Cano, MelchorMadrid, ca. 1794 - Sevilla, 1842


Hijo del arquitecto Francisco Cano, nació en Madrid hacia 1794 y murió en Sevilla en octubre de 1842. El 15 de septiembre de 1806 se matriculó como alumno en la Academia de San Fernando y a fin de asistir al estudio de Dibujo de Figuras empezó obteniendo los pases correspondientes hasta llegar a la clase de Figuras, no pudiendo continuar sus estudios en 1808 por la llegada de las tropas enemigas y cerrarse la Academia por los acontecimientos políticos.

A partir de esta fecha prosiguió sus estudios por cuenta propia y de forma privada, volviéndose a matricular en la misma corporación académica en 1810 para cursar las enseñanzas de Matemáticas y Arquitectura. Los dos años que cursó Matemáticas lo hizo bajo la dirección del profesor Antonio de Varas, pero pronto entró como cadete en el Regimiento de Zapadores al tiempo realizaba la práctica de la profesión y asistía a la clase de arquitectura durante los años 1814 y 1815.

Se examinó para entrar en el Cuerpo de Ingenieros, aprobando y ascendiendo a subteniente, pasando más tarde al establecimiento de Alcalá de Henares. En esta ciudad cursó las enseñanzas de Arquitectura y Matemáticas en su mayor extensión, aunque fundamentalmente la parte correspondiente a la fortificación, ejercitándose durante estos años en las prácticas sobre el terreno con toda clase de instrumentos. En 1818 volvió a Madrid asistiendo a varias obras bajo la dirección del maestro Alfonso Rodríguez, por entonces director de arquitectura en la Academia de San Fernando.

El 19 de agosto de 1819 solicitó de la Academia su admisión a los ejercicios para la clase de arquitecto, presentando como obra de pensado el proyecto de un Edificio con destino a universidad y colegio mayor para una ciudad (del A-607 al A-611), con su correspondiente informe facultativo y el avance del coste de la obra, calculada en 19.918.422 reales y medio de vellón, además de su trayectoria estudiantil y la certificación de práctica de su profesor particular Alfonso Rodríguez.

La Junta de la Comisión de Arquitectura reunida el  25 de  agosto de 1819 examinó la obra y los documentos aportados, acordando el pase del pretendiente al resto de los ejercicios de reglamento. Fue admitido en la Junta Ordinaria del 19 de septiembre, fecha en la que le sortearon los programas de repente. Le tocaron en suerte los números 60, 89 y 90, de los cuales escogió el nº 89, es decir, un «Tribunal de Comerciantes y litigantes, Sala para el Juzgado, y algunas otras piezas para Secretaría, Archivo y para Porteros. Planta y Alzados» (A-1229), elección que comunicó a la Academia el 20 de septiembre.

Fue examinado en la Junta de Examen celebrada el 25 de noviembre de 1819, asistiendo a ella como vocales Pedro Franco, Juan Antonio Cuervo, Julián de Barcenilla, Alfonso Rodríguez, Juan Miguel de Inclán, Custodio Moreno, Antonio de Varas y Martín Fernández de Navarrete, este último en calidad de secretario. Cotejada la prueba de pensado con la obra de repente, se ordenó al interesado entrar en la sala para poder proceder a la realización del examen teórico. Cano principió este nuevo ejercicio contestando a las preguntas que le hicieron los profesores acerca de sus obras  y sobre la teoría y práctica de la arquitectura, entre ellas la división de la arquitectura y los conocimientos necesarios que eran requeridos por la arquitectura civil. También cuestiones de geometría y mecánica aplicadas al arte de construir; las máquinas más usuales en la práctica de la arquitectura, así como  los materiales y la economía de los edificios.

Satisfechos los examinadores con las obras ejecutadas como con las explicaciones y las contestaciones dadas a las preguntas formuladas le hallaron hábil para ostentar el título de arquitecto por unanimidad de votos, grado que le fue concedido en la Junta Ordinaria del 28 de noviembre de 1819.

Al año siguiente, la Comisión de Arquitectura del 23 de febrero de 1820 censuró y aprobó su dibujo de altar para la ermita de Nuestra Señora de los Remedios en la villa de Sonseca (Toledo), mismo año  en que se organizó el concurso para erigir un Monumento a la memoria de la jura de la Constitución por el Rey en el salón de las Cortes el 9 de julio.  La Academia fue comisionada en cumplimiento de la resolución de las Cortes con fecha de 14 de septiembre para abrir la oposición y desarrollar las bases del certamen a fin de adjudicar un premio de 6 onzas de oro al autor ganador. 

