Rodríguez, FernandoMérida (Badajoz), ca, 1771 - ?, ?


Nació en Mérida hacia 1749. Se matriculó como alumno en la Academia de San Fernando en marzo de 1771, a los 22 años de edad. El 19 de abril de 1785, antes de que obtuviese el título de maestro de obras, llegó a la corporación por orden del Consejo, Justicia y Regimientos de las villas de Zarza (Cáceres) y Alange (Badajoz), el expediente relativo a la concesión de facultad para reparar un puente situado en su termino sobre el río Matachel para que la Academia propusiera a un arquitecto que pudiera llevar a cabo el reconocimiento, la regularización y el justiprecio de la obra. El levantamiento del puente urgía por cuanto que los vecinos no podían labrar sus tierras situadas en la otra ladera del río, gran número de personas se habían ahogado y muchas caballerizas y cargas se habían perdido. Visto el expediente, la Academia fue de la opinión que no eran acertados los planos que de Fernando Rodríguez se habían enviado con este expediente, motivo por el que en mayo de 1785 se propuso a Manuel Machuca para que formase los planos de la obra, examinase las márgenes y el fondo del río en donde debía fabricarse el puente, además de los materiales que allí encontrase.

El 26 de marzo de 1788 Rodríguez solicitó su admisión a los ejercicios para la clase de maestro de obras exponiendo el haberse aplicado desde muy temprana edad en la arquitectura y haber seguido su ejercicio en varias obras públicas de iglesias, positos y puentes, como en la dirección de caminos y varias casas particulares. Fue admitido en la Junta Ordinaria del 6 de abril aún habiendo recibido la Academia una carta de Antonio de Plasencia, fechada en Mérida el 15 de marzo de ese mismo año, previniendo a la corporación de las malas actuaciones de Fernando Rodríguez en dicha ciudad con las siguientes palabras: «Con el motivo de óbtener el Empleo de Defensor de Iglesias de las Orns. Militares He pasado a ésta Provincia de Extremadura ál reconocimto de varias òbras de su Parrochiales, y pr Informe del Governr de esta Ciudad Elegí a un Fernando Rodríguez (alías Churruguera) para dhos reconocimtos y à pocos pasos descubrí su Impericia, y mala intención, pr lo que me fue indispensable dejarlo y elegir òtro de mejor Inteligencia. Este sujeto àlentado del referido Gobernor ha pasado à esta Corte a incorporarse en el Gremio de esa Rl Academia, y aunque en ella creo se le conoce, sin embargo me ha parecido muy propio de mi obligación manifestar à Ud esta verdad para qe la haga preste a esos señores que no dudo qe enterados de ella consientan pr un indibiduo a un lunar de esta clase. No à echo òbra de Iglesia àlguna, sino remiendos de casas donde à causado mus perjuicios à las partes, y aunque llebe Papeles qe le àbonen seran poco verdaderos, y sobre todo las qe a ècho, y apellida òbras, ellas mismas manifiestan su Impericia, y denotan ser de manos de un mal Albañil […]».

La Academia no dio importancia a este escrito por cuanto que admitió a Rodríguez a las pruebas para el grado de maestro de obras y le dio como asunto a desarrollar para el examen demostrativo una «Casa para un señor de lugar, con cómoda habitación para él y su familia y oficinas necesarias en una casa de hacendado». Pero tras presentar el ejercicio en limpio sería reprobado en la Junta Ordinaria del 4 de mayo de 1788 y por segunda vez en la Junta Ordinaria del 6 de julio, aconsejándole que volviera a intentarlo pasado algún tiempo.

