Cuervo, Juan AntonioOviedo, 1757 - Madrid, 1834


Nació en Oviedo en 1757 y murió en Madrid en 1834. Como discípulo de la Academia obtuvo desde 1779 a 1784 numerosas ayudas de costa: en 1779 la del mes de noviembre por la 2ª de Arquitectura en la Junta Ordinaria del 5 de diciembre, con el Estudio en grande del capitel y cornisamento de una de los ángulos de la fachada del Templo de la Casa Cuadrada de Nimes según Paladio (A-5487 y A-5488); en 1780 la de los meses de abril y septiembre por la 2ª de Arquitectura, tras la elaboración  del Arquitrabe, friso y cornisa de uno de los ángulos del templo de Júpiter Tonante en Roma según Antonio Desgodetz (A-5496 y A-5497) y el  Frontispicio de un tetrástilos según proporciones de Vitruvio (A-5499), becas mensuales concedidas respectivamente en las Juntas Ordinarias del 7 de mayo y 1 de octubre de 1780.  Finalmente, en 1781 ganó la del mes de marzo por la misma clase en la Junta Ordinaria del 1 de abril, habiendo realizado un Capitel del templo díptero según Vitruvio (A-5504).

Optó en este mismo año de 1781 al concurso de Premios Generales por la 2ª clase de Arquitectura, convocatoria a la que también se presentaron Juan Bautista García, Isidro Velázquez, José Toraya, Francisco de Pablos y Manuel Muñoz. Al igual que ellos tuvo que diseñar como prueba de pensado el proyecto de un «Edificio para baños con toda magnificencia, en donde se encuentren las comodidades necesarias, y ornato correspondiente. Planta, corte y fachada, todo geométrico» (del A-1945 al A-1947) y como ejercicio de repente el diseño de «Una puerta rústica que da salida al campo» (A-5045), programas que habían sido elegidos respectivamente en las juntas celebradas el 5 de diciembre de 1780 y 7 de julio de 1781. De los 15 vocales que votaron en la 1ª clase, sólo 14 lo pudieron hacer en la 2ª al tener que retirarse Antonio Velázquez por presentarse al certamen un primo suyo. Realizada la votación secreta resultaron premiados Isidro González Velázquez con el 1º premio y Antonio Cuervo con el 2º, galardones que fueron distribuidos en los salones de la Academia el 14 de julio de 1781.

A lo largo de 1782 volvió a presentarse a sendas ayudas de costa por la 1ª de Arquitectura, obteniendo alguna de ellas: la del mes de enero en la Junta Ordinaria del 3 de febrero, con el diseño de Un atrio de cuatro columnas según Paladio, Libro 2º, Cap. V (A-4972); la del mes de marzo en la Junta Ordinaria del 7 de abril, tras elaborar la Copia de la basílica que Vitruvio edificó en Jano segun Daniel Barbaro, Libro V, Cap. I (del A-5132 al A-5134); la de septiembre en la Junta Ordinaria del 6 de octubre, con los diseños de un Patio circular de cien pies de diámetro arreglado al orden dórico (A-4973 y A-4974) y la de noviembre con los planos del Teatro de Marcelo segun Antonio Desgodetz (A-3281 y A-3282).

Al año siguiente ganó la de los meses de marzo, octubre y diciembre, también por la 1ª de Arquitectura, en las Juntas Ordinarias del 6 de abril, 9 de noviembre de 1783 y 4 de enero de 1784. Sus ejercicios respondieron respectivamente: un «Retablo de orden corintio de un solo cuerpo, en el fondo de una capilla» (A-5085), el Templo de San Pedro en Montorio, según la invención del arquitecto Bramante y los dibujos de esta Real Academia (del A-4397 al A-4399) y un Templo redondo de orden jónico (del A-4594 al A-4596).

En 1784 optó por última vez al concurso de Premios Generales, en esta ocasión por la 1ª clase de Arquitectura. Firmaron igualmente la convocatoria Antonio Fernández, José Miguel Toraya, Antonio Aguado, Isidro Velázquez, Blas Cesáreo Martín, Juan de Milla y Manuel Turrillo. Como prueba de pensado, Cuervo tuvo que ejecutar el proyecto de «Una Casa de Campo para quatro personas distinguidas con sus familias, cuyas habitaciones, y oficinas de servidumbre hayan de estar separadas, pero con comunicación recíproca entre dichas familias, haciendo comunes las escaleras principales, corredores, jardines, capilla, teatro» (del A-1719 al A-1722) y como ejercicio de repente el diseño de «Una portada con tres ingresos» (A-4977), programas escogidos en las juntas del 7 de diciembre de 1783 y  9 de julio de 1784 respectivamente. En la votación de las pruebas de 1ª clase intervinieron 15 vocales al tener que salir Miguel Fernández por concurrir un hijo suyo, vocales que adjudicaron el 1º premio a Antonio Fernández Bertoni y el 2º a Juan Antonio Cuervo.  La distribución de los premios y medallas tuvo lugar a las cinco y media de la tarde del día 17 de junio de 1784 en el salón acostumbrado de la Academia, resultando según algunas fuentes uno de los concursos más numerosos y lucidos de los que habían sido convocados.

El 28 de enero de 1788 Cuervo presentó un memorial para recibirse en la clase de académico de mérito alegando no tener medios para subsistir después de sus 10 años de estudios en la Academia, institución que le había concedido numerosas ayudas de costa y galardones en el concurso de Premios Generales. Simultáneamente, expuso haber asistido al estudio de Ventura Rodríguez y tras su muerte al de su sobrino Manuel Martín Rodríguez, quien le había confiado las medidas de varios edificios. También que desde 1787 había cursado las Matemáticas en la Academia bajo la dirección de José Moreno y que durante 10 años había practicado la arquitectura en el Principado de Asturias, en obras tales como la Capilla del Hospicio de Oviedo, construido según los diseños de Ventura Rodríguez, y en la dirección de varios caminos y puentes, siendo a su vez el aparejador en las obras del Santuario de Covadonga una vez que se hubo incendiado.

En vista de estos antecedentes fue admitido a los ejercicios correspondientes a dicho grado en la Junta Ordinaria del 2 de marzo de 1788, momento en el que se le dio como tema a desarrollar en el transcurso de 4 horas una «Escalera para un Real Palacio ([..]». Presentada la obra fue examinado en la junta particular siéndole concedido el grado de académico de mérito en la Junta Ordinaria del 6 de abril de 1788.

Entre los 10 expedientes que fueron despachados por la Comisión de Arquitectura el 24 de febrero de 1792, el primero de ellos respondía a «Dos diseños del Acadco Dn Juan Antº Cuerbo para casas de Ayuntamto y demas oficinas en el lugar de Valmojado, remitidos pr el Sor Protr: se aprobaron con algunas advertencias». Respecto a esta obra, se tenía en mente reunir en un mismo edificio la posada, las escuelas, la cárcel, el posito y las oficinas, de cuyos establecimientos carecía la villa.

En noviembre de 1793 fue propuesto junto con Blas Cesáreo Martín vocal de la Comisión de Arquitectura para el año 1794 y 1795 en sustitución de José Miguel Toraya y Mateo Medina, quienes habían concluido el termino de su bienio. La Academia les nombró oficialmente para este cargo en la Junta Particular del 1 de diciembre de 1793, siendo sustituidos a su vez por los también académicos Joaquín de la Puente Ortiz y Alfonso Rodríguez en la Junta Particular del 10 de enero de 1796.

Durante 1794 se ocupó del proyecto y construcción del edificio de la Real Academia Española de la Lengua en la calle Valverde, hoy ocupada por la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, mientras que a principios de 1795 del «aspecto exterior de la Plaza pral de la Ciudad de Abila con la agregacion del peso Rl uno y otro dispuesto por encargo de aquel Ayuntamto que tambien señalo los terminos de su estension». Ejecutado en cumplimiento de las órdenes de S.M., estaba formado por cinco planos que reflejaban el aspecto exterior de la plaza, un peso real y una casa de ayuntamiento, los cuales fueron aprobados por la Junta de la Comisión de Arquitectura el 13 de febrero de 1795.

Nada más comenzar el año de 1797 remitió varios diseños copiados de los ejecutados en 1795, que la Comisión de Arquitectura reunida el 1 de marzo aprobó sin dificultad, aunque faltasen por aclarar las dietas que le correspondían por dichos trabajos. En vista de que, para su realización, incluyendo el viaje de ida y vuelta, había empleado diez días útiles, la Academia acordó que siguiendo la costumbre quedase regulado «cada un día de los empleados en ida, estancia y buelta para practicar las operaciones necesarias sobre el terreno á razon de ciento y cinquenta rs vn». 