La corporación académica no indicó si el monumento debía ser un templete, arco, grupo o estatua para dejar volar la imaginación de los artistas, tan sólo indicó que se podría presentar un diseño o un modelo del mismo. En caso de lo primero, se demostraría en planta y alzados el monumento en pliegos cuyo tamaño no bajase de los de marca mayor de Holanda, mientras que en caso de presentar un modelo debía llegar a la altura de 6 pies de vara castellana. Del mismo modo y en ambos casos, las obras irían acompañadas de un escrito con las razones artísticas y filosóficas que hubiesen movido al autor a adoptarlo.

Los opositores debían firmar la oposición a finales de 1820 y entregar las obras a la Academia el 15 de mayo de 1821.  Firmaron la oposición Custodio Moreno, Manuel Álvarez, Antonio de Goicoechea, Manuel Rodríguez, Melchor Cano, Francisco Elías, Francisco Bellver, Francisco Javier de Mariategui, Juan José de Alzaga, Joaquín Rigalt y Javier Adán.  Pero curiosamente, en la Junta preparatoria del sábado 26 de mayo de 1821 celebrada a fin de aclarar algunas dudas de varios concurrentes al premio, se reseñó el hecho de que uno de los aspirantes, Mechor Cano, «no habia presentado su obra hasta el 21 de este mes, 6 dias despues de cumplido el plazo señalado, por ocurrencias domesticas desgraciadas como la enfermedad y muerte de su Padre el teniente de Arquitectura Dn Manuel de la Peña y Padura; pero la Acadª hecha cargo de esto resolvió que esta obra fuese también admitida al concurso por 21 votos contra 5 [...]». Señalamos esta circunstancia más que nada porque el arquitecto Manuel de la Peña y Padura aparece como progenitor de Melchor Cano, cuando es incorrecto y una errata por cuanto que su padre era Francisco Cano como bien aparece reflejado en el Libro de registro de maestros arquitectos.

Una vez realizada la votación secreta Custodio Moreno obtuvo 13 votos, 3 Melchor Cano, 2 Antonio Goicoechea, otros 2 Francisco Javier de Mariategui y 11 no se hallaron con mérito alguno. El premio adjudicado a Moreno fue finalmente aprobado por las Cortes el 19 de abril de 1822. Custodio Moreno había remitido el 12 de mayo de 1821 los planos de un magnífico Liceo Nacional distinguido con el epígrafe «Es de Fernando digno monumento y de España gloria fundamento». El edificio estaba diseñado sobre un paralelogramo rectángulo con la agregación de una superficie semicircular en uno de sus lados. Un arco triunfal coronado con el carro del Sol y Apolo dentro de un disco tirado por la cuadriga de sus caballos se disponía  en la fachada como entrada al monumento. Para el autor, la ubicación mas oportuna de la obra era la subida al Retiro en la línea del convento de San Jerónimo hacia las caballerizas y en caso de que la Academia lo aprobase estimaba un tiempo de realización de seis años. Por el contrario, hubo otros autores que estimaron mas oportuno erigir el monumento en la plaza de la Constitución, la plaza de Oriente o sobre la calle de Segovia como Antonio de Goicoechea, quien había ideado un puente que avanzaba en altura hasta nivelar la del local del Palacio Real con el llamado de las Vistillas de San Francisco, en el que colocaba sobre él dos magníficas galerías laterales con un paso en medio para coches y carruajes. Servían de entrada al puente dos arcos y en el centro un templete abierto sobre el que elevaba otro de orden jónico para la colocación de la estatua del Rey.

Para cumplir la Academia con el ofrecimiento que había hecho en 1820 de entregar una medalla de oro de seis onzas al autor del mejor proyecto y habiendo adjudicado el premio al director de arquitectura Custodio Teodoro Moreno, acordó en su Junta Ordinaria del 14  de abril de 1822  que dicha medalla fuese acuñada por cuenta de la corporación y que para este fin se facilitase al ganador la elección de los troqueles necesarios para que, entregándose al director general de grabado, pudiese ser acuñada. Ante esta decisión, el 22 de abril de 1822 el propio Custodio Moreno contestó que no tenía problema alguno en disponer la acuñación en la Casa Nacional de Moneda con los troqueles que le había dado el conserje José Manuel de Arnedo.