Volvió a solicitar su admisión a los exámenes para la misma clase en 1789. En esta ocasión, la Academia acordó que, como última prueba, volviese a la ciudad de Mérida y copiase en diseños los edificios romanos más notables que se conservaban en ella. Así lo hizo, y el 5 de abril de 1794 mandó un escrito para este objeto exponiendo además, el haber ejecutado varias obras públicas en la provincia de Extremadura, entre ellas la iglesia parroquial de Villagonzalo que acababa de construir en Badajoz; el puente de Mirandilla (Badajoz) y los pósitos del Aceuchal (Badajoz), Valdefuentes (Cáceres), Torremocha (Cáceres) y Puebla de la Calzada (Badajoz), todas ellas aprobadas por los respectivos Juzgados de Pósitos e Iglesias de las Órdenes Militares. Dicha solicitud fue vista en la Junta Ordinaria del 6 de abril de 1794, momento en que, curiosamente, se le dio como asunto a trabajar el mismo que le había tocado años antes, es decir, la «Casa de campo de cavallero hacendado con todas las comodidades que se requieren para estar comodamte habitada. Planta fachada, y corte: informe facultativo» (del A-1747 al A-1750 y A-1899) y «modelar una Capilla por arista de figura de un romboide su planta que dos angulos sean de 80 grados, y dos de 100» (A-1751). Una vez concluido el asunto de pensado pidió día para realizar el examen final, señalándole el jueves 10 de julio a las 5 de la tarde.  A la Junta Extraordinaria de ese día concurrieron como vocales los profesores Pedro Arnal, Manuel Martín Rodríguez, Francisco Sánchez, Guillermo Casanova e Isidro Bosarte, este último en calidad de secretario. Reconocidos los planos y el modelo de yeso trabajados por el pretendiente, los profesores fueron examinando uno por uno a Rodríguez y viéndole con mérito acordaron que merecía el título de maestro de obras. Pero todavía quedaba la aprobación final de la Academia ya que sólo había sido aprobado por la Comisión de Arquitectura. La corporación le concedió finalmente el título solicitado en la Junta Ordinaria del 3 de agosto de 1794, no obstante, hay que destacar el hecho de que su aprobación no aparece en el Libro de registro de maestros de obras, aunque sí en la junta anteriormente mencionada y en la junta del 1 de noviembre de 1795, fecha en la que aparece dentro del cuerpo de estos profesionales, como en el Catálogo  de las obras de profesores de arquitectura aprobados de Maestros de obras desde 1777 en adelante (Sig. 2-23-5).

Tanto en las juntas Ordinarias como en las de la Comisión de Arquitectura ha quedado constancia que fue remitiendo a la Academia desde Mérida, entre 1794-1797, una serie de dibujos elaborados en dicha ciudad y alrededores, a fin de que la corporación valorase su mérito y le diese una evaluación de los mismos. Estos diseños responden cronológicamente a una Pirámide de cuatro piedras ubicadas en el Arrabal de la ciudad, en medio de una alameda (A- 5818); Suntuoso arco de triunfo dentro de la ciudad (A- 5919); Trozo de acueducto a extramuros de la ciudad, en la Carretera Real (A- 5920); Edificio de acueducto romano a extramuros de la ciudad (A- 5921); Teatro inmediato a la ciudad (A- 5922); Edificio de la naumaquia inmediato al teatro (A- 5923);Tramo que sale del puente de Albarregas a un cuarto de legua de la ciudad, en el camino romano llamado de la Plata, de Salamanca a Zaragoza (A- 5924 y A- 5925); Dos cipos sepulcrales con sus inscripciones y trofeos, y la basa y capitel de la pilastra angular de la casa del Excmo Duque de la Roca (A- 5926); Tres cipos sepulcrales con la representación de sus cuatro caras y un trozo de columna (A- 5927); Tres capiteles y un arquitrabe (A- 5928); Circo romano y edificio hidráulico (A- 5929); Sepulcros romanos (A- 5930); Edificios contiguos a orillas del río Guadiana, destinados a alfarería y adobería (A- 5931 y A-5932); Aljibe musulmán y una sala de recreo situados dentro de la fortaleza conocida como el Combentual (A- 5933 y A-5935); Restos de un edificio hallado en los corrales de una casa situada en la calle “Vaños”, que podrían ser de las termas (A- 5936 y A-5937); Fábrica para purificar o fundir metales situada en los montes, a dos leguas de la ciudad (del A- 5938 al A-5940); Templo romano llamado de Júpiter (del A- 5941 al A- 5943); Casa o villa de recreo a 800 pasos, extramuros de la ciudad (A- 5944 y A-5945); Templo jurídico o casa del tribunal (A- 5946 y A-5947); Casa de baños en la villa de Alange (del A- 5948 al A- 5950); Plaza de comercio (A- 5951); Un edificio sin identificar (A- 5952); Charca de Esparragalejo (del A- 5953 y A-5954); Laguna de Proserpina (A- 5955 yA-5956); Laguna llamada la Charca de Araya (A- 5957 y A-5958); Laguna o Charca de Cornalvo (A- 5959 y A-5960); Cerco o muro antiguo de la ciudad, con demostración de las vías militares o calzadas romanas que salen de la ciudad (A- 5961); Acueducto de agua dulce (A- 5962); Acueducto que tiene el lago de Proserpina (A- 5963 y A-5964); Acueducto llamado de San Lázaro (A-5965); Puente llamado de Trajano sobre el río Aljuzen (A- 5966 y A-5967); Arco sobre un remanente de varios acueductos antiguos, ya perdido (A- 5968); Puente sobre el arroyo Albarregas (A- 5969); Muro de contención de la muralla en la parte bañada por el río Guadiana (A-5970); Puente sobre el arroyo Albarregas, muro de contención de la muralla que cerca la ciudad y arco o alcantarilla por donde pasa una de las calzadas antiguas o vías militares de los romanos (A- 5971); Puente de Alcántara en la villa de Alcántara (del A- 5972 al A- 5974); Puente sobre el río Guadiana en la ciudad de Mérida (A- 5975); Puente sobre el río Tajo llamado de Mantible, en el sitio de Alconetar, a dieciocho leguas distante de Mérida y directo al camino de Salamanca y Castilla (del A- 3638 al A- 3640).

