Blasco Bello, MiguelZaragoza, 1790 - ?, ?


Hijo del alarife Manuel Blasco y María Bello, nació en Zaragoza el 1 de julio de 1790 siendo bautizado ese mismo día en la iglesia parroquial de San Felipe. Comenzó su andadura profesional como albañil bajo la dirección de arquitectos aprobados. Entre 1819 y 1823 trabajó a las órdenes de Agustín Caminero, coronel del Cuerpo Nacional de Ingenieros y comandante de la plaza de Zaragoza y sus obras de fortificación, en calidad de maestro de obras de fortificación de la ciudad. Durante este tiempo llevó a cabo las obras que comprendían desde la Puerta Quemada hasta la Puerta del Carmen y por las que recibió la cantidad de 4.625 reales de vellón. Al mismo tiempo ejerció la profesión bajo la dirección del arquitecto de la Academia de San Luis Joaquín Gironza y José de Yarza, quien certificó en 1821 que Blasco poseía conocimientos de Aritmética y Geometría, y que sabía medir un plano y entender su distribución para ejecutar una obra.

Durante 1823, Blasco intervino en la reedificación de las casas propiedad de José Martín Banojunto situadas en la calle del Horno de Santa Cruz esquina a la calle del Correo Viejo, nº 82, que serían concluidas por Joaquín Gironza en 1827. Tenemos constancia que en abril de este mismo año salió repentinamente de Zaragoza al comprometerse en las filas de la Milicia Nacional como subteniente y que en 1830 se puso bajo las órdenes de Mariano Pinós, individuo de la Academia de San Luis, socio de número y de mérito literario de la Sociedad Aragonesa y catedrático de Matemáticas, con quien repasó los principios de Benito Bails, además de los tratados de Matemáticas puras correspondientes al 1º y 2º curso que comprendían Aritmética, Geometría elemental, Trigonometría y Geometría práctica.

El 28 de noviembre de 1832 solicitó de la Academia de San Fernando su admisión a los ejercicios para la clase de maestro de obras, presentado como prueba de pensado el proyecto de una Posada pública para ser situada sobre la derecha de la carretera real de Aragón a Castilla a extramuros de la Almunia de Dña. Godina (A-2107 y A-2108) con su informe facultativo y el avance del coste de la obra, las certificaciones de sus prácticas y la justificación de su conducta moral y política. Respecto a esta última, existe un documento en el que el pretendiente expresa su deseo de ser eximido de presentarla, requisito imprescindible para poder optar a cualquier título, debido a que había pertenecido a la milicia voluntaria y a la Sociedad Secreta de Comuneros de esa ciudad durante el llamado Sistema Constitucional, hecho por el que la Junta Particular del 3 de enero de 1829 acordó pasar la instancia de orden de S.M. a la Academia, a fin de saber cuál era el estado de complicidad o criminalidad que afectaba al interesado.