Durante este mismo año, la Junta de la Comisión de Arquitectura celebrada el 22 de marzo le encargó el reconocimiento y el informe de varias obras ejecutadas por el académico Joaquín de la Puente Ortiz en la villa de Coca (Segovia). El encargo venía motivado por la instancia que este arquitecto había solicitado acerca del pago de 126.881 reales que se le debían desde el año de 1782 por las obras que, con otros compañeros, había ejecutado en dicha villa y que en esos momentos estaban necesitadas de reparación. Respecto a este asunto, por real resolución y a consulta del Consejo, S.M. dictaminó que de los «267.100 rs en que estaban tasados los reparos de las referidas obras, y los 27.255, y 20 mrs. que habia suplido la Villa de Coca, entre los Pueblos de 20 leguas de su contorno, y para ello se expandio Real Provon en 27 de Febrero del año proxmo pasado, y para que el Intendente de Segovia oyese, y administrase Justicia al Dn Pedro Joaqn de la Puente, sobre lo que exponia en las citadas sus representaciones. Y habiendo remitido el expresado Yntendente el repartimiento, que ha hecho de las referidas cantidades [...] se ha servido mandar el Consejo, entre otras cosas, pase al reconocimiento de las obras execudas por el Dn Pedro de la Puente el Arquitecto que nombre la Rl Academia de Sn Ferndo, que sea Yndividuo de la misma, a costa por ahora de los caudales de la Villa de Coca, y manifieste el estado de dichas obras, las quiebras y ruinas, que han padecido desde que las concluio Puente, y la causa de Semejantes quebrantos [...]».

La Junta de la Comisión de Arquitectura del 23 de diciembre de 1800 reconoció los dos planos y los informes facultativos que habían ejecutado Cuervo y el director de Perspectiva Guillermo Casanova para la limpieza del río Riansares en el término de la villa de Corral de Almaguer (Toledo). Una vez examinados los planos se acordó que podía ejecutarse el proyecto de Casanova en todo el territorio que comprendía su plano «haciendo la monda y limpia del Rio en los terminos que este Arquitecto propone; bien que; por no aumentar mayores dispendios, no se abrirá nueva madre del Rio, ni se innovará su actual corriente: y en la parte ó sitio que ésta inunda la Vega se construirá el malecon o defensivo en distancia de mil y quinientos pies, que en su informe propone Juan Antonio Cuerbo. Asimismo por lo que hace á la monda y limpia del Rio en el territorio de que ha levantado el plano este Arquitecto, y no comprendió en el suyo Casanova, se executará en los mismos terminos que en dho su informe y plano manifiesta». Se especificó también que la limpia o monda se realizase cada seis años y no cada diez como se proponía.

Con motivo de la muerte de Francisco Sánchez en 1801, por entonces teniente director de arquitectura, fueron propuestos para ocupar su vacante Cuervo, Blas Cesáreo Martín e Ignacio de Tomás. Tras la votación secreta salió propuesto en primer lugar Cuervo seguido de Martín (Junta Ordinaria del 4 de marzo de 1801), siendo finalmente nombrado el primero para cubrir la plaza en la Junta Ordinaria del 5 de abril.

Al mes siguiente, la Comisión de Arquitectura despachó cinco diseños en borrador presentados por Cuervo para la construcción de la iglesia parroquial de la villa de Pravia en el Principado de Asturias, que fueron aprobados en su totalidad el 2 de mayo de 1801. Más tarde presentó otros siete en limpio para la construcción de la nueva iglesia parroquial de la villa de Vila-Seca (Tarragona), con objeto de saber si estaban conforme a los borradores que habían sido aprobados por la Comisión de Arquitectura, cuya aprobación se había dado cuenta en la Junta Ordinaria del 6 de septiembre. Todos ellos fueron aprobados finalmente en la Junta Extraordinaria del 28 de septiembre de ese mismo año.

En 1802, con motivo de la determinación de Fray Domingo Moreno, monje benedictino y abad de la parroquia de San Martín de Madrid, de construir una nueva iglesia en la capital, Cuervo trabajó un proyecto elaborado en tres diseños en borrador manifestando la planta y el alzado interior del nuevo templo. Los dibujos fueron censurados en la Junta de la Comisión de Arquitectura el 30 de septiembre de 1802 y aprobados en su totalidad por su regularidad y sencillez, aunque se advirtió a su autor la obligatoriedad de diseñarlos en limpio y volverlos a remitir para su examen definitivo.

Al mes siguiente, la Comisión de Arquitectura reconoció el diseño que había delineado gratuitamente este teniente director para la construcción de una panera en el lugar de Puy de Cinca, partido de Benabarre (Huesca). Estaba arreglado a las mismas dimensiones que tenía el plano ejecutado el 24 de julio de 1801 por el maestro albañil Bernardo Cera, reprobado por su deformidad, sin embargo, en esta ocasión sería aprobado por la Junta de la Comisión de Arquitectura el 28 de octubre de 1802. Aunque los dibujos fueron aprobados, Cuervo remitió a principios de 1803 6 diseños en borrador, es decir, los tres ya aprobados de la planta y el alzado interior de la nueva iglesia parroquial hechos en mayor escala y otros 3 que demostraban las fachadas principales y la sección longitudinal. La Comisión los aprobó igualmente el 4 de febrero de 1803 al ver su «buena forma y regularidad» y por la Academia en la Junta Ordinaria del 6 de febrero.

A lo largo de 1803 le veremos trabajando en la reforma de la iglesia parroquial de San Martín y en el monasterio de las Descalzas Reales, ambas obras en Madrid, y en mayo de este mismo año en los diseños de la catedral de Popayán (Perú), ante la imposibilidad de poderlos ejecutar Manuel Martín Rodríguez como se le había encargado en 1794.  El interés por reedificar dicha iglesia se remontaba a 1793, momento en que el virrey de Santa Fe había comunicado su intención de llevar a cabo esta empresa remitiendo los planos, los perfiles y la tasación de las obras suscritos por el maestro de milicias de aquella ciudad Antonio García, teniendo en cuenta que en 1777 el vecindario contaba con 7.465 almas.

Al ser reprobados los dibujos, la Junta de la Comisión de Arquitectura celebrada el 16 de julio de 1794 acordó proponer al director de arquitectura Manuel Martín Rodríguez la formación de otros nuevos, pero nada se supo de él hasta 1803, momento en que comunicó que «no habiendoseme hecho recuerdo alguno desde que se me pasó el expediente en todo el tiempo que permaneci en esta Corte, no di principio á la formacion de los nuevos planos, y tambien por haber estado legitimamente ocupado en varias comisiones, algunas de ellas del Rl Servicio; y despues que partí de esa han seguido en aumento mis ocupaciones: por esto y mas que todo por hallarse mi salud bien quebrantada, no me és posible en el dia desempeñar la formacion de los referidos planos como quisiera para corresponder en lo posible á la confianza que merecí me dispensase ese Rl Cuerpo lo que se servira U.S. hacer presente».

Debido a que Martín Rodríguez le fue imposible ejecutar su cometido dio los planos reprobados de la catedral que tenía en su poder a su apoderado Fermín Alcayde para que los llevase a la Academia, momento en que la corporación comisionó a Juan Antonio Cuervo para que formase los diseños deseados. Pasado un año sin saber de Cuervo, se solicitó del arquitecto el 20 de octubre de 1804 la mayor brevedad sobre este asunto y la remisión de los planos para cumplir con lo mandado por S.M. A principios de 1805 Cuervo remitió cuatro diseños en borrador de la catedral que fueron aprobados por la Comisión de Arquitectura el 28 de enero y por la Academia el 28 de febrero al estar arreglados y dispuestos con la sencillez exigida y adaptados a las características del país donde se iba a construir, mientras que los dibujos en limpio lo serían el 30 de marzo de ese mismo año.

Mientras se solucionaban los problemas de la obra anterior, el corregidor de Madrid solicitó de la Academia el 27 de marzo de 1804 el nombramiento de dos arquitectos que declarasen acerca del expediente que se estaba siguiendo en contra de los que habían sido ejecutados en unas obras en la casa del duque de Osuna situada en calle de Segovia, plazuela de San Pedro. Para este fin, la Junta Particular del 31 de marzo nombró al director de arquitectura Juan Pedro Arnal y al teniente director del mismo arte Juan Antonio Cuervo, nombramientos que aprobados por la Academia en la Junta Particular del 5 de mayo.

El 19 de mayo de este mismo año se puso en conocimiento de la corporación que en el Juzgado de la Villa y Corte de Madrid pendían autos sobre la demolición de un balcón largo en la casa nº 28 de la Manzana 195, en la calle de San Cristóbal esquina a la de Postas, en cuyo expediente el corregidor solicitaba también de la Academia el nombramiento de dos arquitectos que pasasen a realizar el reconocimiento facultativo y la declaración judicial de la obra.  En un primer momento la corporación académica nombró a Juan Antonio Cuervo, pero al no poder concurrir nombró en su lugar a Mateo Medina en la Junta Particular del 3 de junio de 1804, quien se excusó el día 11 de no poder llevar a cabo dicho cometido por encontrarse enfermo. A consecuencia de ello y en vista de que en Madrid sólo se encontraban como arquitectos disponibles Joaquín de la Puente Ortiz, Silvestre Pérez, Alfonso Rodríguez y Manuel de la Peña y Padura, fueron nombrados los dos primeros para decidir sobre la demolición, o no, del voladizo de la casa citada. Ambos arquitectos se comprometieron a llevar a cabo los trabajos encomendados, dándose cuenta de ello en la Junta Particular del 8 de julio de 1804. 