  Si consultamos la Junta de la Comisión de Arquitectura celebrada el 31 de agosto de 1796 se puede apreciar el interés de la corporación por los aspectos estéticos de la arquitectura frente a los propiamente constructivos reflejados por Rodríguez en sus diseños: «Debiendo éste Cuerpo facultativo informar á la Academia sobre el mérito y recompensa á que es acreedor el citado trabajo, (dexando siempre á su Autor en el buen concepto que hayan podido grangearle otras anteriores tareas de esta clase), dice no hallar mas objeto en que fixar sus observaciones que el del material trabajo de  la medición de los monumentos copiados y el tirado de las lineas en los Planos, faltando enteramente en ésta ultima operación los fundamentos é inteligencia indispensables del dibujo con respecto à los ornatos antiguos: circunstancia no menos esencial que la primera, mayormente si se atiende á que apenas dexa que desear entre las personas de inteligencia y buen gusto esta especie de dibujos, aun siendo executados con la mas escrupulosa exactitud y atinado buen gusto en el todo y cada parte de por si [...]». También se observa en la Junta de la Comisión de Arquitectura celebrada el 23 de  mayo de 1797 cuando se censuran siete planos y «se hace presente la dificultad en pronunciar su dictamen á cerca del mayor ó menor trabajo y tiempo empleado por Rodriguez en la medicion de los expresados edificios, como asimismo á cerca de la exactitud de las copias», o en la Junta de la Comisión de Arquitectura del 27 de julio de 1797, momento en que fueron reconocidos otros siete planos ejecutados por este maestro, en los que «Constituyendo el mayor merito de ésta clase de trabajo lo puntual de la medicion è investigaciones artisticas sobre el terreno, no es posible á la Comision exponer su dictamen sobre ésta parte con la seguridad que corresponde: en ésta atencion, [...] contrae su parecer á solo la valuacion de lo delineado en los citados siete Planos, que quedó regulado en la cantidad de un mil y seiscientos rs vn.».