Para resolver este asunto, Hilario Larruga, habilitado por el Rey para el despacho de la Escribanía de Cámara Criminal de Mariano Benecid en la Real Academia de Aragón, cuestionó como testigo a Joaquín Iranzu, peón albañil que había trabajado con Blasco y quien certificó que «en efecto trabajó de Peon en un remiendo que se hizo en la Sala principal de la Casa de la herencia de Dª Maria de Torres casi frente á la Torre de San Gil, de cuya Sala caen los balcones á la calle: Que el Albañil fue Miguel Blasco, el mismo que hizo las obras de la Casa de Dn José Ballesteros en la calle de Santa Cruz y poco después del restablecimiento del Gobierno Legitimo se ausentó; de cuyo Albañil puede decir, haberle oido decir que era Comunero y no le penaba trabajando en la casa de Ballesteros en dha Calle, donde hizo un cuarto como una vara mas baja que la calle abovedado, con una mesa, altar y gradas, sin mas lujo que las de una puerta que condenaron, y una especie de muro con Tronera y Torretas al fondo del altar, cuyas Torretas las derribaron según há oido el Testigo: Que la obra en la sala pral de la Casa de Torres se redujo a los siguiente: Al testigo se le hizo medio limpiar las baldosas, y al otro por la noche, y otra noche mas, trabajando de Albañil Antonio, sobrino de dho Blasco, que tambien se ausentó con el, y el medio Paleta Mariano que tiene una hermana en la Calle de la Constancia, y el Testigo lo há visto trabajar en la obra de Dn Manuel Villaba, se derribo toda la pared que dividía la alcobilla de hombre de la Sala y en su puesto se hizo hoy antepechos formando con ellos una puerta, […]. Que concluidas las obras que dirá el Testigo, le mandó Blasco fuese a limpiar las Baldosas otra vez, yentonces vio que en la parte superior de la Puerta habian puesto dos varras de yerro, cuyas dos puntas estaban clavadas á los extremos de la pared de la puerta de la Sala, hasta juntarse en forma de triangulo, y aunque há dicho que eran varras de yerro, es equivocación porque eran listones de madera: Sobre cada uno de los estremos de los dos antepechos que formaban la puerta habia construidos dos leones de yeso pintados como amoratados del tamaño de perros dogos, levantados por atrás, y levantados sobre las patas de delante, con las cabezas bueltas á la Sala: Dentro de la Alcobilla de hombre y alrededor de toda ella, menos en la frontera de la puerta habia, sobre palos gruesos como la muñeca, y altos un estado listones de madera á distancia de una vara de las paredes, de cuyos listones pendian, ó colcagan unas telas de seda moradass hasta el suelo, ó pavimento; y en la Sala unos grandes camapeco de anea: Uno de los leones tenia en las patas de delante entre las uñas un conico libro de yeso, y la Sala era tan espaciosa qe bien podian estar sentadas alrededor de ella cien personas sin entraren cuenta la Alcobilla de hombre ni la alcoba proxima á ella […]». A continuación, el testigo indicó quiénes habían sido el blanquero y el escultor de la obra, pero otros testificaron en contra de Blasco, entre otros, el maestro carpintero Julián Satre, el comerciante Tomás Soriano, el cabo de Escopeteros Francisco Piñol y el mancebo sastre Roque Agular, quienes en 1823 comunicaron haber visto a Blasco con las insignias características de los comuneros, es decir, cintas moradas en el sombrero, gorra o el morrión.

Ante tales acusaciones y por el Real Decreto del 1 de agosto de 1824, el interesado presentó un «pedimento espontaneándose» de haber pertenecido a las reuniones de la Sociedad de Comuneros, a fin de que se le aplicase el indulto del 1 de mayo, conforme a la citada real orden. Siendo conocedor de estos antecedentes, el 27 de septiembre de 1829 el Rey accedió a la súplica de Blasco y en lo sucesivo a cualquier otra solicitud de esta naturaleza, poniendo dicho acuerdo en conocimiento de la Academia el 10 de febrero de 1830.

Una vez solucionado el problema sobre la conducta moral y política del pretendiente, la Comisión de Arquitectura celebrada el 11 de diciembre de 1832 examinó la obra del parador que había presentado como prueba de pensado y los documentos aportados, acordando el pase de Blasco al resto de los ejercicios de reglamento. Fue admitido en la Junta Ordinaria del 16 del mismo mes, fecha en la que le fueron sorteados los programas de repente. Le tocaron en suerte los números 11, 18 y 41, los cuales respondieron respectivamente: «Proyectar una Sacristía con una pieza para la conservación de alajas y otra para el aguamanil. Planta y sección», «Proyectar la habitación para un cura de un Pueblo de quinientos vecinos. Planta, fachada y corte» y «Disponer en un triangulo equilatero de cien pies de lado, una casa de habitaciones para inquilinos con solo una fachada. Planta, fachada y corte». De los tres asuntos eligió el nº 18 es decir, Una casa para un particular en un terreno de figura y dimensiones arbitrarias (A-1862), elección que comunicó a la corporación académica el 4 de febrero de 1933.