En 1804, Cuervo presentó también cinco dibujos formados de manera gratuita para la construcción del convento de Religiosas de la Enseñanza en la villa de Bergara (Guipúzcoa). Diseñó el proyecto para ser ubicado en el mismo solar que la antigua obra, con la misma superficie y el mismo número de patios, aunque en menor altura que el proyectado por Manuel Antonio Guillerome, el cual había sido reprobado por la Academia. A los diseños del arquitecto fue remitida una carta de la priora del convento, María Concepción de Tejada, fechada el 23 de noviembre de 1804, en la que exponía: «[...] si el último proyecto proporcionará mas comódidad, deshaogo y ventilacion en sus patios, mas asequible y segura su constrúcción, y menos costósas las óbras, cuias circunstancias, cómo debidas á tan respetáble y útil Cúerpo, principal causa de conséguirlas, [...] le Suplica, se sirba inspeccionarlas, si resultarán del presente proyecto de Cúerbo, ó corregirle en la párte qe lo tubiése por convente [...]». Examinados los diseños, la Junta de la Comisión de Arquitectura reunida el 30 de noviembre de 1804 los aprobó en todas sus partes.

Tras la muerte del director de arquitectura Juan Pedro Arnal, Cuervo fue propuesto para cubrir su vacante junto con los también tenientes de arquitectura Antonio Aguado y Silvestre Pérez, pero hecha la selección en la Junta Ordinaria del 19 de marzo de 1805 salió elegido Aguado en primer lugar, seguido de Cuervo y Pérez. Días más tarde, la Junta de la Comisión de Arquitectura del 30 de marzo aprobó sus cuatro diseños para la construcción de una casa de corrección o panóptica para Madrid y en este mismo año se vieron igualmente otros cuatro diseños suyos en borrador para la construcción de la iglesia parroquial de Pravia (Asturias), la regulación de su coste, elevado a 480.620 reales, así como el informe de los costes ejecutado por el académico supernumerario Francisco Pruneda. Respecto a este último expediente, la Comisión de Arquitectura reunida el 26 de junio desaprobó por un lado los medios propuestos por Pruneda para economizar el coste de la obra, ya que las supresiones propuestas eran contrarias a las solideces y quedaría todo el proyecto desarreglado, y por otro, acordó la entrega de los planos al mismo arquitecto que los había diseñado gratuitamente a fin de que fuese él quien hablase sobre los medios adecuados y seguros conducentes a economizar en lo posible la obra del templo.

El proyecto de la iglesia de Pravia pasó de nuevo la censura de la Junta de la Comisión de Arquitectura el 8 de agosto, momento en el que pareció arreglado y su ejecución mucho menos costosa que los anteriormente presentados; no obstante, el 3 de octubre serían examinados nuevamente los cuatro diseños formados por Cuervo y la reducción de su coste a 242.000 reales de vellón, lo que supuso su aprobación definitiva. Antes de finalizar el año de 1805, la Junta de la Comisión de Arquitectura le aprobó el 4 de septiembre otro proyecto, en esta ocasión los cinco diseños en borrador para la Capilla de Nuestra Señora del Carmen en la villa del Ferrol (La Coruña), cuyos diseños en limpio serían reconocidos el 3 de octubre y aprobados en su totalidad.

En vista de la situación económica de las religiosas del convento de Educandas de la villa de Bergara (Guipúzcoa) y la necesidad que tenían de levantar un nuevo convento, por lo que habían solicitado de la Academia permiso para que se permitiese al religioso lego Domingo de Santa María la dirección de las mismas, la corporación académica acordó que un profesor de arquitectura ejecutase los planos para su construcción. El teniente director Juan Antonio Cuervo se ofreció a hacer los dibujos de arquitectura, sencillos y regulares, a fin de que el proyecto y la construcción no se llevasen los pocos caudales con los que contaban las monjas. Una vez realizados los diseños pasaron la censura de la Academia y fueron aprobados en su totalidad, pero obtenida la aprobación se dio principio a la obra sin que el arquitecto tuviese conocimiento de ello, hasta que a través de varias cartas supo que habían comenzado bajo la dirección del mismo Domingo de Santa María Magdalena, sujeto que según algunos informes era carpintero de hacha y azuela. La Academia comunicó su desacuerdo ante este hecho y vio una vez más como se contradecían las reales órdenes, por el que acordó prohibir a Domingo de Santa María estar a cargo de las obras y mandar a que las dirigiese un arquitecto aprobado residente en una las provincias cercanas. 

Al año siguiente, Cuervo elaboró varios dibujos para la reedificación de la iglesia parroquial de Santiago de Madrid. Tras ser remitidos a informe, la Junta de la Comisión de Arquitectura reunida el 24 de abril de 1806 aprobó todo lo relatico a la planta interior, no así la comunicación exterior para su uso, ya que pertenecía a la entrada principal. La Academia juzgó oportuno y más ventajoso en cuanto al servicio y aspecto público que el edificio saliese por su fachada hasta dejar una plaza de 60 pies, en vez de tener la comunicación principal en un lugar estrecho como era la entrada por la calle de Santa Clara. Enterado de estas advertencias, Cuervo elaboró otros nuevos dibujos, los cuales remitió nuevamente a la Academia siendo aprobados completamente por la Comisión de Arquitectura la tarde del 4 de mayo de 1806.

A lo largo de 1807 fueron censurados y aprobados varios de sus proyectos, entre ellos el diseño del altar mayor para la iglesia de San Rafael en la ciudad de Córdoba, censurado el 26 de febrero de 1807, además de cinco diseños para la construcción de la casa de misericordia y niños expósitos de la ciudad de Burgos en el barrio de San Cosme, sobre el solar del antiguo hospicio.

El 8 de Julio de 1808, el Ayuntamiento de Madrid se dio cuenta de que todas las cañerías ejecutadas desde la Puerta de Recoletos hasta la esquina del Real Pósito y desde dicha entrada de la ciudad por toda la calle de Alcalá habían experimentado diferentes roturas, de ahí que fuera necesario saber el origen de las mismas para su reparación. Por este motivo se acordó pasar un oficio a la Academia para que enterada del hecho y de la contestación dada por Juan de Villanueva, por entonces arquitecto y fontanero mayor de la Villa, propusiese a dos profesores que, en unión con el teniente de arquitecto mayor Antonio Aguado y con asistencia de Santiago Gutiérrez de Harinero por quien había corrido su ejecución, formasen un juicio y expresasen lo que estimasen más conveniente en beneficio del público y los caudales de Madrid. El 14 de julio fue nombrado para esta comisión Ignacio Haan, quien aceptó el encargo dos días más tarde, dándose cuenta de ello en la Junta Particular del 10 de septiembre de 1808. También fue nombrado Silvestre Pérez, arquitecto que expuso el 13 de julio no poder aceptar la comisión con las siguientes palabras: «[…] yo no debo entender en este asunto, el qual no ha de acabar con un solo informe y sin discordia, que puede haberla no solo contra el fontanero mayor, sinó tambien entre los mismos nombrados pr la Acadª. Para que en este caso pueda yo tener voto, informar, y hallarme en la Junta de Comn. como secretario i como profesor, no debo yo ser ahora propuesto, sino quedar pª caso de discordia con algun otro. Sino se hace asi nos exponemos á qe ni los  Sres Aguado y Cuervo, ni yo podamos acabar el asunto como es debido. Ademas de estas razones, tengo otras particulares mias que no me dexan tener parte ahora en este negocio». El rechazo de Silvestre al cargo hizo que Cuervo fuese nombrado para sustituirle en estos trabajos.

El 30 de octubre de 1809 Ignacio Haan envió el informe del reconocimiento para el que había sido nombrado, trabajos que había llevado a cabo en compañía de Antonio Aguado y Juan Antonio Cuervo. En dicho informe señalaba que el 8 de abril de 1809 habían sido convocados por los comisarios de fuentes, Nicolás de los Heros y Lucas Jaramillo, para poder dar comienzo el reconocimiento el 18 del mismo mes. En esta fecha y con asistencia del teniente fontanero mayor Santiago Gutiérrez reconocieron el arca de la Puerta de Recoletos, la del esquinazo del posito y la parte de las minas que conducían el agua de una a otra. Pudieron comprobar que la que iba por este viaje estaba destinada a la Fuente de Apolo, la Cibeles y al arca ubicada en la fachada de las Carmelitas, cuyos tres ramales de cañería estaban corrientes, pasando el resto del agua para el servicio de Madrid por la cañería antigua. Vieron también el 7 de agosto algunos desperfectos en otros órdenes de cañería y algunos repuestos como bien pudieron comprobar. El 28 de septiembre fueron de nuevo citados en presencia del corregidor para practicar otros reconocimientos, viendo que por el sobrante del arca situado esquina al pósito se perdía mucha agua.