Dejando aparte el concurso anterior y prosiguiendo con la actividad profesional de Melchor Cano, sabemos que el 3 de enero de 1821 y como subteniente del Cuerpo de Ingenieros solicitó de la Academia su admisión a los ejercicios para la clase de académico de mérito. Para ello exponía ser arquitecto aprobado por la corporación, haber estudiado matemáticas, dibujo y arquitectura en dicha institución y haber recibido posteriormente durante cuatro años en la Academia de Ingenieros los conocimientos respectivos a las Matemáticas Puras, Mecánica, Cosmografía, Óptica, Perspectiva, Geometría Descriptiva, Geodesia y demás ramas de la carrera militar.

La solicitud fue estudiada por la Junta de la Comisión de Arquitectura el 14 de enero, acordándose el pase al pretendiente al resto de los ejercicios de reglamento para el grado de académico de mérito. En la Junta Ordinaria del mismo 14 de enero le fueron sorteados los programas de disertación, tocándole en suerte los números 11, 26 y 30, así como el asunto de la prueba de diseño consistente en «El templo monoptero según Vitrubio con casetones en la bobeda, planta, fachada y corte». Posiblemente estos diseños respondan a los que en el inventario de la Academia de 1824 se dice que fueron expuesto en la sala 10 y de arquitectura: «Tres planos del Templo de Monópteros que son Planta, alzado y corte por Dn Melchor Cano con Marcos y Cristales», dibujos no conservados actualmente en la corporación.

Respecto al programa para disertar eligió el nº 30: «Cuales deben ser las miras del Arquitecto en la formación de una ciudad capaz de 60 vecinos, explicando con toda claridad la mayor hermosura y carácter de los edificios según sus destinos, sin perder de vista la comodidad y reglas principales de policía». El 7 de diciembre de 1821 tuvo concluida la disertación, siendo revisada por los directores y tenientes de Arquitectura y Matemáticas. Aguado la devolvió corregida el 23 de diciembre seguido de Cuervo, Barcenilla, Isidro Velázquez, Rodríguez, Pérez, Inclán, Moreno y Varas, quienes lo hicieron respectivamente los días 28 de enero de 1822, 6 , 9, 19 y 23 de febrero y 10, 16 y 25 de marzo del mismo año. La Junta de Examen tuvo lugar el 28 de marzo de 1822, fecha en la que se juzgó a Cano apto para la clase de académico de mérito, grado que le fue concedido por uniformidad de votos en la Junta Ordinaria del 14 de abril de 1822.

Volvemos a tener noticias de este maestro mayor de Sevilla en la Junta de la Comisión del 8 de agosto y la Junta Ordinaria del 12 de agosto de 1827, momento en que la Academia le aprueba el plano para la construcción de un arco arruinado en el puente sobre el río del Salado a un cuarto de legua del pueblo de Gandul (Sevilla). También a finales de este mismo año, cuando el presidente de la Escuela de Nobles Artes de Sevilla pone en conocimiento a la de San Fernando el plan y el arreglo de los directores y empleados para las diferentes clases que había establecidas en dicha ciudad y las que iban siendo ampliadas, solicitando con ello su aprobación. Esta exposición pasó a la Junta de la Comisión celebrada el 12 de diciembre, fecha en que se vio trastocada la disposición de los estatutos de la Academia y vulnerados los privilegios concedidos a sus profesores establecidos en Sevilla, a quienes se les considera inferiores a un mero práctico y sin autoridad legal para ejercer la profesión de arquitectura. De hecho, se había nombrado a Fernando Rosales como director de la enseñanza de la Arquitectura, a Melchor Cano director de Geometría práctica y a José García Otero para las Matemáticas, cuando Rosales debía haber cesado de dicho cargo en el momento en que el académico de mérito Melchor Cano se había establecido en aquella ciudad. Por todo ello, la comisión exigió el cumplimiento de las reales órdenes y el nombramiento de Cano como director de la sala de Arquitectura; a José García Otero en la de Geometría práctica y Perspectiva, mientras que a Salustiano Ardanaz para la de Matemáticas, haciendo dependiente la clase de Adorno que desempeñaba Juan Lizosain al director de arquitectura.

