1975) remitida desde Roma por Celles, como a la del teatro elaborada en 1805 y enviada por Juan Gómez el 28 de septiembre, el marqués del Espejo dejó caer la sospecha el 13 de noviembre que, en vista del poco tiempo que llevaban los discípulos en el estudio de la profesión, era posible que los proyectos no fueran de su mano. De este modo, y a fin de evitar desconfianzas, se les exigió a los interesados la realización de los proyectos dentro de la misma Academia para obtener el título de arquitecto, previa presentación de una certificación de práctica bajo la dirección de un maestro para poder pasar a la clase de académico de mérito.

La Comisión de Arquitectura celebrada el 27 de noviembre reconoció los dibujos de Celles y encontró el proyecto con partes inconexas y de poca utilidad: «Los grupos del medio destinados para baños carecen de buenas proporciones asi en su planta como en su elevación y los de los extremos son de arqª descorrectas qe no se conforma con lo demás de la fábrica. En esto se contienen las habitaciones, y para pasar desde ellas a los baños hay qe sufrir la intemperie en todas las estaciones, porque faltan galerias de comunicación elebados o subterraneas como las tienen y subsisten en las termas antiguas, qe debian haber serbido de modelo para este proyecto, pero su autor parece que se ha propuesto establecer todo lo contrario de lo que se adbierte en aquellos magnificos edificios, cuyo uso principal era para baños, y por consiguiente huye del camino de la perfección».

En cuanto al proyecto de Juan Gómez se sacaron las siguientes conclusiones: que la forma interior de la planta de su obra era la común a todos los teatros que se erigían en Europa, es decir, elíptica e irregular, cortada por los dos tercios de su longitud, complicada y absurda, además de la más dada a que la mayor parte de los espectadores no viesen ni oyesen la representación. Que no estaban presentes en el proyecto las buenas reglas del arte ni la doctrina de Vitrubio confirmadas en el Teatro Marcelo y el resto de los teatros de la antigüedad. Que las galerías debían figurar paralelas, las escaleras no eran cómodas y carecían de comunicación necesaria de un piso a otro y los vestuarios no tenían el espacio conveniente para su uso. Asimismo, la decoración del edificio estaba trocada porque el teatro exigía una arquitectura de carácter gracioso y debía anunciar a primera vista su destino; el orden escogido era de gran robustez y por consiguiente mal aplicado en este proyecto, y por último, la armadura, la cual requería un estudio minucioso en este tipo de obra, no estaba entendida y tampoco se había señalado en ella los cortes y ensamblajes. Ante estas conclusiones se aconsejó a ambos pensionados que antes de inventar un proyecto arquitectónico se instruyesen en copiar los modelos de la antigüedad y una vez adquirido los conocimientos necesarios ideasen edificios con gusto y solidez porque de lo contrario jamás conseguirían el fin para el que habían ido a Roma.

Enterado el Rey del dictamen que habían recibido las obras de los becados en el extranjero, no creyó conveniente revocar unas gracias ya expedidas, por lo que decidió encargar a su ministro plenipotenciario en Roma que vigilase particularmente a los agraciados para que estuviesen el resto de su aprendizaje bajo la dirección de un profesor académico y así obtener el título de académico de mérito. Tanto una como otra obra fueron vistas y censuradas 9 años más tarde, concretamente el 15 de septiembre de 1814, momento en que se las consideró libres de los desvíos con las que habían sido vistas en 1805, considerando a sus autores dignos del buen prestigio que gozan.

El nombre de Juan Gómez volvió a reseñarse en las juntas académicas en 1818, momento en que presentó cuatro dibujos para la reparación de la capilla de los condes de Chinchón a fin de que sirviese de parroquia a la villa de este nombre, junto con el informe facultativo y el avance de las obras estimadas en 866.325 reales y 32 mrs. Dichos trabajos serían censurados en la Junta de la Comisión de Arquitectura el 10 de noviembre de ese mismo año.

En la Junta Ordinaria del 1 de mayo de 1825 fue propuesto por la Academia junto con el también arquitecto y académico Pedro Nolasco Ventura, para formar en Calahorra (La Rioja) un cauce que regase sus campos y la de otros pueblos con las aguas del Ebro, cuya nivelación ya se había acometido.