Haan, Antonio Aguado y Juan Antonio Cuervo acordaron reunirse para tratar de nuevo el asunto el 19 y 23 de octubre de 1809, este último día en casa de Haan, pero no comparecieron Antonio Aguado ni Juan Antonio Cuervo. Ante este hecho Haan se sintió indignado por el comportamiento de sus compañeros y su falta de respeto, por lo que llevó a cabo un informe independiente de ellos. A su parecer, tanto las arcas como las cañerías nuevas del viaje de Abroñigal, obra dirigida por Juan de Villanueva, se habían realizado en invierno, con mucha precipitación y sin poder fraguar bien la cal de la fábrica reciente, por lo que se había dejado la cañería suelta y sin apoyo para resistir el empuje de los aires y el paso del agua que debía contener. Aunque a su entender esto había motivado la abertura de los dos órdenes, las obras habían sido «dirigidas con los debidos conocimientos propios de un profesor de merito».

El 18 de noviembre de 1809, Juan de Villanueva se quejó a la Academia y al Ayuntamiento del agravio que estaba padeciendo con este asunto, ya que era arquitecto y fontanero mayor de la Madrid y se había supuesto su incompetencia al resultar defectuosas las cañerías en su ejecución y dirección. Además, al no haberse entregado todavía todos los informes que debían dar los profesores nombrados por la Academia le era imposible tener las llaves de los viajes de agua que se le habían exigido con poca formalidad, especialmente las del Viaje del Bajo Abroñigal, y no podía rematar el arca principal contigua a la Puerta de Recoletos.

El 13 de septiembre de 1813, el madrileño Santiago Gutiérrez de Harinero se dirigió al Ayuntamiento de la Villa para manifestar que sólo Ignacio Haan había llevado a cabo su cometido dando un informe completo de la obra que se estaba juzgando, mientras que Juan Antonio Cuervo lo había dado de forma ambigua y Antonio Aguado ni lo había ejecutado todavía. En vista de ello, el Ayuntamiento Constitucional acordó al día siguiente que se volviese a realizar el reconocimiento de las citadas cañerías y el informe correspondiente.

Ante esta nueva orden, Juan Antonio Cuervo comunicó al ayuntamiento el 27 el mismo mes que no creía necesario realizar un nuevo reconocimiento, ya que en el transcurso de los cuatro años transcurridos no había sido necesario practicar obra alguna en las mismas al estar construidas con la solidez requerida. Y por otro lado, Antonio Aguado defendió a capa y espada la obra de su maestro Juan de Villanueva el 4 de noviembre de 1813 con las siguientes palabras: «las cañerias executadas [...] se hicieron seguramente a la fuerza, y por ordenes del despota Godoy, que no queria pasasen por su posesion: No podia ignorar tan sabio Profesor las dificultades que debian presentarse en esta mutacion tan repentina, como tampoco á lo que se exponia según la arvitrariedad de aquel tiempo». Continuó su informe exponiendo que las cañerías que iban por el paredón de la posesión del duque de Alba e iban hacia la Cuesta de la calle de Alcalá habían reventado en varias ocasiones en tiempos de Ventura Rodríguez debido a la mitad de líneas por las que corrían las aguas y la carga de la cañería, pero respecto a la obra ejecutada por Villanueva nada probaba que fueran a reventarse las cañerías como estaba sucediendo en otras muchas de Madrid, aunque tampoco dudaba de que tendrían que arrancarse  muchos de los árboles que conforman las calles desde la Puerta de Recoletos hasta el Pósito al ser la ruina de muchas cañerías como se había verificado en la Cuesta de Santa Bárbara.  La Junta Particular reunida el 31 de diciembre de 1813 para estudiar los informes de los arquitectos estuvo de acuerdo en todo con la actuación llevada a cabo por Villanueva en 1808, «dando á la memoria del citado Profesor Villanueva la satisfaccion que ansió y no pudo conseguir en vida».

No podemos dejar de señalar en estos momentos la oposición de Cuervo y Silvestre Pérez en derribar la iglesia de San Norberto de los Padres Premostratenses de Madrid por su valor artístico, templo que contaba con una fachada convexa flanqueada por dos torres que había sido reedificado en 1754 por Ventura Rodríguez. El convento había sido derribado en 1810 y al poco tiempo se dictó una orden para derribar su iglesia, hecho por el que los arquitectos realizaron un informe negativo a tal iniciativa que no sirvió de nada al emitirse en 1811 una nueva orden que acabaría por eliminar el edificio para abrir en su lugar nuevas plazas. 

En 1811, Cuervo fue propuesto a S.M. junto con Silvestre Pérez para ocupar las plazas vacantes de directores de arquitectura por ausencia de sus titulares Antonio Aguado y Manuel Martín Rodríguez, este último ausente por real orden desde 1801, primero en Zaragoza y más tarde en Lérida (Junta Ordinaria del 29 de diciembre de 1811). A su vez, con objeto de ocupar las plazas de tenientes de arquitectura vacantes por los individuos anteriormente señalados se presentaron Julián Barcenilla, Francisco Sánchez, Alfonso Rodríguez y Agustín de Larra, siendo seleccionados para ocuparlas los dos primeros. En la Junta Ordinaria del 5 de febrero de 1812 se dieron a conocer finalmente los nombramientos aprobados por el Rey, que posteriormente serían anulados en la Junta Ordinaria del 7 de noviembre de este mismo año: Juan Antonio Cuervo en sustitución de Manuel Martín Rodríguez y Silvestre Pérez en sustitución de Antonio Aguado, mientras que como tenientes de arquitectura Julián Barcenilla en sustitución de Cuervo y Agustín de Larramendi en sustitución de Silvestre Pérez.

La desamortización efectuada en tiempos de José I Bonaparte tuvo como resultado la pérdida de numerosas iglesias y conventos para la ordenación de plazas y calles, aparte de un elevado número de obras de arte desperdigadas por diferentes locales, incluso trasladadas a París. Esto motivo la formación de una comisión dentro de la Academia en 1812 encargada de ejercer el control sobre las obras de arte procedentes de conventos desamortizados, además de la recogida y custodia de pinturas de profesores clásicos que, de orden del gobierno francés, habían sido almacenadas en San Francisco El Grande, el Rosario y Dª María de Aragón. En octubre de este mismo año, la corporación académica nombró a los académicos de honor Juan Crisóstomo Almanzón, Pablo Recio y Tello, Francisco Ramos, Juan Adán y el teniente de arquitectura Juan Antonio Cuervo para que recogiesen y custodiasen lo almacenado en dichas iglesias hasta nueva orden, logrando recabar 2.000 obras procedentes del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, Sevilla y otras ciudades andaluzas, las cuales habían sido trasladadas y depositadas en Madrid. Muchas de estas pinturas procedentes de Sevilla habían sido sustraídas a la fuerza por el Mariscal Soult de la Santa Iglesia de Sevilla, el monasterio de San Clemente, el convento de Santa Isabel y el hospital de la Santa Caridad, sobre todo cuadros de Murillo, Herrera el Viejo y Francisco Pacheco.

Poco a poco, las obras se fueron depositando en sus lugares de origen mientras que las que habían sido sustraídas y llevadas a París lo fueron entre 1814 y 1818, a fin de ser depositadas en la Academia para su restauración, custodia y ser inventariadas, conteniendo el autor de las obras, sus medidas y títulos. Solo en el mes de octubre de 1815 fueron restituidos por el gobierno francés al español 57 cuadros dentro de 4 cajas. En un primer momento eran recibidos en la casa del embajador español en la capital francesa, conde de Peralada, según reza en una carta fechada en Madrid el 10 de marzo de 1819, firmada y rubricada por Francisco Lacoma. Este había sido artista y comisionado por el general Miguel Ricardo de Álava, embajador extraordinario del Rey en París durante 1815, para que auxiliado por el Dr. Menusi y una parte de las tropas aliadas pasase al museo de aquella corte a reconocer y extraer cuantas pinturas existiesen en este establecimiento procedentes de España.

El 18 de junio de 1816 Pedro Ceballos y Pedro Franco comunicaron la existencia de varios efectos procedentes de París que se hallaban en la aduana traídos por el Mariscal de Campo Nicolás Miniussir, los cuales debían entregarse al marqués de Santa Cruz, protector del Museo de Ciencias, a Pedro Franco, protector de la Academia de San Fernando, o en su defecto a las personas que esta institución creyera convenientes para hacerse cargo de dichos objetos por ser la voluntad del rey. A finales de mes, el viceprotector indicó haber recibido junto con el secretario de la corporación académica, Martín Fernández de Navarrete, cuatro fardos de diferentes tamaños que correspondían a 57 lienzos y una pequeña tabla que quedaron custodiados en la Academia a disposición de lo que S.M acordase hacer con ellas.