La Junta de Examen tuvo lugar el día 9 de febrero de 1833, asistiendo ella como vocales Juan Antonio Cuervo, Juan Miguel de Inclán, Custodio Moreno y Martín Fernández de Navarrete. Cotejada la obra de pensado con el ejercicio de repente que el interesado explicó una vez entrado en la sala, se procedió a la realización del examen teórico. Blasco principió este nuevo ejercicio contestando a las preguntas que le hicieron los profesores acerca de los principios y operaciones de la aritmética, los quebrados decimales, los números denominados y la raíz cuadrada. A continuación, sobre los principios de geometría, las líneas y sus propiedades; la formación de varias figuras; la circunferencia y sus propiedades, preferentemente a las demás curvas; el cono, la pirámide y su solidez. Asimismo, acerca de los requisitos de la buena edificación, la solidez y belleza; el yeso y la manera de prepararlo en los edificios; el método para replantear las obras, los cimientos y el modo de levantar las paredes con su trabazón horizontal y a nivel. Por último, explicó otras cuestiones relativas a la práctica de la profesión y la aplicación de los principios matemáticos a la arquitectura.

Satisfechos los examinadores con las obras ejecutadas y las contestaciones dadas a las preguntas formuladas le hallaron hábil para ostentar el título de maestro de obras por uniformidad de votos, grado que le fue concedido en la Junta Ordinaria del 10 de marzo de 1833, a los 42 años de edad.

A través de la Junta de la Comisión de Arquitectura celebrada el 5 de marzo de 1833 tenemos constancia que el alcalde del Ayuntamiento de Alagón (Zaragoza) le encargó la construcción de un cementerio para dicha villa, a cuyo fin presentó un pensamiento acompañado del informe facultativo y el cálculo de su coste que sería aprobado en su totalidad por la Academia en la Junta Ordinaria del 10 de marzo de 1833.

Desde la instalación de las oficinas de la Hacienda Pública en 1835 y hasta 1841 fue uno de los encargados de las obras de administración y tasación de edificios enajenables. En las oficinas de amortización siempre tuvo la oposición del único maestro arquitecto que había en la provincia, Juan Jimeno, por lo que a fin de evitar otro Jimeno en la provincia solicitó de la Academia de San Fernando el 3 de septiembre de 1845 su admisión a los ejercicios para la clase de maestro arquitecto. Para este fin presentó como prueba de pensado el proyecto de una «Academia de N.A. con destino á la expresada ciudad de Zaragoza en sitio determinado, y otro de un panteón dedicado á una familia distinguida ò corporación como la del Ylmo. Cavildo de aquella Diócesis qe acompaña de informe y calculo respectivo en cada uno, con testimonio de los diferentes documtos en qe acredita sus primeros estudios y buen desempeño en las obras qe ha tenido à su cargo».

La Junta de la Comisión de Arquitectura reunida el 24 de septiembre de 1845 examinó los proyectos y los documentos aportados, pero no pudo acordar el informe favorable para su admisión a los ejercicios de reglamento, dictamen que sería aprobado por la Academia en la Junta Ordinaria del 28 del mismo mes. En esta fecha, serían igualmente reprobados Juan de Dios Machorro, Pablo José Arduña y Eusebio Blasco y Taula.