Aunque en ningún momento se le quitó mérito al trabajo o a las dificultades que había tenido que vencer Rodríguez a la hora de realizar tan laboriosa obra, la Academia se limitó únicamente a evaluar los emolumentos que debía percibir el maestro por los diseños presentados. A través de un escrito firmado por Silvestre Pérez el 21 de marzo de 1802, realizado a fin de contestar un oficio de la Inspección General de Caminos que solicitaba información acerca de su trabajo y las cantidades en que la comisión había tasado sus planos, tenemos constancia que «El Juicio que formó la Comision acerca del mérito de estos dibuxos de Rodriguez no le es mui favorable, pues en uno de sus acuerdos al qual se remiten los otros tres dice: “que dexando al A. En el buen concepto que hubiesen podido grangearle sus anteriores obras de esta clase la Junta no hallaba en su trabaxo mas objeto enqe fixar su atencion que la materialidad de haber medido los expresados monumentos y su simple delineacion: que esta última carecia de toda la bondad è indispensable inteligencia del dibuxo aplicado á los ornatos antiguos, cuya falta se hacia tanto mas notable entre las personas de buen gusto dexaban qe desear los diseños de esta clase aun desempeñados con la mas escrupulosa exâctitud y tino artistico en todas y cada parte de por si».

A medida que el artista fue remitiendo los diferentes diseños, la Academia fue graduando materialmente lo delineado:

 - Agosto de 1796:10 planos...1.800 rs.vn. (J. Comisión 31-8-1796).

- Diciembre de 1796: 7 planos...1.900. (J. Comisión 29-12-1796).

- Mayo de 1797: 7 planos...2.400. (J. Comisión 23-5-1797).

- Junio de 1797: varios... 40 Doblones. (J. Comisión 4-6-1797).

- Julio de 1797: varios...1.600 rs. vn. (J. Comisión 27-7-1797).

- Noviembre de 1797: varios...25 Doblones. (J. Comisión 1-11-1797).

- Enero de 1798: 5 planos...Doblones sencillos. (J. Comisión 7-1- 1798).

 Los diseños de Rodríguez son un interesante documento gráfico sobre la construcción romana. Realizados en plantas, alzados y secciones, analizan edificios y obras de muy diferente índole: desde las estrictamente ingenieriles hasta las de carácter recreativo y monumental con una precisión y meticulosidad inigualables. No obstante, un número reducido de ellos muestran cipos sepulcrales y elementos arquitectónicos aislados como basas, capiteles, columnas, arquitrabes y pilastras halladas en plazas o casas particulares.

También destacado es el estudio que desarrolla bajo el título: «Explicacion de la Clase de materiales, Ladrillo, Marmol, y las dibersas mezclas que usaron los Romanos en sus edificios, y existen en esta Ciudad» al ser un análisis de los materiales más comunes utilizados por este pueblo. En los diez puntos en que dividió su estudio quedan recogidos el hormigón natural (caementicium); la sillería, bien en sillares almohadillados o lisos con grapas de hierro en sus juntas; la mampostería de piedra incierta (opus incertum); una argamasa a base de cal y arena; el ladrillo, utilizado tanto en la fábrica de muros como en bóvedas, y por último el mármol, material noble reducido únicamente a algunos elementos constructivos y decorativos.

A lo largo de estos sesenta dibujos elaborados con tintas y aguadas de diferentes colores, en papeles de tamaños muy diversos y en pies y varas castellanas como escalas, Rodríguez nos describe el estado de conservación en que encontró las obras; incluso en los diseños referentes al puente de Trajano sobre el río Aljucén representa las plantas que habían crecido en las juntas de sus sillares causando su ruina, para delinear a continuación la reconstrucción ideal de la propia obra. 

Son significativas las apreciaciones personales realizadas por el autor en cuanto al carácter originario de algunos edificios, cuyas características no dejan clara su antigua función, porque seguidamente aporta su hipótesis acerca del uso de los mismos a partir del análisis de los restos encontrados.

