Aparici y Soriano, FedericoValencia, 1832 - Madrid, 1917


Hijo de Miguel Aparici y María Soriano nació en Valencia el 4 de febrero de 1832 y murió en Madrid el 30 de noviembre de 1917. Se trasladó a Madrid para cursar la carrera de Arquitectura, ciudad en la que residió en la calle Leganitos, nº 22, cuarto principal, siendo abonado por su tío Miguel Ortiz que vivía en la misma casa.

Durante su estancia como alumno en la Escuela Especial de Arquitectura de Madrid tuvo la oportunidad de ser uno de los discípulos elegidos en 1853 para ir a la expedición artística a la ciudad de Salamanca bajo la dirección de Francisco Jareño. Junto con un oficial, fueron 12 los alumnos premiados con este viaje, de los cuales cinco cursaban el 4º año de carrera (Saturnino García, Vicente Saenz, Isaac Nessi, José Ramón Más y Diego Manuel Molina) y 7 asistían al 3º año, siendo el caso de Federico Aparici y Soriano, Nicomedes Mendivil, José Díaz Bustamante, Pedro de la Hidalga, Antonio Carnicero, José Carbonell y Anostera y Leocadio Pagasartundua.

En dicha expedición se adquirieron dibujos, fotografías, relieves en yeso, trozos de esculturas y tallas en madera. Los alumnos ejecutaron varias plantas, la sección longitudinal, los detalles ornamentales, la fachada posterior y la torre del Gallo de la Catedral Vieja. Otros tantos dibujos del convento de Santo Domingo, la Casa de las Conchas, la iglesia de San Adrián, el colegio del arzobispo o de los Irlandeses; el palacio de Monterrey o del duque de Alba; la Casa de la Sal, construida por el cardenal Fonseca; la iglesia de San Martín y del Espíritu Santo; la Universidad y el convento de San Vicente. También una colección de yesos de la Universidad, el convento de Santo Domingo, la Catedral Vieja, varias piedras y ornamentos antiguos recogidos en varios edificios en ruinas, además de bajorrelieves, artesonados del Hospital de Estudiantes y el coro de Santo Espíritu.

Después de cursar y aprobar sucesivamente los cuatro años de carrera de arquitectura solicitó el 2 de enero de 1855 su admisión a los ejercicios para la clase de arquitecto. Para este fin elaboró como proyecto fin de carrera Un museo anatómico en un colegio de medicina (del A-0529 al A-0533), con la memoria facultativa y el correspondiente presupuesto del cálculo de la obra.  El proyecto respondía al programa nº 2 que le había tocado en suerte ejecutar y que respondía a «Un  museo anatomico en un Colegio de Medicina con catedra, sala de diseccion y demas oficinas pª las operaciones analogas a modelos de cera, armazon de esqueletos, aparatos ortopedicos, etc. Planta y cortes. Escala 0,015 por metro».

Aparici comenzó la memoria descriptiva del proyecto desarrollando un pequeño análisis sobre ciertas cuestiones relativas al establecimiento que había ideado, para a continuación exponer la dificultad que había encontrado a la hora de conocer los primeros vestigios del cultivo de la anatomía debido a preocupaciones religiosas, señalando la época de los griegos como aquella en la que se habían hecho las primeras disecciones de animales al estar prohibida la de los seres humanos.

Después de hacer hincapié en la importancia concedida a la anatomía en el siglo XIX y nombrar el célebre museo de la Facultad de Medicina de París, llamado de Orfila por ser el primero en su género, continuó la memoria indicando la distribución y disposición de su museo, la importancia de las luces y la acústica en este tipo de establecimientos, para finalizar con el análisis de su construcción, los detalles del cálculo y finalmente con el presupuesto que tendría la obra en caso de ser construida. Obtuvo el título de arquitecto por unanimidad de votos en la Junta de los Sres. Profesores celebrada el 15 de marzo de 1855, a los 22 años de edad, siéndole expedido dicho título el 26 de abril de ese mismo año.