Mientras tanto, Cuervo se había ocupado entre 1811 y 1814 del proyecto y construcción de la nueva iglesia de Santiago y San Juan en la plaza de Santiago (Madrid) y el 10 de marzo de 1814 había sido comisionado por la Academia junto con el académico de mérito Julián de Barcenilla para llevar a cabo el reconocimiento del convento de la Trinidad Calzada, por entonces lugar donde estaba establecida la Biblioteca, a fin de saber si su local era útil para el destino que se le había concedido. Del mismo modo, el 15 de agosto fue propuesto al igual que Manuel Martín Rodríguez y Manuel de la Peña y Padura para cubrir la vacante de director de arquitectura. Tras la primera votación secreta salieron elegidos Cuervo y Rodríguez con 20 votos cada uno, mientras que en la segunda vuelta Rodríguez obtuvo 20 votos y Padura 2, resultados que llevaron a Rodríguez a un segundo lugar.

Muy importante en estos momentos fue la labor desarrollada por la Comisión de Formación de Ordenanzas Facultativas para la construcción y reforma de edificios en la Corte, que partiendo de las Ordenanzas Urbanas de Madrid de Teodoro de Ardemans (1719) tuvo su primera junta el 11 de junio de 1814.  Muchos fueron los profesores que intervinieron en la formación de estas nuevas ordenanzas, entre ellos Alfonso Rodríguez, Manuel de la Peña y Padura, José Folch, Antonio López Aguado, Juan Miguel de Inclán, Julián Barcenilla, Manuel González Montaos, Isidro Velázquez, el conde de Moctezuma y Juan Antonio Cuervo.

Entre 1814 y principios de 1819 esta comisión abordó cada uno de los capítulos incluidos en el tratado de Ardemans, a veces manteniéndolos y otras modificándolos en función de las circunstancias y las necesidades de la población. Dentro del ámbito constructivo, se acordó que los cimientos de los edificios de nueva planta debían construirse sobre terreno firme, dándoles la suficiente profundidad y cuatro pies de grueso de buena mampostería de pedernal o piedra sólida con mezcla de cal y arena hasta la superficie del plan del terreno. A continuación, se sentaría un zócalo de cantería de piedra berroqueña de buen grano, resultando dos hiladas descubiertas en el punto más elevado, continuando con lo que pidiese el desnivel de la calle sin que faltasen las dos hiladas en todos los puntos del descenso de la calle. Sobre él, debía descansar con el mismo grueso de tres pies, la altura del piso bajo hasta la imposta, de buena fábrica de ladrillo y cal con los arcos del propio material en todos los huecos de puertas y ventanas, sin umbrales ni entramados de madera a no ser que algún caso extraordinario obligase a introducir los umbrales con dicho material Seguidamente, se retranquearía un cuarto de pie en el piso principal por el interior hasta el segundo piso, continuando éste en dos pies y medio hasta recibir el alero que sería de madera descubierta a no ser que fuera de piedra el cornisamento, compuesto de solera moldeada, modillones o canecillos, así como coronada con un canalón de plomo u hojalata bien afianzado para poder recoger las aguas de la cubierta y con vertederos para arrojar fuera de la acera el agua de lluvia.

En la Junta celebrada el 11 de febrero de 1815 se trataron las medianerías de los edificios recogidas en el capítulo 4º, teniendo presente que las paredes medianeras debían ser a partir de entonces unos verdaderos cortafuegos para poner a cubierto las casas contiguas de los incendios. Su material, altura y grueso debían arreglarse en una instrucción emitida por el Ayuntamiento o las cabezas de partido, siendo los vecinos quienes debían contribuir a partes iguales en su construcción. Se prohibió que una pared de medianería se redujese a una cítara o un cerramiento por convenio de los medianeros, pues su función no sólo consistía en separar las posesiones sino precaverlas de los incendios. Por ello, las medianerías entre casa y casa se construirían a partir de ahora con fábrica de mampostería y mezcla de cal y arena, del grueso de 2 pies y medio hasta hallar el terreno firme y desde el pavimento con buena fábrica de ladrillo y cal del grueso de 2 pies hasta la altura de nueve, cubierta con albardilla de baldosa, rasilla o teja con la vertiente de las aguas.

Gracias a este documento sabemos que «Según la antigua fundacion de Madrid las paredes de medianeria en su cuerpo vajo se hallan construidas la mayor parte de tierra, algunas de machos de ladrillo con cajones de la misma, y otras por lo estrecho de sus posesiones estan reducidas a un solo tabicon entramado y el resto de sus elevaciones se componen, ô bien de un tabique comun que sirbe de cerramiento, ô de dos unidos y pertenecientes cada uno á su respectiva posesion. Se resiente la medianeria vaja amenazando ruina, y espreciso para construirla de nuevo, apear los tabicones de las altas de las quales suelen cargar sueltas de una posesion a un vecino carga mas alturas que el otro […]».

Por otro lado, no se podían usar en las guardillas entablados, aunque no fuesen vivideras, solándose siempre de ladrillo mientras en caso de ser vivideras deberían forjarse con cielos rasos oblicuos al estar menos expuestos a incendios que los pares y las tablas descubiertas con sus correspondientes faldones, sin cadenas de madera, pero llevando sus respiraderos o chimeneas saliendo de los tejados.

Entre otros puntos abordados podemos señalar las callejuelas y callejones entre dos casas vecinas, perjudiciales y numerosos en Madrid desde antiguo que iban desapareciendo o siendo suprimidos; la forma de fabricar los hornos sin peligro del vecino, las prevenciones sobre los hogares, chimeneas y estufas; los sótanos y cuevas; la fabricación de los pozos y la ejecución de las norias y estanques; el rompimiento de los pozos y las norias de las aguas claras como las que sirven de depósito para las aguas inmundas; los conductos y albañales; la situación en una ciudad ordenada de los oficios que tuviesen fraguas, hornos y calderas; las fuentes públicas y particulares; el valor de los solares en la Villa de Madrid; los valores de las manzanas, desde la 1º a la 557 inclusive; el vuelo de los balcones; la fábrica de las fachadas, buhardillas y antepechos; las observaciones y precauciones para librar a los edificios de los incendios e impedir su propagación; los solares yermos; las casas labradas enfrente de los monasterios; el aumento de las casas bajas conforme a la última Real Previsión de 20 de octubre de1788, en que SM, atendiendo a la carestía de los solares y la falta de habitación para acoger el aumento de la población, mandó a los dueños construir casas habitables librándoles de la Regalía de Aposento por espacio de 50 años.

A mediados de 1815, el Ayuntamiento de Madrid solicitó de la Academia el nombramiento de tres arquitectos académicos de mérito que reconociesen las dos casas que, por la Puerta del Sol, se distinguían con el nº 6 de la Manzana 380 y la nº 2 de la Manzana 381, las cuales determinaban la estrecha callejuela que llamaban calle del Cofre. Era importante saber si era necesario ensanchar o cerrar la callejuela en la Puerta del Sol y si sus fachadas eran sólidas como lo exigía la seguridad pública. Para acompañar en este cometido a Antonio López Aguado, por entonces arquitecto mayor de Madrid y director general, fueron comisionados Juan Antonio Cuervo, Alfonso Rodríguez y Juan Miguel de Inclán. Realizado el reconocimiento pertinente el 20 de junio y ejecutado el correspondiente informe el 2 de agosto de 1815, pusieron de manifiesto la estrechez de la calle, sólo de 8 pies y tres cuartos; la decoración distinta de los inmuebles, aunque perteneciesen al mismo dueño, como la ruina y desplome de sus fachadas, ejecutadas con fábrica entramada en varios puntos y pies derechos de madera descansando sobre basas de piedra berroqueña, todo lo cual daba como resultado la existencia de faltas en cuanto a la Policía Urbana como a las providencias y disposiciones del buen gobierno de las fábricas.

En 1817, Cuervo presentó el proyecto para la reedificación de la iglesia parroquial de la villa de Arroyomolinos (Madrid) que debía construirse sobre los cimientos del antiguo templo, el cual fue aprobado por la Comisión de Arquitectura el 13 de julio de 1817 tras hallarlo arreglado a los diseños en borrador previamente reconocidos. Al año siguiente se ocupó gratuitamente de corregir sobre el plano ejecutado por Rodera, las reformas que eran necesarias para simplificar el cuerpo de campanas y el remate de la torre de la iglesia de Bodonal de la Sierra (Badajoz). El asunto venía coleando desde mediados de 1817, momento en que se habían despachado dos proyectos diferentes para esta obra en la Junta de la Comisión celebrada el 30 de julio: uno firmado por Rodera y el otro por Santiago de la Llosa e Isidro Ruiz. El primero había calculado el coste de la obra en 71.164 reales de vellón mientras que los segundos en 69.580. De los dos planos, la Comisión de Arquitectura prefirió el de Rodera, reprobado el segundo debido a su falta de proporciones y carecer de las formas adecuadas, sin embargo, se le advirtió a Rodera que simplificase el cuerpo de campanas y el remate.  A principios de 1818 se censuró por segunda vez el plano y el informe facultativo ejecutado por este maestro de obras, pero viendo la Comisión de Arquitectura el 1 de abril que Rodera se había desentendido de formar un nuevo diseño sin el cual no podía juzgarse la obra y que el medio de equidad que había propuesto en su escrito no era el más acertado, Juan Antonio Cuervo se ofreció para llevar a cabo su corrección. El dibujo corregido de la torre sería censurado y aprobado por la Comisión el 28 de abril, misma junta en la que se vio y aprobó otro diseño de Cuervo, en esta ocasión el de un altar dedicado a San José que debía ubicarse en la iglesia parroquial de San Andrés de Madrid.