Aunque su estudio se basa fundamentalmente en las obras del período romano, hace hincapié en una construcción perteneciente, según él, al período musulmán. Se trata del aljibe próximo al lienzo de la muralla y dentro de un conjunto mayor ubicado en la fortaleza conocida como el «Conventual». El autor levantó sus planos por considerarla una construcción especial y digna de ser copiada dada «su rareza», la cual venía dada a través de la existencia de sillería y materiales aprovechados de otras construcciones, entre ellas romanas y godas.

Alejándose del aspecto estrictamente constructivo, Rodríguez se dedicó a transcribir al castellano inscripciones en latín halladas en cipos y en otro tipo de construcciones, a fin de aportar cuantos más datos le fuera posible para hacer más científicas y creíbles sus conclusiones.

Durante 1799 la Comisión despachó nuevos expedientes de Rodríguez, como el 4 de octubre, momento en que censuró dos proyectos ejecutados en dos planos distintos, uno por Rodríguez y el otro por el alarife Juan Rigueros para la construcción de una venta y un puente sobre el río Tiétar en Plasencia. La Junta advirtió en ellos la falta de preceptos constitutivos del arte, como que «el excesivo número de cepas ó taxamares detendría las corrientes con perjuicio considerable del puente; y que falta la demostracion de sus entradas y de sus cimientos, el perfil y nivelación del lecho del Rio, y de los terrazos donde han de estribar las manguardias». En cuanto al proyecto de Rodríguez, se acordó que el autor remitiese a censura de la Academia sus proyectos bien demostrados y explicados, dado que era de los dos presentados el menos desarreglado, como también su venta y alcantarilla.

En octubre de 1806 la junta de vecinos de la villa de Alconchel (Badajoz) comenzó a movilizarse a fin de construir la nueva iglesia parroquial de su pueblo. Se partió de los planos ideados por el arquitecto Manuel Blanco y Rodera, vecino de aquella ciudad, los cuales a través del Consejo fueron remitidos a la Academia de San Fernando para su evaluación. Estos planos fueron acompañados por otros diez formados para la reedificación del templo: 4 de ellos firmados por Fernando Rodríguez en los que manifestaba el estado en que se encontraba la obra y su proyecto de ampliación conservando la capilla mayor, y los 6 restantes de Cayetano Gallitia, de los cuales tres de ellos habían sido reprobados por la Academia en noviembre de 1805.

Este expediente junto con los planos de los arquitectos, fueron censurados por la Comisión de Arquitectura el 2 de enero de 1807, momento en que se aprobó el informe que había dado el difunto Blas Cesáreo Martín, quien manifestaba la necesidad de construir la iglesia «en parage cómodo y saludable porque el que ocupa en la actualidad es húmedo hasta el extremo de pudrirse los ornamentos». En vista de que era necesario cambiar la ubicación de la obra, a ser posible hacia el medio del pueblo, prever el aumento de la población y dotar al templo de la capacidad y decoro propios en las obras de esta clase, la Comisión de Arquitectura reprobó el proyecto de Fernando Rodríguez, así como los de Gallitia porque «ademas de ser defectuosos y faltos de elegancia, son inadmisibles quando la iglesia debe construirse en distinto sitio del qe ocupa la actual, y estos se han hecho para el mismo en donde está al presente». No obstante, a finales de 1807 otro nuevo arquitecto trabajaría en la obra; nos referimos a Elías Villalobos, que presentaría un nuevo proyecto para la reedificación del templo sufriendo la misma suerte que los anteriores, ya que una vez censurado por  la Comisión  de Arquitectura el 3 de diciembre de 1807 fue del parecer que «Constandole  á la Comision que se ha mandado elegir parage conveniente para situar esta iglesia, no pudo dar su dictamen sobre estos planos por carecer de las demostraciones del terreno donde se ha de edificar». Los nuevos diseños junto con el plano topográfico, el informe de situación y otros documentos serían remitidos por Villalobos a informe de la corporación en 1808.