En 1856 obtuvo la cátedra de Construcciones Civiles en el Real Instituto Industrial de Madrid, mismo año en el que se le encargó el proyecto de monumento sepulcral de Mendizábal, Calatrava y Argüelles.

El 7 de abril de 1873 el Ministerio de Gracia y Justicia solicitó de la Academia su parecer sobre el expediente de las obras de reparación del templo de Santo Tomás, entonces parroquia de Santa Cruz (Madrid). También, si el arquitecto que las dirigía era individuo de su Corporación y si estaba conforme con el plan como con los procedimientos que dicho arquitecto estaba empleando en la obra. El arquitecto en cuestión era Federico Aparici, arquitecto distinguido y acreditado por su laboriosidad e inteligencia, profesor de la Escuela Especial de Arquitectura, aunque no individuo numerario de la Academia, pues sólo existían en Madrid ocho arquitectos que ostentaban este grado.

En respuesta a todas estas preguntas, la Junta Ordinaria celebrada la noche del 7 de abril de 1873 comunicó al Ministerio que el criterio adoptado por este profesor para variar el carácter de la ornamentación interior del templo era acertado, porque no faltaba a la unidad artística del pensamiento y reunía todas las condiciones de solidez necesarias; sin embargo, no se le había consultado a la Academia el proyecto de obras como era la costumbre y estaba prevenido en la legislación vigente. De este modo, la Academia contestaba a todas las preguntas solicitadas, pero aprovechó la ocasión para manifestar al interesado que si iba a reformar la fachada de la iglesia no podía ejecutarla sin antes presentar el proyecto a informe y censura de esa institución.

El 4 de abril de 1888, Aparici remitió a informe de la corporación académica el proyecto de un templo monumental que sirviese a la vez como nueva colegiata en Covadonga, concejo de Cangas de Onís (Asturias). Estaba formado por una memoria descriptiva en 20 folios, 11 planos en papel tela, el pliego de condiciones facultativas y económicas en 25 folios y el presupuesto de la obra en 71 folios. La Sección de Arquitectura reunida el 17 de junio examinó y aprobó el proyecto de la obra, una obra cuya cimentación y cripta habían comenzado en 1787 por iniciativa del obispo Benito Sanz y Flores y ahora se intentaba concluir. Tomando como base los cimientos y los muros existentes, el arquitecto modificó la techumbre proyectándola con vigas de hierro que debían soportar la terraza o andén que rodeaba al templo y por fuertes bóvedas dispuestas de tal manera que no transmitieran su empuje a los contrafuertes ya construidos, muchos de ellos de gran altura y no dispuestos ni calculados para contrarrestar dicho empuje. Creyó conveniente conservar el estilo románico de transición que caracterizaba lo ya construido y a fin de economizar proponía la construcción de bóvedas de doble tabicado con ladrillo hueco enlucidas y pintadas en lugar de las de sillarejo por ser un material difícil de obtener en la localidad a precio económico y porque sus empujes hubieran excedido los límites admisibles de resistencia.


Fuentes académicas:

Arquitectura. Templos. S. XIX. Sig. 2-43-2; Comisión de Arquitectura. Arquitectos, 1853. Sig. 2-14-4; Libro de registro de maestros arquitectos aprobados por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 1818- 1900. Sig. 3-154 nº 82; Sección de Arquitectura. Informes. Sobre obras, restauraciones, etc., 1888- 1889. Sig. 5-180-1; Secretario general. Enseñanza. Expediciones artísticas de los discípulos de la Escuela Especial de Arquitectura a: Toledo (1849), Salamanca (1853), Guadalajara (1854) y Granada (1856), 1849-1856. Sig. 1-32-5; Secretario general. Matrículas, 1848-1859. Sig. 5-80-1-34.


Silvia Arbaiza Blanco-Soler
Profesor TU de la UPM


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