En estos momentos también se remitió a informe de la Academia el expediente formado por el celador de Policía Urbana del cuartel de San Jerónimo de Madrid sobre el estado ruinoso que presentaba la torre del convento de la Victoria. Se solicitaba el nombramiento de una comisión de académicos de mérito que, previo reconocimiento de la obra, manifestasen en un informe las obras que eran necesarias para que quedase asegurada porque se encontraba en uno de los lugares más concurridos de la ciudad y de continuo tránsito de S.S.M.M. Enterada la corporación del asunto, el viceprotector nombró el 28 de enero de 1818 al director de arquitectura Juan Antonio Cuervo, a los directores honorarios Julián de Barcenilla e Isidro Velázquez como al teniente director honorario Juan Miguel de Inclán para que los cinco reconociesen inmediatamente la torre e informasen cuanto antes sobre su solidez. De todos ellos fue Isidro Velázquez quien se excusó el 30 del mismo mes de no poder realizar el trabajo con las siguientes palabras: «tanto las obligaciones de  mi destino en Rl servicio, como otras particulares de que no puedo prescindir, por pertenecer tambien a la Rl Servidumbre, no me dejan libre aun el corto tiempo necesario para alimentarme, debiendo ocuparme tambien por lo mismo algunas horas de noche, sin que a pesar de esto, y de mi natural actividad pueda llenar las principales obligaciones en que me hallo constituido presentemente; por lo cual me es absolutamente imposible poder asistir á la practica del reconocimiento de que se trata [...]». En vista de que Velázquez no podía realizar el reconocimiento, sólo podían sustituirle Ramón Alonso (imposibilitado), José Agustín de Larramendi, Juan Gómez, Bernardo Badía, Juan Francisco Rodrigo, José Joaquín de Troconiz y Manuel de la Peña y Padura, a quien se nombraría el 31 de enero para este objeto.

Dada la urgencia del caso, los arquitectos llevaron a cabo el reconocimiento de la torre del convento de la Victoria y su informe correspondiente el 3 de febrero de 1818. Se percataron de que el origen de las quiebras se debía a varios factores: las diferentes materias con las que estaba construida y su antigüedad como a la falta de unión de las tapias de tierra y los cajones de mampostería con que estaba ejecutada la fábrica, motivos por los que creyeron necesaria la demolición total de la torre para la seguridad pública.

Antes de acabar el año de 1818, la Comisión censuró y aprobó otros proyectos de Cuervo: varios dibujos en borrador de la iglesia parroquial de la villa de Lloret (Cataluña), obra de la que Tomás Ferrer y Soler había ejecutado cinco dibujos que habían sido reprobados el 17 de julio de 1817 por la falta de proporción en sus alzados, la mala coordinación de la planta, los excesivos gruesos y superfluos resaltos  (4 de agosto  de 1818), así como el dibujo del altar para la iglesia de P.P. Capuchinos de San Antonio (Madrid) dedicado a la Divina Pastora y San Pedro Alcántara (5 de octubre de 1818).

El 14 de febrero de 1819 Custodio Moreno remitió el proyecto en borrador de la reedificación de una torre entramada sobre los muros del cuerpo bajo existente en la antigua torre que acababa de demolerse en el convento de los Padres Mínimos de San Francisco de Paula de Madrid. El aspecto formal del pensamiento fue aprobado en la Junta Ordinaria del 20 de febrero de 1819, no así el material con el que estaba proyectado debido a que era cometido del Excmo. Ayuntamiento a quien competía la Policía y Ornato Público de la capital.

En estas fechas se examinó asimismo el expediente litigioso promovido ante el corregidor de Alcalá por el síndico de P.P. Capuchinos de aquella ciudad contra Matías Gallo, vecino y perteneciente al comercio de la misma. El asunto radicaba en que este individuo había levantado una casa con perjuicio y registro de la clausura de los Capuchinos y ante este tema existían dos informes contradictorios: uno elaborado por Juan Antonio Cuervo y otro por Sebastián de Azcuaga. En vista de esta diferencia de pareceres, la Comisión de Arquitectura reunida el 28 de abril de 1818 acordó nombrar al director Alfonso Rodríguez y al teniente Juan Miguel de Inclán para que pasasen al sitio en cuestión, estudiasen ambas posesiones, los perjuicios que se reclamaban, el modo de remediarlos y elaborasen el pertinente plano, informe y cuanto estimasen conveniente para la mayor comprensión de la Academia.

Antes de acabar el año 1819 lo fueron también el plano en borrador para la iglesia parroquial que debía construirse en la aldea de Algaidas perteneciente al partido de Antequera (Málaga), cuyo proyecto en limpio sería aprobado por la Comisión de Arquitectura el 2 de junio, además del proyecto de la parroquial para la villa de Casalejas en las inmediaciones de Talavera de la Reina (Toledo), en el que aprovechó la torre existente y el resto de las partes susceptibles de serlo indicando lo que debía desmontarse en la obra por estar ruinosa y fabricada con tapias de tierra.

Su nombre volvió a reseñarse en las juntas académicas posteriores con motivo de la remisión del expediente de un horno ubicado en la casa de la calle de la Magdalena alta señalada con el nº 12 en la Manzana nº 470 (Madrid), propiedad de Antonia y Catalina del Cerro. Las dueñas solicitaban de la corporación académica el permiso del uso de dicho horno, a cuya petición la Academia nombró a Inclán y García Rojo para que informaran sobre este asunto. Su informe coincidió con el parecer de Juan Antonio Cuervo, teniente, arquitecto mayor de dicho Ayuntamiento de Madrid y director de la Academia que había dado su opinión sobre este asunto en un informe fechado el 13 de enero anterior. Finalmente, vistos unos y otros, la Comisión de Arquitectura celebrada el 31 de mayo de 1824 acordó que «el expresado horno no debe existir por mas tiempo en aquel punto por los perjuicios que puede causar á las casas medianeras y aun á las demas convecinas de toda la Manzana».

Por entonces, la Academia recibió seis planos de Ventura Rodríguez en plantas, fachadas y secciones del convento e iglesia de San Francisco El Grande, cuyos marcos de cristal fueron costeados por dos de sus discípulos, los directores Juan Antonio Cuervo y Julián Barcenilla. Sabemos que en este mismo año y en calidad de arquitecto del Tribunal de la Visita Eclesiástica fue nombrado para llevar a cabo junto con el maestro de obras Francisco Archidona la extinción del incendio ocurrido el 16 de agosto de 1824 en la iglesia de San Ginés de Arles de Madrid, incendio que había afectado a un tramo de la armadura que cayó sobre el coro de la capilla, el tabernáculo, las mesas de altar de mármol, las ventanas y vidrieras, el tejado, algunas barandillas y otras obras menores. Sin embargo, en vista de no poder realizar el cometido tuvo que renunciar siendo nombrado en su lugar el arquitecto José Joaquín de Troconiz.

En 1825, tanto Cuervo como Velázquez y López Aguado solicitaron la plaza vacante de director general de la Academia, anteriormente ocupada por Esteban de Ágreda, director de Escultura durante el trienio de los Escultores. El primero era teniente de arquitecto mayor de Madrid, académico de mérito desde el 6 de abril de 1778, teniente director desde el 4 de marzo de 1801, director desde el 15 de agosto de 1814 y además había dirigido y dirigía dentro de la Academia la enseñanza de la Arquitectura.  El segundo era arquitecto mayor de S.M., académico de mérito desde el 13 de junio de 1799 y director desde el 5 de diciembre de 1816 mientras que el tercero era académico de mérito desde el 1 de junio de 1778, teniente director desde el 9 de octubre de 1805 y director general desde 1814. Realizada la votación secreta el 15 de enero de 1825, Aguado obtuvo 1 voto, Cuervo 16 y Velázquez 6 mientras que en el 2º escrutinio Aguado obtuvo 5 y Velázquez 18. La Junta Particular propuso a Cuervo y a Velázquez, pero en la Junta General del 16 de enero salió Cuervo en primer lugar con 31 votos y Velázquez en el segundo con 8. En vista de los resultados obtenidos se consultó al Rey cuál de los profesores era el mas idóneo para ocupar la plaza y el soberano nombró a Velázquez en calidad de director general, siéndole conferida dicha plaza en la Junta Ordinaria del 20 de febrero de 1825.