Volviendo a retomar los trabajos desarrollados por Fernando Rodríguez en 1807, merece atención el proyecto elaborado para la reparación del puente romano situado sobre el río Aljucén en el término de la villa de Alcuéscar  (Cáceres), demostrado en dos diseños con su informe facultativo y la regulación de su coste, que serían aprobados por la Junta de la Comisión de Arquitectura el 26 de febrero de 1807. También los cuatro planos delineados para la construcción de  la cárcel y carnicería en la villa de Arroyo del Puerco, desde diciembre de 1837 Arroyo de la Luz (Cáceres), acompañados de su informe facultativo y el avance del coste de la oba, calculada a en 103.694 reales, que lo fue igualmente por la Comisión de Arquitectura el 29 de octubre y por la Academia en la Junta Ordinaria del 8 de noviembre.

Años más tarde, llegó a informe de la corporación a través de José Lledó, juez protector de las iglesias de las órdenes militares, el expediente relativo a la construcción de la nueva torre de la iglesia de Higuera de la Serena (Badajoz), bajo el plano y las condiciones formadas por Fernando Rodríguez, maestro que calculaba el coste de la obra en 77.859 reales y 2 maravedíes de vellón. A esta cantidad había que sumarle los 6.410 reales necesarios para emplearlos en el pavimento y los tejados del templo a fin de poder conservar el edificio, lo que sumando ambas cantidades daban la cantidad total de 84.268 reales y 2 maravedíes de vellón. La Comisión de Arquitectura del 9 de marzo de 1819 aprobó el pensamiento, pero advirtió al autor que cubriese la torre con otro remate de mejor gusto y lo vertiese a cuatro aguas. Respecto a esta prevención, Rodríguez advirtió a la Comisión de Arquitectura el 6 de julio no haber entendido la censura «reducida á que el remate de la torre vierta á quatro aguas, mas no se le dice la cubra con texado por ser vien savido que esta clase de obras se concluyen con un remate ó chapitel de buen gusto por el estilo de Herrera ú otros autores que han entendido bien de la materia, haciendo uso del plomo ó Pizarra pª su cubierto, siendo indiferente la supresion de la balaustrada pª que las aguas salgan con el competente desaogo».

A mediados de los años veinte llegó asimismo a censura de la corporación académica  el expediente relativo a la construcción de la espadaña para la misma iglesia parroquial, que por su deformidad, mal aspecto y peor decoración, la Junta Ordinaria celebrada el 19 de junio de 1825  lo reprobó,  acordando el nombramiento de un profesor aprobado por alguna de las Reales Academias que llevase a cabo el debido reconocimiento de la obra, el informe correspondiente y el diseño, o en su caso se procediese a su demolición para evitar futuras desgracias. La Comisión de Arquitectura celebrada el 15 de diciembre de 1829 examinó el proyecto de una nueva espadaña-torre para este templo y el mismo local que ocupaba la que se había mandado derribar por ruina, cuyo pensamiento estaba suscrito por Juan Miguel de Inclán Valdés, el cual sería aprobado en su totalidad por la Academia en la Junta Ordinaria del 27 del mismo.


Fuentes académicas:

Arquitectura. Puentes, 1780-1790. Sig. 2-31-6; Arquitectura. Torres de iglesias y de relojes, campanarios y espadañas, 1779-1860. Sig. 2-34-1; Comisión de Arquitectura. Informes, 1788-1797. Sig. 1-28-1; Comisión de Arquitectura. Informes, 1798-1804. Sig. 1-28-2; Comisión de Arquitectura. Informes, 1802. Sig. 1-28-3; Comisión de Arquitectura. Informes, 1807. Sig. 1-29-4; Comisión de Arquitectura. Informes, 1808-1822. Sig. 1-29-5; Comisión de Arquitectura. Maestros de obras, 1795-1803. Sig.  2-15-6; Comisión de Arquitectura. Maestros de obras, 1789-1845. Sig. 2-23-5; Comisión de Arquitectura. Maestros de obras, 1791-1794. Sig.  2-15-3; Libro de actas de juntas ordinarias, generales y públicas, 1786-1794. Sig. 3-85; Libro de actas de juntas ordinarias, generales y públicas,1795-1802. Sig. 3-86. 


Silvia Arbaiza Blanco-Soler
Profesor TU de la UPM


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