Hijo de José Achutegui y Francisca Cortina nació en Sopelana, Bilbao (Vizcaya) el 13 de junio de 1806, siendo bautizado ese mismo día en la iglesia parroquial de San Pedro. Asistió por espacio de tres años a las obras a cargo de José Luciano de Ibarra y a mediados de 1831 solicitó de la Academia de San Fernando su admisión a los ejercicios para la clase de maestro de obras. Para este fin presentó como ejercicios de pensado el proyecto de Un parador (A-2100 y A-2101) con su informe facultativo y el avance del coste de la obra junto con la certificación de práctica librada por su maestro Ibarra y la justificación de su conducta moral y política.

La Junta de la Comisión de Arquitectura celebrada el 16 de agosto de 1831 examinó la obra y los documentos aportados acordando el pase del pretendiente al resto de los ejercicios de reglamento. Fue admitido en la Junta Ordinaria del 21 del mismo mes, fecha en la que le sortearon los programas de repente. Le tocaron en suerte los números 47, 38 y 19, que respondieron respectivamente: «Idear un Cementerio y campo Santo para un Pueblo de cuatrocientos vecinos, con la decencia y distribución propia de su destino», «Disponer un matadero de reses mayores y menores para una ciudad con departamentos para deposito y romanes. Planta, fachada y corte» y «Proyectar un Portico para una Iglesia de un Pueblo con inclusión de la capilla para el baptisterio. Planta, seccion y fachada». De los tres asuntos eligió el nº 47, es decir, Un cementerio o camposanto para un pueblo de 400 vecinos (A-4786), elección que comunicó a la Academia el 24 de agosto.

La Junta de Examen se reunió el día 3 de septiembre de 1831, asistiendo a ella como vocales los profesores Juan Antonio Cuervo, Antonio Varas, Juan Miguel de Inclán, Custodio Moreno y Martín Fernández de Navarrete. Cotejada la obra de pensado con la prueba de repente, que el interesado explicó una vez entrado en la sala, se procedió a la realización del examen teórico. Achutegui principió este nuevo ejercicio contestando a las preguntas que se le hicieron los examinadores relativas a las medidas de las superficies y en particular sobre la pirámide. También acerca del método de nivelar los terrenos y prepararlos para la edificación, la buena orientación de los edificios y las circunstancias que debían tener las fábricas para que fuesen perfectas, sólidas y bellas. Del mismo modo, el método para profundizar los terrenos según sus características a fin de ejecutar los cimientos; el levantamiento de los muros y las paredes; las máquinas para mover los pesos; las bóvedas y sus clases; el modo de sentar las piedras y los materiales; las escaleras, sus peldaños y huellas.

Satisfechos los examinadores con las obras ejecutadas y las contestaciones dadas a las preguntas formuladas le hallaron con mérito para ostentar el título de maestro de obras, grado que le fue concedido en la Junta Ordinaria del 9 de octubre de 1831, a los 25 años de edad.

Comisión de Arquitectura. Informes, 1829-1838. Sig. 1-30-3; Comisión de Arquitectura. Maestros de Obras, 1789-1845. Sig. 2-23-5; Comisión de Arquitectura. Maestros de Obras, 1831. Sig. 2-16-5; Libro de registro de maestros de obras aprobados por la Real Academia, 1818- 1886, Sig. 3-156, nº 70.

Silvia Arbaiza Blanco-Soler
Profesor TU de la UPM