Dos años más tarde, la Comisión de Arquitectura reunida el 21 de marzo de 1827 le comisionó en colaboración con Inclán para la realización del informe y el reconocimiento del estado de seguridad de la casa ubicada en la Puerta del Sol esquina a la calle Arenal y las del Cofre y de la Zarza, distinguida con el nº 1 de la Manzana 381 (Madrid). Posteriormente, el 2 de mayo, la Comisión de Arquitectura le nombró junto con Juan Miguel de Inclán para llevar a cabo el reconocimiento exterior e interior de una casa de la calle Carretas con accesorios a la de Majaderitos, nº 10, en la manzana 208, a fin de que la fachada fuese segura y merecedora de una decoración con un revoco adecuado. El asunto venía dado por la equivocación del arquitecto teniente mayor, que creyendo que la casa hacia esquina a las dos calles había concedido la licencia para efectuar el revoco exterior, cuando realmente la casa no hacía esquina sino que formaba escuadra y abrazaba a las dos calles. Los arquitectos realizaron el informe correspondiente y llegaron a la siguiente conclusión: «[…] no solicitandose otra mayor obra de seguridad en la fachada Ce de Majadericos que la de un simple reboco y arreglo de sus rebentones en el macho de medianeria del segundo cuerpo, no encuentran inconveniente qe impida la precipitada operación de mayor aseo [...]».

En este mismo año de 1827 su nombre volvió a reseñarse en las juntas académicas con motivo de solicitar los honores de teniente de arquitectura y ocupar en propiedad la primera plaza de ascenso vacante sin necesidad de consulta, ya que la concesión de dicha gracia no resultaba perjudicial a ningún profesor si se atendía al orden de antigüedad y los méritos que tenía contraídos. El 4 de abril, el secretario de la Academia le comunicó que efectivamente era el académico de mérito más antiguo por la arquitectura, individuo de la comisión de este arte desde hacía muchos años y director desde 1821 en la enseñanza de la Geometría de dibujantes de la Merced, pero que según lo que a este tipo de nombramientos indicaba el artículo XI, pág. 37 de los Estatutos, no se le podía dar curso a dicha petición, de ahí que fuera desestimada en la Junta Particular del 11 de junio de 1827.

Antes de acabar el año, una real orden comunicada por el Ministerio de Hacienda ordenó el levantamiento del plano para la aduana de Málaga, obra comenzada en 1788, que expresase la parte ya ejecutada y lo que restaba por hacer. Calculado el importe de lo que faltaba,  se creyó oportuno nombrar a un arquitecto para llevar a cabo la obra, hecho por el que la Comisión de Arquitectura propuso para este fin a los arquitectos Juan Gómez y Pedro Nolasco Ventura en la Junta Ordinaria del 18 de noviembre de 1827.

A mediados de 1828, y siendo vocal de la Comisión de Arquitectura, Gómez suplió a Juan Miguel Inclán en la secretaría de dicha comisión que le fueran otorgados varios días de licencia para poder pasar a Trillo (Guadalajara) a tomar los baños medicinales que allí existían, dado que el Infante Don Carlos le había concedido 40 días para este objeto (Junta Ordinaria del 29 de junio de 1828). Dos años más tarde aparece su nombre entre los académicos de mérito existentes En el Catálogo para las actas de 1830 de los Señores individuos (vivos) de la Real Academia de San Fernando, junto con Carlos María Isidro (jefe principal), Manuel González Salomón (protector), Juan Manuel de Inclán (vicesecretario), Carlos de Vargas Machuca (consiliario) y José Segundo Izquierdo (académico de honor).

Sus méritos y servicios le elevaron el 21 de agosto de 1831 a la categoría de arquitecto de la Real Hacienda, habiendo competido con individuos de la talla de Pedro Zengotita Vengoa, Antonio Conde y González, Martín López Aguado y Francisco Javier de Mariátegui.

Su muerte acaecida en 1831 fue comunicada en la Junta de la Comisión de Arquitectura el 17 de enero de 1832, momento en que se dio cuenta de un comunicado de la Subdelegación General de Mostrencos con oficio del 29 de diciembre de 1831 y 17 de enero de 1832, en el que se indicaba el haber quedado vacante la plaza de arquitecto por fallecimiento de este académico.


Fuentes académicas:

Arquitectura. Iglesias parroquiales, 1817-1826. Sig. 2-33-4; Comisión de Arquitectura. Informes, 1802. Sig. 1-28-3; Comisión de Arquitectura. Informes, 1804. Sig. 1-29-1; Comisión de Arquitectura. Informes, 1821-1828. Sig. 1-30-1; Distribución de los Premios concedidos por el Rey N.S. a los Discípulos de las Tres Nobles Artes hecha por la Real Academia de S. Fernando en la Junta Pública del 13 de julio de 1796. Madrid: en la Imprenta de la Viuda de Ibarra, 1796; GÓMEZ, Juan. Biblioteca Real, 1803. Sig. 1-16-44; Libro de actas de juntas ordinarias, generales y públicas, 1803-1818.  Sig. 3-87; Libro de actas de la Comisión de Arquitectura, 1822-1840. Sig. 3-142; Secretario general. Académicos. Arquitectos, 1790-1807. Sig. 1-43-2; Secretario general. Académicos. Arquitectos, 1821-1845. Sig. 1-43-4; Secretario general. Enseñanza. Pensionados. Arquitectura, 1747-1807. Sig. 1-49-6.


Silvia Arbaiza Blanco-Soler
Profesor TU de la UPM


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