Al año siguiente, Cuervo presentó los diseños de la iglesia parroquial de San Ildefonso (Madrid), los cuales habían sido aprobados previamente por la Comisión de Arquitectura y posteriormente por la Academia en la Junta Ordinaria del domingo 4 de junio de 1826. El antiguo templo había sido demolido en 1809 durante la invasión francesa y en estos momentos se intentaba su reconstrucción sobre una planta de cruz griega, con tres naves, capillas y una cubierta mediante bóvedas de cañón con lunetos.

En 1827, la Academia recibió el expediente remitido por el Ayuntamiento de Madrid el 17 de febrero de 1827, sobre el derribo y la supresión de la lonja o atrio exterior que daba entrada a la iglesia de P.P. del Espíritu Santo al creerlo necesario por seguridad pública. A fin de reconocer el estado en que se encontraba la obra, la Comisión de Arquitectura del 21 de marzo nombró al director Juan Antonio Cuervo y al teniente Custodio Moreno para que emitiesen un informe sobre este asunto, pero tanto estos profesores como otros arquitectos, un total de cinco junto con el arquitecto mayor de Madrid, vieron conveniente su derribo porque observaron que flaqueaban algunas partes de la fachada, principalmente el cuerpo derecho. No obstante, a finales de año serían censurados otros tantos expedientes madrileños: el 17 de octubre, el diseño en borrador de Pedro Zengotita Vengoa relativo al nuevo atrio, arreglo y forma de la fachada de la iglesia de los Clérigos Menores del Espíritu Santo, presentado a la aprobación de la Academia por el procurador de los PP. Clérigos Menores, Pedro Chacón, y el 14 de noviembre  el referente  a la denuncia de la casa a la malicia situada en la calle Ancha de Majaderitos  c/v a la de la Cruz, a fin de saber si debía demolerse como tenía pedido el teniente de arquitectura Juan Antonio Cuervo o por el contrario, ser verificadas las obras propuestas por Juan Francisco Rodrigo.

En 1828 se hizo el reconocimiento de las habitaciones bajas del edificio de la Academia que daban salida al patio. Al ser por entonces Julián de Barcenilla el arquitecto de la corporación académica se encargó de ver si había espacio para ubicar el laboratorio de disección de animales, la Escuela de «taridormica» y la habitación de su profesor conforme lo había propuesto la Junta del Museo de Ciencias Naturales al Ministerio de Estado, sin embargo, por imposición suya sería Juan Antonio Cuervo quien realizaría finalmente el reconocimiento. Tras el mismo, vio que la estrechez del sitio imposibilitaba condescender con lo que proponía la Junta del Museo, de ahí que se acordase el 20 de enero de 1828 comunicar los resultados obtenidos al Ministerio.

Junto con Custodio Moreno y Juan Miguel de Inclán, se encargó en este mismo año de estudiar el expediente remitido a la Academia para solucionar los sucesivos terremotos ocurridos en Granada desde 1826 y dar las normas precisas a la hora de llevar a cabo la construcción en la ciudad y su vega. Atendiendo a la memoria formada por la Intendencia de Policía de Granada, los informes pedidos a la Sociedad Económica de Granada y su Ayuntamiento, como el acuerdo tomado por la Real Chancillería, los comisionados señalaron varios puntos que debían seguirse: 1) la prohibición de edificar obras de nueva planta superiores a dos pisos a fin de evitar desplomes. 2) Dar a los cimientos la mayor solidez, trabazón y profundidad, evitando su forma escalonada por razón del terreno. 3) La construcción de las fábricas de fachada exteriores e interiores, así como las de traviesa y carga con sujeción a entramados a la elección de cantería, en dos hiladas por lo menos en las primeras, con botoneras por cuadrado. 4) Evitar la forma de armadura de par e hilera, debiendo ser toda la armadura entablada a junta y cubierta con planchas de plomo o pizarra, materiales que debían sustituir a la teja común. En este punto, los aleros de las fachadas y los interiores se construirían con maderas descubiertas, debiendo componerse de solaros, canecillo y corona. 5) Evitar los cuerpos salientes, balcones y volados, quedando prohibidos totalmente, aunque en caso de colocarse balcones de hierro no excediesen éstos de 1 pie. 6) Que el pozo de Airón, construido por los sarracenos en la ciudad de Granada y por entonces obstruido, debía cuidarse porque era uno de los medios más interesantes que proponía la Física para aminorar los efectos de los terremotos. Además de ello, no sólo debía cuidarse su rehabilitación, sino que al ser punto de primera atención era necesaria la construcción y conservación de pozos de aguas claras en todos los edificios y las casas particulares. 7) En función de los materiales y la construcción en este Reino, debía formarse un reglamento particular sujetándose las fábricas y los materiales de ladrillo cocido y crudo o secado al sol según se creyese más conveniente, en la forma, el modo y las materias de su elaboración, señalándose los marcos de las maderas y su clase como los gruesos de las fachadas, los cuales podían ser de dos y medio pies en el cuerpo bajo y dos y cuarto en el principal. 8)  La obligatoriedad de practicar un reconocimiento general de los edificios existentes a fin de examinar sus daños, acudir a su reparación y suprimir los cuerpos excesivos que en ellos existiesen. 9) La formación de un plan de alineación y ensanche de calles, proporcionando a sus manzanas el mayor número posible de plazas anchas. Respecto a este punto y valiéndose del plano levantado en 1796, se anotarían los edificios más humildes y de menor valor para la elección de dichas plazas, el corte de las calles y las alineaciones expresadas. 10) La necesidad de nombrar una junta o comisión que autorice todas estas obras, y asimismo, 11) La necesidad de nombrar a un arquitecto académico de mérito para que se traslade en comisión a la ciudad de Granada como principal director de todas estas operaciones artísticas y ayude en la formación del reglamento de construcción, cuyos trabajos serían auxiliados por la Comisión de Arquitectura hasta su completa conclusión. Este estudio elaborado por Cuervo, Inclán y Moreno fue censurado por la Comisión de Arquitectura el 5 de mayo de 1828 y aprobado por la Academia en la Junta Ordinaria del 11 del mismo mes.

El 19 de julio de 1829, la Junta Extraordinaria de la Comisión de Arquitectura aprobó el diseño de Cuervo relativo a la reforma y arreglo de la portada de la iglesia parroquial de San Sebastián con fachada a la lonja ubicada en la calle de Atocha (Madrid). De igual modo, su nombre quedó reseñado en la Junta de la Comisión de Arquitectura celebrada el 26 de enero de 1830, momento en el que la Dirección General de Propios remitió a informe el incidente sobre que, «habiendo mandado S.M. qe por el Mro Mayor de Madrid se formase el plano y presupuesto para el camino que se está construyendo al cuydado de su primer teniente Dn Juan Antº Cuervo desde la Puerta de Stº Domingo á la de Sn Bernardino; y habiendo este expuesto en su informe de 2 de Junio de 1828 no ser necesaria la formacion del plano cuando se halla marcada la direccion que há de seguir dho camino de un modo el mas conforme y regular, se hacia impracticable la tasacion de su costo mediante los arbitrios que ofrecia el relleno del mismo por el acarreo de escombros de las obras particulares de Madrid y el auxilio de los Presidicarios para desmontes y arreglo de los mismos, y que solo si se enguijase su pavimiento, lo que no tenia por preciso, encontraba ascenderia á mas de 70 rs. La Direccion Genl desea que la Rl  Acadª la ilustre sobre estos particulares para dictar su providencia, y la Comision enterada de todo y con conocimiento de las obras practicadas y que deben practicarse en el referido camino, tiene por innecesaria la formacion de dho plano; pero si conviniese fijar el calculo y presupuesto de su coste, en el caso de que se enguije su pavimento, se deberá este determinar con la advertencia de que no se deberá proceder á su egecucion hasta pasados por lo menos dos años para que las tierras echadizas hagan el debido asiento y pueda verificarse aquella operación y gasto con la debida utilidad y permanencia».

A principios de 1831 la corporación académica estudió varios pensamientos del Monumento que debía erigirse en la Plaza Real de Madrid a la memoria del feliz alumbramiento de S.M. la Reina. Para este fin, se había solicitado la colaboración del arquitecto mayor de Madrid y la de sus tenientes, quienes formaron dibujos y propusieron la utilización de mármoles y jaspes como material de construcción, además de la incorporación de adornos y alusiones propias y dignas a este objeto. De los diseños elaborados, el ayuntamiento remitió en febrero de 1831 a la Academia dos dibujos y un modelo para decidir cuál de los dos pensamientos era el más acertado.  La Junta de la Comisión de Arquitectura reunida de forma extraordinaria el 11 de marzo de 1831 bajo la presidencia de Antonio López Aguado y formada por los tres académicos de mérito más antiguos, además de los vocales Gómez y Ventura a razón de no poder concurrir como partes interesadas Cuervo y Moreno,  acordó dar preferencia al diseño de Juan Antonio Cuervo, aunque debía hacer  en él las siguientes modificaciones:  «[...] que en lugar del primer cuerpo que presenta, se simplifique, reduciéndole á un zócalo liso que reciba el pedestal y haciendo circular el que sirve de pie á la Estatua del Soberano, se pueden poner dos bajo relieves uno de frente y otro de testero en el neto del pedestal, y á los costados del mismo las inscripciones que hubiesen de colocarse [...] pudiendose añadir que si de este dibujo asi reformado se hiciese un Modelo bajo la direccion de su Autor, cumpliría con mayor ventaja los preceptos de su construccion, y se vería todo su efecto».