La Junta de la Comisión de Arquitectura del 10 de enero de 1829 censuró el diseño de Manuel Cano para el retablo de la capilla mayor de la iglesia parroquial de San Miguel de Sevilla, que fue aprobado al estar arreglado al buen gusto de la arquitectura. Meses más tarde la Academia acordó en su Junta Ordinaria del 3 de abril de 1829 el cumplimiento de la Real Orden sobre el nombramiento de comisiones en las ciudades de Sevilla y Barcelona como la delegación en las Academia Reales para el examen de los profesores prácticos según preceptuaban el Real Decreto de 7 de diciembre de 1828. Por este motivo,  la Junta de la Comisión de Arquitectura celebrada el 5 de mayo de 1829 nombraría en Sevilla a los académicos Melchor Cano y José García como a los arquitectos Salustiano Ardanaz y Mariano del Río; en Barcelona al académico de mérito Antonio Celles, al de igual clase de San Carlos Pedro Serra y Bosch y al maestro arquitecto Francisco Vallés; en las Reales Academias de  Valencia y Valladolid las respectivas juntas de exámenes de las mismas, y por último, en Zaragoza a Tiburcio del Caso, Antonio Vicente, Atilano Sanz y José Yarza y Miñana.

Como arquitecto mayor de Sevilla, Cano remitió a principios de 1830 los diseños de un cementerio a extramuros de la ciudad, así como el proyecto del retablo mayor para la iglesia de PP. de San Felipe Neri, proyectos que la Comisión de Arquitectura aprobó en su Junta del 26 de enero de 1830 y la Academia en la Junta Ordinaria del 7 de febrero de ese mismo año.

Habiendo estudiado la Comisión de Arquitectura las diferentes reales órdenes que preveían a la Academia el nombramiento de comisiones en sus delegaciones para que se procediese a verificar el examen de los agrimensores aforadores de Galicia y Sevilla, la junta del 21 de febrero de 1832 acordó nombrar en Sevilla a los académicos Melchor Cano, Otero y Salustiano Ardanaz residentes en dicha ciudad y para La Coruña al académico Prado y Mariño, el arquitecto Uría residente en el Ferrol y el 1º maestro de Matemáticas de aquella Escuela Náutica, Cayetano Fernández Villamil. Sin embargo, esta junta nunca llegó a instalarse en La Coruña por ciertos reparos y problemas. En esta ciudad también residían Alejo Andrade Yáñez, Juan Bautista Aguirre y Domingo Fontán, este último catedrático de Matemáticas de la Real Universidad de Santiago, que por su destino y las diferentes comisiones que tenía a su cargo no siempre se hallaba libre y dispuesto para formar parte de la junta delegada de examen como era de desear. Por ello se acordó finalmente que la junta delegada se reuniese en Santiago al ser la ciudad  donde se encontraban todas las autoridades y tribunales de Galicia y quedase conformada por el arquitecto y académico de mérito Alejo Andrade Yáñez, el catedrático de Matemáticas de esa Universidad Domingo Fontán y el maestro arquitecto Domingo Lares, pudiendo ser sustituido cualquiera de los tres por el arquitecto Juan Bautista de Aguirre.  

El 27 de junio de este mismo año de 1832 la Comisión de Arquitectura censuró el proyecto de Salustiano Ardanaz para la construcción y arreglo de la plaza de abantos de Sevilla, el cual había sido rectificado por Melchor Cano, a quien había competido la alineación y el ensanche de las calles, rectificaciones por las que la Academia aprobaría el proyecto en la Junta Ordinaria del 1 de julio de 1832.

El nombre de Melchor Cano volvió reseñarse en la Junta de la Comisión del 30 de julio de 1833, momento en que remitió a censura los diseños para el arreglo de la fachada lateral del teatro de esta ciudad que se encontraba en ruina y debía demolerse para construirse de nueva planta. La fachada se había derribado por la calle de la Muela y en vista de que el teniente 1º de asistente estaba ausente y no podía hacer las pertinentes medidas para su alineación, Cano manifestó en calidad de arquitecto mayor su parecer acerca de la línea que debía tener dicha fachada con arreglo a los principios de alineación, ensanches, encuentros de calles, etc. Su opinión no convenció a la diputación, pues creía debía seguirse la prolongación de la línea que llevaba el Café de la Compasión y la Casa Triperas, basándose en que el café era el edificio más moderno que existía en la calle de la Muela y era circunstancia precisa para el teatro el que hubiese delante de sí una plaza para desahogo de carruajes. En contraposición, Cano creía que el café se había erigido mal alineado desde su comienzo y mal labrado, por lo que no era conveniente que los nuevos edificios se alineasen a los que ya tenían mala alineación.