Pero mientras que se preparaba para obtener el título de arquitecto, el 18 de junio de 1845 envió una carta a la Academia comunicando su residencia en la calle Estébanes, nº 91 (Zaragoza) y el tener a su cargo la reparación de la iglesia parroquial de la villa de Castelserás en el partido de Teruel, cuyos borradores presentaba a censura.  El templo había sufrido daños durante la guerra civil y muchos de sus adornos se habían reducido a cenizas, por lo que intentó conciliar la solidez, el decoro y la economía en las nuevas obras de reparación. A su parecer, debían sustituirse las bóvedas de arista de las naves laterales por bóvedas vaídas. Por otro lado, en vista de que la cúpula estaba arruinada por haberse abierto dos arcos torales debido a la falta de grueso en las columnas donde apeaban, creía necesario adicionar un sólido de tres palmos por cada lado dentro del crucero y colocar otros dos arcos con objeto de asegurar dicha cúpula. Del mismo modo, dado que las cornisas, los frisos, arquitrabes, capiteles y enlucidos se habían destruido por el fuego de las tropas enemigas, el arquitecto director había optado por introducir el orden corintio. Además, había que reparar las pilastras, basas y zócalos como rehacer de nuevo el pavimento de ladrillo sentado, lo mismo que la mesa y los altares con su tarima correspondiente. Por último, se debían reparar también los tejados de las capillas, las puertas de entrada a la sacristía y la torre, como rehacer los retablos, las gradas del presbiterio, la mesa del altar mayor y construir dos púlpitos sostenidos por grupos de ángeles o Acarias.

Al mes siguiente, la Comisión del 22 de julio estudió el proyecto en borrador que se le había encargado a Blasco para la reedificación del pueblo llamado Paules, en el partido de Ejea de los Caballeros (Zaragoza), consistente en seis casas de nueva planta, la reedificación del palacio y la construcción de su iglesia. En este momento aprovechó la oportunidad para solicitar de la institución académica su habilitación de arquitecto a fin de poder intervenir en las obras para las que no tenía facultades, solicitud que sería denegada por el perjuicio que podría causar a los beneméritos profesores de Zaragoza y su término.

El 4 de septiembre de 1851 remitió a la Corporación el proyecto en borrador de una fachada que se trataba de construir para cerrar el espacio triangular delante del costado de la iglesia de Monjas de Jerusalén en el Paseo de Santa Engracia (Zaragoza). Con este proyecto se intentaba ocultar la deformidad de dicho costado y al mismo tiempo llenar el claro que resultaba entre el resto de las casas continuando su alineación. La Sección celebrada el 23 de septiembre de 1851 estudio el caso y vio que, aunque este asunto no debía someterse a la censura de la Academia sino a la del Ayuntamiento, aprobaba el proyecto, pero no sin antes señalar el hecho de que si sólo se deseaba perfeccionar y completar la línea no debía hacerse una fachada de una casa donde no había existido, sino una pared de una altura suficiente y convenientemente decorada.


Fuentes académicas:

Arquitectura. Cementerios. Siglos XVIII y XIX. Sig. 2-29-4; Arquitectura. Iglesias parroquiales, 1832-1851. Sig. 2-33-5; Arquitectura. Monumentos públicos, placas conmemorativas, lápidas, sepulcros, alineaciones urbanísticas, etc., siglo XIX. Sig. 2-28-3; Comisión de Arquitectura. Arquitectos, 1845. Sig. 2-12-5; Comisión de Arquitectura. Informes,  1829-1838. Sig. 1-30-3; Comisión de Arquitectura. Informes. Urbanismo. Monumentos conmemorativos, 1787-1876. Sig. 2-28-8; Comisión de Arquitectura. Maestros de Obras, 1789-1845. Sig. 2-23-5; Comisión de Arquitectura. Maestros de Obras, 1828-1829. Sig. 2-16-3; Comisión de Arquitectura. Maestros de Obras, 1833. Sig. 2-17-1; Libro de actas de juntas ordinarias, extraordinarias, generales y públicas, 1839-1848. Sig. 3-90; Libro de registro de maestros de obras aprobados por la Real Academia, 1818-1886. Sig. 3-156, nº 89.


Silvia Arbaiza Blanco-Soler
Profesor TU de la UPM


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