El 7 de enero de 1832, el Ayuntamiento de Madrid comunicó a la Academia la decisión de erigir el citado monumento en el lugar que ocupaba la fuente de la Puerta del Sol, trasladando ésta a la plazuela de Celenque. Esta nueva ubicación ofrecía diferencias respecto al primer lugar, por lo que el ayuntamiento creyó oportuno consultar a la Academia la nueva situación. El 22 de enero la corporación vio con acierto hacer desaparecer la fuente de un punto tan importante, aunque creía que en la plazuela de Celenque no había sitio suficiente para la cómoda colocación del monumento y no veía el sitio designado como el más apto para el servicio público. A su entender, se debía escoger aquel que proporcionaba las calles de la Victoria en la confluencia con la calle del Pozo, tomándose para ello la casa cochera que formaba el ángulo de la Manzana 210.

Por entonces, Cuervo estuvo ocupado en el proyecto del Seminario Conciliar de Toledo, que debía tener una capacidad para cien alumnos. «[...] El Seminario ha de tener todos los aposentos, que ocupan en su ambito, proporcionados para seminaristas y uno algo mayor en cada angulo para Maestros ó pasantes, ademas de la havitacion correspondiente para el Rector, y otra menor para el Vice-Rector en diferente sitio, de forma que todos los de Plana mayor, haviten dispersos por todo el edificio, en disposicion de poder atender y velar por el buen orden y quietud de la comunidad.- Ha de tener una Capilla interior. Yd. Una Biblioteca espaciosa con divisiones, y una pieza reservada, y buena y luces en disposicion de que pueda ser publica, con entrada exterior é independiente para los de afuera.- Yd. Un  departamento ó cuadra separada del comercio de la casa con algunos cuartos para Eccos corrigendos.- Yd. Tres o cuatro piezas para aulas en el piso bajo, una de ellas mas espaciada y comoda pª examenes ó ejercicios publicos./ Yd.- Las demas oficinas correspondientes, como Archivo, Mayordomia, Porteria, Cocina, despensa, y mas piezas correspondientes para esta servidumbre, y la de Refectorio, que deverá estar contiguo, Bodega, Sotanos, Panera, cuartos tambien inmediatos ó dormitorios pª la familia de cocina, pues otros criados podrían acomodarse por el resto de la casa, o por las guardillas, que podrán ser cuartos comodos en lo posible para esto, y para otros individuos según la urgencia [...]». Además de estas características, el seminario debía ubicarse en un terreno espacioso y poseer amplias galerías como corredores, además de un patio o corral destinado al juego de pelota, bolos o bochas para la recreación de los alumnos. Con estas premisas diseñó siete hojas con 10 figuras, en las que dejó representada la planta topográfica del lugar en donde debía situarse el edificio, la planta de la superficie más inferior, la planta baja, la planta principal, la fachada principal y dos secciones, diseños que fueron aprobados por la Comisión de Arquitectura el 19 de abril de 1831 y por la Academia en la Junta Ordinaria del 24 del mismo mes.

En colaboración con Isidro González Velázquez se encargó de la enseñanza de la arquitectura, dato que conocemos a través de una nota firmada por Martín Fernández Navarrete el 30 de noviembre de 1831. Esta actividad conjunta motivó el envío de un comunicado acerca de la necesidad de repartirse el sueldo entre los dos profesores. De este año data también el expediente remitido por el Ayuntamiento de Madrid con motivo de la tira de cuerda de la posesión y casa , nº 1, de la Manzana 294 (Madrid), que en las calles de Caballero de Gracia, San Jorge y San Miguel  había adquirido por título de compra Manuel Labín bajo las condiciones, el termino de posesión y servicio concedidos por el marqués de Malpica. La fachada de la casa daba a la calle de San Miguel, por lo que Juan Antonio Cuervo intervino en calidad de maestro mayor interino para que fuese labrada toda ella, sin advertir que Manuel Labín no era dueño del centro del terreno que debían ocupar las cocheras y el patio, sino que entraba como parte a precio en su contrato el gusto e importe de su habilitación. Visto el asunto por la Comisión de Arquitectura celebrada el 4 de octubre, acordó que no existía inconveniente en que se concediese a Labín la licencia que solicitaba con arreglo al diseño de la fachada de la calle de San Miguel que presentaba, pero se le advirtió que la barandilla de pasamano que coronaba la línea de las cocheras y el patio debía ir corrida toda ella y nunca interrumpida como se presentaba. Esta fue una de las últimas intervenciones profesionales del arquitecto antes de su muerte, acaecida en Madrid en 1834.


Fuentes académicas:

Arquitectura. Cárceles, 1782-1837. Sig. 2-30-1; Arquitectura. Catedrales, 1766-1862. Sig. 2-32-5; Arquitectura. Convento de San Francisco El Grande, 1761-1770 y 1824. Sig. 2-32-3; Arquitectura. Conventos, 1778-1816. Sig. 2-32-1; Arquitectura. Conventos, 1818-1861. Sig. 2-32-2; Arquitectura. Iglesias parroquiales, 1790-1801. Sig. 2-33-2; Arquitectura. Iglesias parroquiales, 1817-1826. Sig. 2-33-4; Arquitectura. Iglesias parroquiales, 1827-1833. Sig. 2-33-5bis; Arquitectura. Monumentos públicos, placas conmemorativas, lápidas, sepulcros, alineaciones urbanísticas, etc., siglo XIX. Sig. 2-28-3; Arquitectura. Seminarios, 1789-1862. Sig. 2-32-6; Arquitectura. Torres de iglesias y de relojes, campanarios y espadañas, 1779-1860. Sig. 2-34-1; Comisión de Arquitectura. Composición. Nombramiento de vocales, 1795-1801. Sig. 1-28-8; Comisión de Arquitectura. Informes, 1758-1798. Sig. 1-28-5; Comisión de Arquitectura. Informes, 1788-1797. Sig. 1-28-1; Comisión de Arquitectura. Informes, 1798-1804. Sig. 1-28-2; Comisión de Arquitectura. Informes, 1802. Sig. 1-28-3; Comisión de Arquitectura. Informes, 1803. Sig. 1-28-4; Comisión de Arquitectura, Informes, 1804. Sig. 1-29-1; Comisión de Arquitectura. Informes, 1805. Sig. 1-29-2; Comisión de Arquitectura. Informes, 1806. Sig. 1-29-3; Comisión de Arquitectura. Informes, 1807. Sig. 1-29-4; Comisión de Arquitectura. Informes, 1808-1822. Sig. 1-29-5;  Comisión de Arquitectura. Informes, 1821-1828. Sig. 1-30-1; Comisión de Arquitectura. Informes, 1829-1838. Sig. 1-30-3; Distribución de los premios concedidos por el Rey N.S. a los Discípulos de las Tres Nobles Artes hecha por la Academia en la Junta Pública del 14 de julio de 1781. Madrid: por D. Joachín Ibarra, Impresor de Cámara de S.M. y de la Real Academia, 1781; Distribución de los premios concedidos por el Rey N.S. a los Discípulos de las Tres Nobles Artes hecha por la Academia en la Junta Pública del 17 de junio de 1784. Madrid: por D. Joachín Ibarra, Impresor de Cámara de S.M. y de la Real Academia, 1784; Libro de actas de juntas ordinarias, extraordinarias, generales y públicas, 1776-1785. Sig. 3-84; Libro de actas de juntas ordinarias, extraordinarias, generales y públicas, 1786-1794. Sig. 3-85; Libro de acuerdos de la Junta de la Comisión de formación de Ordenanzas facultativas pª la construccion y reforma de Edificios de la Corte, y precaución pª los casos de incendio. Por el Rl y Sumo Consejo de Castilla en marzo de 1740. Promovido pr la Rl Acadª de Sn Ferndo en diciembre de 1813, 1814-1819. Sig. 3-159; Secretario general. Académicos. Arquitectos, 1742-1789. Sig. 1-43-1; Secretario general. Académicos. Arquitectos, 1750-1831. Sig. 1-44-2; Secretario general. Devolución de obras de arte, 1809-1837. Sig. 4-81-17; Secretario general. Devolución de obras de arte. Murillo y Santa Isabel de Hungría, 1816, 1818, 1862. Sig. 4-87-3; Secretario general. Devolución de obras de arte. París, 1814-1818. Sig. 4-87-2; Secretario general. Devolución de obras de arte. Reclamación de los cuadros del hospital de la Caridad de Sevilla, 1813-1814. Sig. 2-58-9; Secretario general. Solicitudes de nombramiento de profesores para reconocimiento de obras de arquitectura, pintura, escultura y grabado, 1779-1862. Sig. 2-27-5.


Silvia Arbaiza Blanco-Soler
Profesor TU de la UPM


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