Debido a las discrepancias entre la diputación y el arquitecto, Cano remitió un oficio a la Academia el 16 de junio de 1833 comunicando lo sucedido y solicitando de ella la censura de los diseños que presentaba, en vista de que la alineación y el ensanche de las calles era atribución de los arquitectos mayores. Los planos representaban la nueva fachada y las variaciones que debían introducirse debido al estado del teatro, obras que afectaban a la escena, las escaleras, los corredores, el patio y el cuarto de actores, además de otras que no señalaba en los planos como era el levantamiento de los pisos a una mayor altura de la que tenían. La Junta Extraordinaria de la Comisión de Arquitectura celebrada el 30 de julio de 1833 aprobó en su totalidad la propuesta de alineación señalada por Cano, propuesta que sería igualmente aprobada por la Academia en la Junta Ordinaria del 25 de agosto de ese mismo año. 

Al año siguiente apareció su nombre en las juntas académicas con motivo de pretender Salustiano Ardanaz y Manuel Portillo la plaza de maestro mayor de la Fábrica de Tabacos de Sevilla. Según queda indicado en la Junta Ordinaria del 26 de enero de 1834, ambos fueron desairados, ya que el superintendente de la fábrica propuso para la dirección general al maestro de carpintería y albañilería Bartolomé de la Coba. Ante este hecho, los arquitectos protestaron a S.M. a fin de que declarase nulo el nombramiento y se hiciese la propuesta a favor de un arquitecto legítimamente aprobado, propuesta que la comisión creyó oportuna. En la Junta Ordinaria del 12 de octubre se comunicó la resolución de S.M., por la que se admitía la oferta gratuita hecha por el académico Melchor Cano para tomar la plaza de director de las obras de las Reales Fábricas de Sevilla, quedando como aparejador Bartolomé de la Coba.

En la Junta de la Comisión del 26 de mayo de 1835 se vio una exposición suya, fechada el 8 de abril anterior, manifestando la práctica que encontraba en Sevilla acerca de las licencias que los dueños de las casas debían pedir para la innovación o variación de las fachadas sujetas al ornato público y el acuerdo que, con su dictamen, había tomado aquel ayuntamiento para evitar la intrusión de los prácticos menestrales. Con ello solicitaba que las peticiones de dichas licencias se hiciesen por los arquitectos encargados de su dirección, a lo que la comisión le contestó que en Sevilla esa práctica era constante, tanto para las obras de nueva planta como para las de recomposición y arreglo de las fachadas, y que las licencias siempre habían sido exclusivas de la municipalidad debiendo ser solicitadas por los propietarios de las fincas o sus administradores y en manera alguna por los arquitectos o maestros directores de las obras que se fuesen a emprender.

Entre otros cargos ostentados por Melchor Cano destacan: arquitecto mayor del Real Consulado de Sevilla, Ilmo. Cabildo y Dignidad Arzobispal; director de Arquitectura en la Escuela de Nobles Artes de Sevilla y del nuevo acueducto desde Alcalá de Guadaira a Sevilla. En esta ciudad y su provincia trabajaría también con José Manuel Arjona, bien en los conductos de agua de los Caños de Carmona, la iluminación y empedrado de las calles como en el diseño de la plaza del Duque y los jardines de Cristina y de las Delicias.


Fuentes académicas:

Arquitectura. Cementerios. Siglos XVIII y XIX. Sig. 2-29-4; Arquitectura. Monumentos públicos. S. XIX. Sig. 2-28-4; Arquitectura. Plazas, mercados y plazas de toros, 1778-1852. Sig. 2-28-6; Arquitectura. Puentes, 1820-1859. Sig. 2-31-10; Arquitectura. Teatros, 1788-1862. Sig. 2-29-1; CANO, Melchor. Disertación sobre cuáles deben ser las miras del arquitecto en la formación de una ciudad capaz de seis mil vecinos, explicando con toda claridad la mayor hermosura y carácter de los edificios según sus destinos sin perder de vista la comodidad y reglas principales de policía, 1822. Sig. 3-310-18; Comisión de Arquitectura. Agrimensores, 1831. Sig. 2-20-4; Comisión de Arquitectura. Arquitectos, 1819. Sig. 4-64-2; Comisión de Arquitectura. Informes, 1808-1822. Sig. 1-29-5; Comisión de Arquitectura. Informes, 1821-1828. Sig. 1-30-1; Comisión de Arquitectura. Informes, 1829-1838. Sig. 1-30-3; Libro de registro de maestros arquitectos aprobados por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 1816-1900. Sig. 3-154, nº 16; Secretario general. Académicos. Arquitectos, 1821-1845. Sig. 1-43-4; Secretario general. Académicos de honor, 1820-1845. Sig. 1-40-7.


Silvia Arbaiza Blanco-Soler
Profesor TU de la UPM


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